XXVI. Dreaming about the things that we could be.

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XXVI. Dreaming about the things that we could be.


Obi-Wan cruzó sus brazos mientras giraba su rostro para mirar al Canciller, intentando aparentar calma, cuando todo dentro de su cabeza parecía resquebrajarse.

Anakin se mantuvo en silencio, quieto en su lugar, mucho más mesurado de lo que nunca estuvo antes cuando solía ser su padawan. En aquel momento las preguntas rondaban entre sus cuerpos como fantasmas tirando de sus ropas. El Canciller en un sucinto gesto los invitó a ambos a unirse a él dentro del ascensor donde ya se encontraba, y, para su sorpresa, Anakin contestó avanzando con cautela hacia el lado del anciano, instándolo a él con su mirada a hacerlo también.

A Obi-Wan le pareció una extraña imagen, casi oscura, el ver a los dos Alfas tan juntos, mimetizados uno con el otro, como el dúo imbatible que alguna vez fue él con Anakin. Obi-Wan no pudo evitar evocar una de las tantas enseñanzas que le había dejado su difunto Maestro Qui-Gon: "No confíes en los políticos, Obi-Wan"

──Contestaré todas sus inquietudes, Maestro Kenobi, pero por favor, hagamos el favor de platicar en mi despacho. Quiero que se sienta cómodo de expresarse libremente. ── dijo de pronto el Canciller, leyendo el flujo de sus pensamientos, evidenciando la renuencia en su comportamiento. ──, en un espacio seguro. Debe estar aún nervioso, tenso, y no lo culpo. Sin duda ni la senadora Amidala ni Anakin actuaron de la mejor manera en su presencia. Así no se debe actuar ante los Omegas, no son merecedores de tal trato.

──La senadora Amidala no hizo nada que me incomodara. ── aclaró finalmente Obi-Wan, decidiéndose por caminar hacia el ascensor, dispuesto a que ambos hombres resolvieran sus dudas.

Sin embargo, en el silencio de su caminata hacia la oficina del Canciller, miles de interrogantes asaltaron su mente, mientras caminaba rígidamente tras del Canciller y Anakin respaldaba su espalda. Actuaban como dos escoltas, llevándolo hacia la prisión de marfil que habían preparado para él. Obi-Wan tragó saliva, ¿Por qué Anakin estaba con Padmé? ¿En qué momento el Canciller había tomado esa decisión? ¿Al mismo tiempo en el que Anakin había estado dialogando con el Consejo? ¿A la vez que Padmé había enviado el informe? ¿Ambos Alfas se habían puesto de acuerdo para hacer todo eso en tan poco tiempo? ¿Por qué Anakin había solicitado ayuda del Canciller para darlo de baja? ¿Por qué el Consejo lo había aceptado en primer lugar, como si aquella petición la hubiera solicitado el mismo Obi-Wan? ¿Qué tanto sabía el Canciller de él? ¿Por qué Anakin actuaba de aquella manera?

¿Cuánto sabía el Canciller de la relación entre él y Anakin?

Las puertas de la oficina se cerraron tras de él en un fuerte sonido. Había estado demasiado ensimismado en sí mismo como para haberse percatado de que habían llegado al cómodo despacho del Canciller Palpatine. El olor a cedro era mucho más denso, más atosigante. Parecía concentrarse en cada rincón de la habitación, gritándoles a ambos intrusos que aquel era un territorio ajeno. Por mero instinto, creyó Obi-Wan, Anakin se posicionó a su lado, acortando la distancia entre sus hombros, dejando caer su mano izquierda por sobre su espalda baja.

Grab your wrist | AnaobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora