XVI. The higher I get, the lower I'll sink.

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XVI. The higher I get, the lower I'll sink.


Obi-Wan cumplió su promesa. Antes de que cayera el sol entre las estilizadas estructuras de Coruscant, se encontró nuevamente con Ahsoka, casi como si nunca se hubiera encontrado con Anakin minutos antes. Como si el cosquilleo en la textura de sus labios no estuviese allí, recriminándole sus propios actos. El aroma de Anakin se cernía sobre su mentón barbudo, sobre la palpitación en la herida en su cuello con su marca y en las tonalidades azules y purpúreas desperdigadas por su cuerpo.

Saber que estaría lejos de Anakin debería ser un alivio. Entonces, ¿Por qué se sintió tan desamparado cuando lo vio partir? Un pensamiento surcó su mente mientras la figura de Anakin se hacía cada vez más pequeña con cada paso a la distancia: yo debería ir en su lugar, ese debería ser yo, a su lado, como un igual. No deberías irte sin mí. Obi-Wan carcomió sus labios, frunciendo su ceño y obligándose a marchar.

¿Era cuestión de orgullo o nuevamente estaba siendo acosado por impulsos de un Omega que estaría lejos de su Alfa?

Se estaba desgastando con los pensamientos e impulsos contrapuestos dentro de sí. Era un conflicto que no encontraba descanso incluso si Obi-Wan intentaba encontrarles un punto medio por el bien de su propia sanidad mental. Pero la verdad era que no podía hacerlo. Si lo hacía, entonces tendría que aceptarse completamente como un Omega y no estaba dispuesto a explorar esa posibilidad. ¿Qué clase de cosas se encontraría si es que cediera? Sentía demasiado miedo, aprensión, incluso repudio hacia sí mismo y aunque lo lógico fuese encontrar la forma de hacerlo y por ende traer serenidad y armonía consigo mismo como un buen Jedi, para él era imposible, inconcebible; tanto como si le pidieran asesinar a sangre fría a cualquiera de sus cercanos.

Lo peor de todo es que no sabría hasta cuándo podría vivir consigo mismo de esa manera. Cuál sería el límite que lo dejaría moribundo en su propia situación, enfermo de su propio comportamiento, y del camino que había tomado su vida. ¿Cuántas veces no se preguntó lo mismo? "Si no fuera un Omega, entonces, podría vivir en paz. Si no fuera un Omega, entonces mis emociones estarían equilibradas y serían mucho más fácil de manejar. Si yo no fuera un Omega, entonces, viviría serenamente como el Jedi que estoy destinado a ser, ¿verdad?"

Sin embargo, solo había cantadas ocasiones, muy diminutas, en que no se imaginaba siendo de otra manera. No cuando la existencia de un Anakin cachorro vivía y moraba en sus memorias. Cuando el instinto era tan sobrecogedor y demoledor que lo obligó a hacer cosas que se sentían correctas, pese a su renuencia y lo que tuvo que acaecer antes de permitírselo. Jamás olvidaría lo que fue dormir con Anakin en sus primeros años de entrenamiento, y en la forma en que sus Firmas de la Fuerza se conectaban antes de que ambos fueran arrastrados hacia el reino de los sueños. Todo parecía ser tan pacífico, perfecto e irreal como si la Fuerza misma estuviese contenta con aquello. Nada se sentiría igual en la galaxia, nunca. No había ningún otro sitio en el que Obi-Wan se hubiera sentido tan protegido y correcto siendo un Omega que no fueran, para su propio horror, los brazos de Anakin. Y saberlo era tenebroso; siempre lo fue, desde el primer momento.

Grab your wrist | AnaobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora