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Historia mal contada
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Canadá-1972

Julissa Decker-Siete años

Estaba jugando con mis peluches, mi madre estaba recostada en el sillón, leyendo.

Mi madre era demasiado joven, e inmadura, solo tenía veintiún años, me había tenido a los catorce años. Podría decirse que gracias a su inmadurez yo soy más madura de lo que debería. No me gustaba mucho jugar con mis peluches y juguetes, pero mi madre me obligaba para que no la molestara.

El teléfono sonó, y mi madre lo ignoró. Sonó nuevamente, y ella volvió a ignorarlo. Decidí ir yo a ver quién era.

¿Hola? ¿Quién habla?—. Pregunté, intentando hacer mi voz más gruesa de lo que en realidad era.

¿Julissa? ¿Eres tú, linda?—. Habló una mujer.

¡Juls, cuelga el teléfono!—. Dijo mi madre desde la sala, estaba molesta y había bebido.

Si, soy yo ¿Quién habla?—. Dije, susurrando, para que mi loca madre no se diera cuenta.

Soy tu tía, Juls ¿Podiras comunicarme con tu madre?— Yo suspiré, sentía miedo.

No, ella no.. ella no quiere que hable contigo—. Le dije, susurrando.

¿¡No me escuchaste, Julissa?! ¡Cuelga el jodido teléfono!. Dijo mi madre en el marco de la puerta que daba al pasillo.

Colgué el teléfono inmediatamente.

¿No te enseñé a obedecer, Julissa?—. Habló, definitivamente estaba ebria.

No me malinterpreten, mi madre era buena, y yo la amaba, siempre estaba para mí, me compraba cosas, ropa, jugaba conmigo, me daba un beso de buenas noches todos los días y me leía un cuento antes de dormir, pero.. no era suficiente, yo necesitaba una madre, no una amiga.

Lo siento, mami—. Le dije.

Oh no, Julissa, yo lo siento—. Comenzó a correr, así que yo la imité.

Corrí hacia la cocina, ella entro y cerró la puerta.

Ya había empezado a llorar, ella sonreía.

Por Dios, deja de llorar, ¡Deja de ser tan ridícula, Julissa!—. Comencé a hacer sonidos fuertes, a sollozar alto.

¡Mami, porfavor!—. Dije, gritando.

Ella me detuvo de los hombros, y me tiró al suelo. Me dió un puñetazo en la cara que me aturdió se levantó, yo ni siquiera intenté pararme, no tenía escape.

No era la primera vez que pasaba, me límite a gritar y llorar.

Ella tomó un cucharón de metal, y comenzó a golpearme repetidas veces con este.

She scares me//Robin Arellano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora