VII. They say the end is coming sooner
Lo que se originó, no, lo que vino después de aquel día, fue difícil para Obi-Wan.
Anakin regresó a la sala privada luego de unos largos minutos que parecieron ser una hora. Obi-Wan observó atentamente su expresión facial, su lenguaje corporal, sus ojos. El Alfa se detuvo frente a su camilla y con un actuar lento atrapó entre sus cálidas manos las falanges níveas del Omega. El calor que emanaban las extremidades de su padawan atravesó agradablemente sus dedos entumecidos por el frío. Si había preocupación y tal vez también felicidad en los ojos azules de Anakin, Obi-Wan no quería saberlo. Desde la muerte de Qui-Gon no se había sentido tan vulnerable y ciertamente la sensación no le gustaba para nada. Fue reavivar una versión de él mismo que creyó haber enterrado; el joven e inexperto padawan que había perdido a su Maestro en medio de una batalla, un Omega perdido, desamparado y a la deriva. Casi olvidaba el hecho de que había derrotado a un Lord Sith también. Lo único que venía a su memoria era el rostro ceniciento de Qui-Gon entre sus manos, la muerte arrastrando al Alfa lejos de él.
No quería volver a sentirse así, nunca. Pero en ese cuarto frío, con la intensa mirada de su padawan sobre él, no pudo evitarlo.
──No puedo entender por qué estuviste todo este tiempo torturándote de esta forma, Maestro. ── dijo en un suave murmullo Anakin. Por supuesto que no lo iba a entender, porque él no era un Omega. Anakin era un Alfa tal cual lo fue Qui-Gon. ¿Cómo podrían entender su propia vergüenza o dolor? Anakin afianzó su agarre y Obi-Wan sintió arder la piel de su mano debido a la fuerza que ejerció. Si vio satisfacción en los ojos de su padawan quiso ignorarlo y decir que solo fue algo de su propia imaginación. ──, constantemente te pones en peligro y he hecho todo lo que he podido para protegerte. Pero haciendo esto... ¿cómo puedo protegerte de ti mismo? ¡todo tras mis espaldas!
──No soy seas tan egocéntrico, padawan. ── dijo Obi-Wan, su semblante perdido en sus propios pensamientos incluso si estaban conectados con los del Alfa. Su voz fue un débil susurro. ──, esto va más allá de ti.
Si era una mentira o si era una verdad indiscutible, Obi-Wan no quería saberlo. ¿Realmente todo lo que había hecho durante años iba más allá de Anakin? Ciertamente todo comenzó incluso desde antes de conocerlo en Tatooine, pero cobró forma, creó una columna vertebral y vitalidad cuando Anakin llegó a su vida. Lo que eran en esos momentos solo fue producto del efecto dominó. La verdad es que no quería admitir a viva voz que había condicionado su propia vida por y para Anakin. Para mantenerlo a su lado. Los últimos nueve años de su vida se habían basado y convertido en aquel cachorro que había prácticamente criado y por eso era un Omega patético.
No estaba bien, no era el camino de los Jedis. ¿Y cómo admitirlo cuando por todo lo que luchó antes de que falleciera Qui-Gon era por ser un respetado Jedi? ¿Cómo? ¿Cómo otorgarle a Anakin lo último que le quedaba? Renegó de su propia naturaleza desde que se presentó como Omega y eso casi lo lleva a la muerte. Pero serlo lo hizo formar un apego con su padawan, luchando por todos los medios para conservarlo. ¿Si hubiera sido Maestro de otro padawan habría intoxicado su cuerpo con supresores como lo había hecho durante los últimos años? Lo más probable es que no. Lo más probable es que si Anakin no hubiera irrumpido en su vida, entonces tal vez, todo sería mucho más fácil para Obi-Wan.
Pero pensar una vida sin Anakin no estaba dentro de sus contemplaciones. Simplemente no podía. Intentarlo hacía que le doliera aún más el corazón.
──¿Va más allá de mí? ── repitió Anakin, deliberadamente dolido por las palabras del Omega. ──, ¿Cómo va a serlo si mi deber es velar por tu seguridad? Te lo prometí hace mucho tiempo, Maestro, ¡debo protegerte!
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Grab your wrist | Anaobi
RomanceLidiar con un alfa no es fácil. Especialmente cuando es tu padawan. Los últimos cien años los omegas se han vuelto una casta escasa, sobre todo los omegas varones, volviéndose aún más valiosos en un mundo plagado de Alfas y Betas. El tráfico de Omeg...