Contracciones

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Ron se sentía agobiado, ya había pasado su fecha estimada para el parto, incluso desde una semana antes tuvo contracciones de Braxton Hicks, las famosas contracciones falsas, sin embargo, su obstetra le afirmó que era normal y aunque su parto se estaba retrasando su bebé saldría cuando estuviera listo, en caso de alegarse demasiado ella intervendría, pero no tenía nada de que preocuparse los dos estaban perfectamente sanos.

Después de eso  decido que se lo tomaría con calma, Draco se puso lo bastante histérico por ambos, a pasar de que a quien le dolía la espalda, no podía dormir y sentía cólicos en su vientre era él. Su novio no se alejaba a menos que fuera estrictamente necesario y cuando tenía que asistir a la academia dejaba a alguien cuidándolo, por ejemplo hoy era el turno de Harry.

Ron quiere a su amigo, es como su hermano, pero desearía que alguien más estuviera en este momento con él. Su amigo se ha vuelto un manojo de nervios desde que le sugirió como “broma” que su sobrino podría nacer en su guardia, se puso tan pálido como un fantasma que Ron creyó que se desmayaría y cuando logro reaccionar intento sin ningún éxito hacer un patronus para llamar a Zabini.

No lo había dicho con la intención de alterar al pelinegro, simplemente creyó que sería una buena forma de informarle que estaba teniendo contracciones más intensas y regulares que las que había sentido en los últimos días, aunque ya había tomado un baño con agua tibia, camino por un par de minutos y reposo, no se iban ni disminuían en intensidad, solo aumentaban aunque no lo suficiente como para salir corriendo al hospital.

—Entonces, ¿por qué Zabini? —pregunto en un intento de distraerse un poco —no sabía que eran unidos.

—¿Yo y Blaise? No, para nada.

Ron ladeó su cabeza y lo miró serio, ni siquiera él lo llamaba por su nombre sin importar que fuera el mejor amigo de su novio, aún no sentía que lo conociera lo suficiente como para hacerlo, pero parecía que de la noche a la mañana Harry había entrado en confianza con el moreno.

—¿En serio, Harry? ¿Haremos eso donde te interrogó hasta que me cuentas lo que está pasando?.

Su amigo frunció su mente y se tomó su tiempo como si estuviera considerando sus opciones —nos acostamos.

Su boca se abrió por si sola, no había esperado aquello —¿qué? ¿cuándo? ¿dónde…? —con la última pregunta se tuvo que quedar callado y respirar un par de veces.

—¿Estás bien? ¿Qué pasa?.

Ron asintió efusivamente —no pasa nada, solo fue una contracción, las he tenido toda la semana. No desvíes el tema, contesta.

Harry lo miró no muy convencido, aún así soltó un suspiro y se sentó a su lado en el sofá —fue ese día que íbamos a hacer el duelo, Theo no llego, al parecer tuvo un compromiso repentino. Nosotros decidimos tomar, una cosa llevo a la otra y terminamos teniendo sexo en el baño del bar.

No pudo evitar hacer una mueca de desagradó, ¿el baño, con todos esos gérmenes? Al menos él y Draco nunca se habían dejado llevar al grado de tener que usar un baño.

—¿Y después que paso?.

—Continuamos en su casa y desde entonces nos hemos visto casi todos los días.

—Pensé que salías con alguien, pero no creí que pudiera ser él.

—Salía con él, nada romántico, solo como amigos, íbamos a tomar y a quejarnos de ustedes.

—¿De nosotros?

—Era desesperante verlos tan enamorados y ciegos.

Ron bufó —como sea, estamos hablado de ti y de Zabini. ¿Entonces son novios?.

Harry negó con una pizca de tristeza —me gusta, pero no sé, no creo que sea mutuo.

Ron quería hablar, darle algún consejo a su amigo, pensó en cuáles serían las palabras correctas considerando que se trataba de Blaise Zabini el mayor mujeriego que jamás ha conocido, pero una contracción más dolorosa e intensa que las demás lo hizo olvidarse de todo. Quizás ya era hora de ir al hospital.

El bebé de Ron y Draco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora