Parto

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El parto, ¿qué tan complicado puede ser? Es el punto cuando la dilatación es lo suficiente para que el bebé pueda salir y la mamá o el padre se deben dedicar a pujar, los asistentes médicos están atentos para evitar complicaciones y listos para intervenir con rapidez en caso de que deban. Eso fue lo que Draco pensó durante nueve meses, pero ahora cuando la obstetra Miller les informa que ya es hora de pasar a la sala de partos, tiene miedo.

¿Y si algo sale mal? ¿Y si tuviera que escoger entre su novio y su hijo? ¿Y si no puede escoger? ¿Y si los pierde a ambos? No tiene ninguna razón para creer que algo saldrá mal, Ron tuvo un embarazo tranquilo y sin complicaciones, es un miedo irracional, sin embargo, no puede evitar sentirlo, mucho menos cuando está sujetando la mano de su novio, quién va en la camilla rumbo a la sala de partos.

—No tiene nada de que preocuparse, señor Malfoy —le aseguró la obstetra.

¿Tanto se le nota? Asiente no muy confiando.

Unos minutos después de empezar, Ron grita por el esfuerzo y aprieta su mano tan fuerte que Draco siente que podría fracturarse por la fuerza con la que lo hace.

—Puje otra vez, —ordenó Miller —ya puedo ver la cabeza.

Draco ni siquiera puede imaginar cuan fuerte es  dolor que está sintiendo su novio, pero está muy seguro de que no quiere hacerlo pasar por un parto de nuevo. Durante los siguientes minutos se dedica a sujetar su mano, sin importar que le ha dolido desde hace veinte minutos y con la manga de su bata limpia su frente y mejillas llenas de lágrimas mezcladas con sudor.

—Ya no puedo, Draco, ya no quiero.

—Sí puedes, amor —es lo único que acierta a decir, porque en este instante no es capaz de pensar en algo mejor y desea que pronto termine.

Tres esfuerzos después la obstetra les anuncia con alegría que su hijo ha nacido y es un varón sano. Observan como una sanadora le da una pequeña nalgada para comprobar que sus pulmones estén bien, revisa sus oídos y boca y después lo limpia. El procedimiento no tarda más de dos minutos, pero se siente como si durará horas y no importar en absoluto cuando por fin está en sus brazos.

Ron tiene su rostro rojo por el esfuerzo, no ha dejado de llorar y está sonriendo, amplio y radiante, mientras que su bebé ha dejado de llorar para observar todo con su boquita abierta, haciendo ruiditos, que son lo más adorable que jamás había escuchado.

—Sus ojos son grises, como los tuyos.

Draco ríe y llora de felicidad —es pelirrojo —no ha nacido con una abundante cabellera, pero los pocos cabellos que hay son rojos, como los de Ron.

—El primer Malfoy pelirrojo.

—Es hermoso.

—Nosotros lo hicimos.

—Sí, es nuestro.

Asiente, primero besa la frente de su novio y después la de su bebé.

—Scorpius —llama a su bebé y parece que lo reconoce.

Ahora se siente como un sueño pensar en el momento que Ron le dijo que estaba embarazado después de vomitar en sus zapatos, cuando escucho por primera vez sus pequeños y fuertes latidos, cuando dio sus primeras pataditas o en todos los demás momentos que vivieron durante los nueve meses de gestación. Pero este momento no se siente como un sueño, es real, ya está en sus brazos y tiene la absoluta certeza de que éste será el momento que usará para invocar su patronus en el futuro.

—Ron, mi cielo, te amo.

Ambos están llorando.

—Yo también te amo.

El bebé de Ron y Draco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora