Capítulo X: Si duele, comparte ese dolor con mamá

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No había llorado tanto desde la despedida de Goku en Dragón Ball GT

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No había llorado tanto desde la despedida de Goku en Dragón Ball GT.

O puede que ese haya sido otra mentira, un poco ridícula si es sincera. El punto conclusivo de toda estúpida comparación era el desastroso desastre que se había vuelto luego de que Jimin abandonara su habitación. Mejor dicho, luego de que ella echara a Jimin de su habitación. Como un perro. Una idiota desagradable que merecía ser atropellada por un camión mientras cruzaba la calle, aunque si era benevolente, Minjeong al menos le deseaba una muerte bajo las ruedas del vehículo favorito de las transmigraciones.

Porque seguía siendo una personita importante en su corazón.

Restregándose los ojos con furia, las mangas de su camiseta larga le picaron las mejillas rojizas y arañadas, otro recordatorio del inestable accionar que se revolvía bajo la claridad.

Cuando el calor del momento pasó, inevitablemente el arrepentimiento arremetió como si fuese un toro hambriento y cegada por la indignación de ser capturada para luego convertirse en el entretenimiento de cientos de espectadores. Eso era ella. Un objeto de entretenimiento. Simplemente una tonta enamorada que no soportó el peso de sus sentimientos y prefirió desarmar una amistad de años.

Una egoísta adolescente con las esperanzas más allá de lo recomendable.

Fundida en la soledad de su habitación, todo pareció cobrar vida. El mundo seguía virando, sin importar lo destrozada que podía estar en ese instante. ¿Qué era ella más que un punto en el universo? Una masa ocupando parte del espacio preestablecido. Nada más, nada menos. Tan ordinaria.

ㅡ¿Cómo llegamos a esto? ㅡpreguntó al silencio.

¿Cómo había llegado a este infeliz desenlace? ¿Seguía teniendo sentido negarse la verdad que supo durante varios años? ¿De qué le había servido? Al final, los miedos que la impidieron aceptarse antes, cobraron forma en el peor escenario imaginable.

Minjeong nunca fue la chica heterosexual que se divertía al andar de chico en chico cada fin de semana. Sí, le gustaban los hombres, le parecía encantador cada gruñido que soltaban mientras las sábanas se arrugan al son de sus agarres, sabiendo que bastaba un apretujón en cualquier momento para elevarlos al éxtasis. Y así ellos le sonreían. No era un gesto falso, era la realidad producto del momentáneo tiempo de felicidad que les otorgó. De esa forma, una especie de vacío que se calentaba en su pecho. Ser enredada le regalaba la sensación de sentirse querida, más que como una amiga, más que como una compañera. Querida a nivel personal, por algo que ella daba cuando la buscaban. Al contrario de lo que sentía cada vez que Jimin corría a su lado para juguetear, porque ahí era ella quién se desesperaba por extender el contacto entre ambas, sabiendo que apenas Minho apareciese, su pecho se enfriaría nuevamente.

Nunca sería elegida y necesitada por la persona que deseaba que la eligiera y necesitara.

Mirando el techo de su cuarto, cubierta por pegatinas fosforescentes y uno que otro póster de sus idols favoritos, se dio cuenta de lo absurdo que fue tratar de superar sus sentimientos en el abrigo de terceros.

❛❛𝙻𝙰𝚂 𝙰𝙼𝙸𝙶𝙰𝚂 𝙽𝙾 𝙷𝙰𝙲𝙴𝙽 𝙴𝚂𝙾❜❜ ㅡWinrina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora