Barriga

2.1K 225 3
                                    

Las últimas semanas de un embarazo son las más difíciles, por lo tanto es cuando más incómodo se sentiría Ron o al menos eso fue lo que le explicó la obstetra, sus padres y sus suegros, aunque estos últimos parecían querer asustarlo en lugar de aconsejarlo.

—A tu mamá le irritaba incluso escucharme cambiar de página el periódico, tenía que leer en mi despacho —le confesó su papá un día.

—Molly durante el embarazo de Ron fue muy sensible, se enojaba hasta por las pequeñas cosas o lloraba —le contó su suegro en una reunión familiar.

Sin embargo, Draco no sentía que fuera tan malo, si era verdad que su novio cada vez se sentía más incómodo, entre estar estreñido y tener que orinar cinco minutos después de beber un vaso de agua, era complicado y ni hablar de los calambres que solían llegar durante la noche o el cansancio permanente.

Draco se esforzaba por hacerle las cosas un poco más cómodas, ya fuera ayudándolo a tener en alto sus pies, dándole un masaje en sus piernas o poniendo crema en sus estrías, pero no siempre podía hacer algo, como esta noche que Ron estuvo dando vueltas en la cama —o lo intentaba, ya que su vientre no le permitía ni dormir de lado— durante diez minutos antes de decidir ir al baño.

Después de veinte minutos en los que el pelirrojo no regreso, Draco se preocupo, se levantó y fue a buscarlo, para su sorpresa lo encontró en la habitación del bebé, acurrucado en la mecedora.

Su mamá había echo un trabajo hermoso, lo que antes fue la habitación de invitados ahora era el cuarto del bebé, las paredes junto al techo estaban encantados para lucir blancas y azules cuál nubes durante el día y por la noche verse como una noche estrellada. Los muebles y la ropa que habían comprado semanas atrás ya se encontraban acomodados.

—Mi cielo, ¿por qué no estás en la cama?.

Ron lo miró un segundo y regreso su vista a la cuna —no puedo dormir.

—La obstetra Miller dijo que era normal, ¿quieres que te prepare un té? —su novio negó con un movimiento de cabeza —, ¿regresaras conmigo a la cama? —volvió a recibir un no.

Draco busco uno de esos peluches enormes que sus amigos les habían regalado para el bebé, lo acomodo en el suelo y se acostó sobre él.

—¿Qué haces? Ve a la cama, Draco, mañana tienes clases.

—Ya que piensas pasar la noche aquí, te haré compañía.

—No puedes dormir sin tu cama.

—No puedo dormir sin ti.

De reojo puedo ver la sonrisa cariñosa que de inmediato se formó en su novio —esta bien vamos a la cama.

Ron no tuvo que repetirlo dos veces, Draco se paró tan rápido como pudo, lo ayudó a levantar de la mecedora  y lo llevo a la habitación.

—¿Puedes cantarle al bebé? Se mueve menos cuando escucha tu voz —asintió sonriendo.

Buscaron una posición donde pudieran acurrucarse y dormir cómodos, fue una tarea casi imposible, pero lo lograron, una de sus manos la paso despacio en su cabeza y con la otra acaricio su vientre.

—Tengo miedo, ¿y si algo sale mal durante el parto?.

Draco siento una horrible opresión en su pecho con la sola idea. No quería ni podía imaginar perder a alguno de los dos.

—Todo va salir bien.

—¿Cómo estás tan seguro?.

—Porque voy a estar a tu lado, y soy Draco Malfoy, siempre obtengo lo que quiero.

Escucho una risa suave escapado de su novio —no se que tiene que ver eso con el parto.

—¿No es obvio? No hay nada que quiera más que ver crecer a nuestro hijo y besarte por el resto de mis días.

—¿Esa es otra de tus increíbles propuestas? —preguntó en un tono burlón 

Rodó los ojos —mis propuestas no tienen nada de malo, tú eres el que no sabe apreciarlas.

Ron volvió a reír, pero ya no respondió nada, se quedaron en un cómodo silencio donde Draco siguió acariciando su vientre hasta que ambos se quedaron dormidos.

El bebé de Ron y Draco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora