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No hacían más que huir hacia delante en dirección Sur.

Helen se preguntaba cuanto tiempo tardaría Pam en darse cuenta de que ese auto negro en el que viajaban era ajeno y no de ellas. Pero al ver que Pan se mostraba cada vez más fascinada por la velocidad. Helen empezó a dudar de si había hecho bien arrinconándose, allí, con Pam, en el auto de un desconocido.

     «Pero... ya su bici estaba en el maletero, que otra cosa podía hacer?» 

En su mente desfilo el recuerdo del fornido hombre una y otra vez, y de como llevaba su mochila rodando por toda la calle, para su sorpresa, constató que lo que realmente le preocupaba era su diario, y que por sus libros de la escuela no sentía apenas tristeza. Hubo una época sus estudios lo habían significado todo para ella. Pero ahora aquí, valoraba más su diario que los libros de estudios, por ello Helen se sintió consigo misma como una total desconocida.

«Bueno...! era cierto que leyendo su diario rememoraba las vivencias con su último ex, pero Helen agradeció también...que su último manuscrito (Intersexual) permanecía a salvo en una plataforma naranja de Internet y no en su mochila que bien llevaba arrastras el hombre.» Helen se volvió a Pan, intentando librarse de esa visión. 

─ Vayámonos a patinar! ─ propuso Helen en un santiamén, sacando a Pam de su estado de Roquera e intentando romper el hielo que ella misma sospechaba que sembraba.

Mcvy de súbito bajo el  Rock que reproducía la radio, y Pam se volvió hacia Helen un tanto confundida como si no hubiese escuchado.

Helen advirtió que Pam no daba crédito a lo que escuchaba y simplemente levantando su hombro volvió y dijo:

─ Ya que más da Pam... Vámonos a patinar!

Pam le miro unos instantes en silencio, luego con una sonrisa  de complicidad le contesto:

─ Así habla una verdadera componente!  ─ contesto Pam al tiempo que ponía su puño en señal de que le agradaba la idea.

«Helen cerro los ojos negando con la cabeza, al tiempo que concluía para sus adentros... que Pam no tenía remedio»

Helen sonrío y no solo ella, también Pam se quebró... Noland, todos sonrieron a un tempo.

─ Es una buena idea! , ─ dijo Noland sosteniendo toscamente su patineta, a lo que dio un ligero golpe en la rodilla de Pam.

Pam grito mientras abrasaba sus bellas piernas, y el chico se disculpo dando muestras de desenfrenada preocupación.

Y Pam..., como si no le doliese nada de nada le sonrío a Noland, y resalto que los tres tenían mucho en común, tanto como si se conociesen toda la vida, seguramente a Pam le agradaba la idea de que Noland les acompañase es su fortuito escape a la pista de patinaje.

─ Ya va Pam, se te olvida que en la pista solo se usan patines de cuatro gomas, y no patinetas? ─ dijo Helen viendo si se la ponía en china a Pam.

En realidad Helen estaba de broma, sabia que tenían que hacer tiempo, e ir a patinar no dejaba de ser una buena idea, por lo menos hasta en la tarde, momento en el que llegaban a sus casa del instituto, y a sabiendas de esta indiscutible realidad, Helen empezó a tomarse las cosas de mejor manera, y ya en su fuero interno, por el calor del momento había aceptado que Noland las acompañase en medio de sus joviales risas.

Si así fue... toda la tarde..., patinaron y bailaron en la pista los tres agarraditos de mano.

«De cuando en veces»

ROBO DE CARTERA MUJERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora