h̶a̶n̶ j̶i̶s̶u̶n̶g̶

66 14 1
                                    

Odiaba su vida, era miserable nada de ella le gustaba, había terminado de estudiar una carrera que no le gustaba hacia poco tiempo atrás, y ahora trabajaba en una aburrida oficina que lo hacía odiar su día tras día.

Su vida era una rutina repetitiva e insoportable que tenía soportar, por qué a pesar de haberlo pensado más de una vez, no era lo suficientemente valiente para terminar consigo mismo.

Pero su trabajo era solo la punta del enorme iceberg, Jisung sufría de alcoholismo, uno que trataba de cambiar por qué solo lo arruinaba aún más.

Había sido despedido más de una vez de diferentes trabajos por aparecer bajo los efectos del alcohol, pero ahora era aún peor, pues con el tiempo había desarrollado una dependencia demasiado grande.

Su jornada de trabajo de aquel lunes había terminado, fuera ya estaba bastante oscuro y como no tenía suficiente dinero había decidido ir a pie.

Su casa estaba lejos y el cansancio cada vez se hacía mayor en el débil cuerpo de Han, que se arrastraba por las calles cabizbajo, mientras pequeñas gotas de agua aparecían anunciando que pronto llovería.

Suspiro agotado, sin ganas de correr hasta su departamento en la peor zona de la ciudad, dejando que el agua lo empapara por el camino.

Pronto llegó al edificio de departamentos y sin responder dejo atrás a la casera que le gritaba una vez más cuántos meses debía, pero no tenía ánimos para pelear con la anciana mujer.

Llegó a su apartamento y cerró la puerta con un dolor de cabeza que solo lo hacía pensar en una cosa.

Se puso lo primero que encontró en la poca ropa que tenía pues había quedado empapado y después se dirigió a su cocina mientras intentaba secarse el pelo.

Abrió el pequeño refrigerador que no tenía más que lo que necesitaba, tomo todas las botellas de cerveza que había dentro y fue a caer sobre su viejo sofá.

Y volvió a perderse en el alcohol como lo hacía casi todos los días, solo que hoy realmente estaba agotado, tanto mental como físicamente.

Una tras otras se terminó las siete botellas de la cerveza más barata que había en el supermercado, pero aún no se sentía bien, todo aquel alcohol lo mareaba un poco pero no lo hacía sentir mejor.

Sobrepensaba otra vez en lo que se había convertido, quería cambiar pero estaba seguro de que era imposible, se sentía desesperado y atrapado, sin absolutamente nadie a su alrededor que se preocupara por el.

Cerró sus ojos intentando no hacerse sufrir aún más, se dejó llevar por el tranquilo mareo que le había dejado el alcohol, necesitaba dormir.

Se quedó dormido rápidamente sobre el sofá pero sintió como si ni un segundo hubiera pasado cuando el estridente llanto de un bebé, atravesó las delgadas paredes del departamento de al lado lo que lo despertó rápidamente.

Jisung se levantó de golpe y el dolor de cabeza lo hizo soltar un gruñido de dolor, se había terminado todas las cervezas que tenía, aquella siesta no le había servido de nada.

Aún se sentía agotado y el molesto ruido del llanto al otro lado de la pared comenzaba a enloquecerlo.

Pues no era la primera vez que Han lo escuchaba, desde que la mujer de al lado se había mudado a aquel lugar junto a su hijo, no había madrugada en la que Jisung no escuchará al mocoso llorar.

Y esto debido a que su madre lo dejaba dormido antes de salir a trabajar por las noches a un bar, Jisung la había seguido más de una vez, todo con el fin de encontrar la razón de por qué el niño lloraba tanto.

oddinary hotel - stray kidsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora