CAPÍTULO 1
“EL ENCUENTRO INESPERADO”Cómo siempre volvía a casa tarde. Al terminar las clases iba al apartamento de mi novio y pasábamos el rato lo mismo jugando videojuegos, viendo Netflix o haciendo nuestras cosillas hasta que empezaba a oscurecer. Lo que causaba que todos los días llegaba a casa en el momento de la cena. El lado más lindo era caminar mientras el sol se iba ocultando y los colores rosáceos se iban desvanecido en el horizonte. Era tan simple pero tan profundo para mi.
La calle estaba calmada, era extraño, tan solo pasaba alguno que otro vehículo y a esta hora era cuando más tránsito había. A esta hora la gente se apresuraba en llegar del trabajo y otras en hacerlo antes de que anocheciera. Entretenida observando el horizonte y pensando tropecé con un desnivel de la acera y solté una risa reprimida para mí misma.
—Mira dónde caminas jovencita, ten cuidado —dí un brinco al oír una voz ronca a unos metros de mi.
Se trataba de un anciano vagabundo que yacía sentado al costado de una cafetería. Vestía unos trapos sucios y agujereados, de su cara caía una abundante barba amarillenta, llevaba un sombrerito negro empolvado y sus zapatos estaban desgastados. Me dió lastima porque no lucía ebrio pero por algo estaba en esa situación, por vago quizás, por lo que decidí mirar hacia adelante e ignorarlo.
-Tu presencia es casi nula, es extraño. Tu línea es demasiado fina, débil -se rió y noté algo de burla en él.
¿De qué estaba hablando? ¿Estaba drogado? No lo parecía, quizás solo había perdido la cabeza. Sin responderle seguí mi camino. No tarde en llegar, luego de dejar mi chaqueta y mochila en el sillón me senté a la mesa dónde ya estaba mi plato servido, me apresuré en comer mientras mis padres hablaban de como había marchado su día y yo de vez en cuando me metía en la conversación para dar mi opinión o hacer una broma. Mi hermano menor a la hora de la cena siempre estaba en silencio, de vez en cuando se reía por lo bajo de mis ocurrencias pero ya. Según él, la comida merecía respeto, y si, nos habían educado muy bien.
Apenas acabé de lavar los platos fui directo a mi habitación. Esa noche me acosté temprano porque mi cuerpo me pesaba mucho. Supuse que era el cansancio acumulado por las últimas semanas de constantes pruebas.
Al despertar mi cuerpo dolía como si hubiese corrido una maratón el día anterior. Ni siquiera quería abrir los ojos pero la alarma era tan molesta que agarré las fuerzas para desactivarla y al mismo tiempo levantarme de la cama. Mis pies haciendo contacto con el frío piso me hizo tritar. A pesar de que estábamos a inicios del verano aún hacía frío, que esperaba, esto era Canadá, no Hawaii, aún no me adaptaba al clima frío y en el fondo extrañaba mi país cálido, lleno de colores y vida.
Cómo otro día normal, me tomó una hora prepararme para la universidad y finalmente bajar a desayunar. Mi familia tenía la costumbre de levantarse temprano por lo que mi madre siempre tenía listo el desayuno.
-Buenos días -me senté en la mesa.
-Buenos días, cielo.
-¿Mamá, estas bien? -pregunté al ver sus ojos.
Estaban rojizos e hinchados, como si hubiese llorado, como si no hubiese dormido bien. En otras ocasiones había logrado notar sus ojeras y el cansancio por debajo del maquillaje pero no era tan notable como ahora y me preocupó. Sentí una aflicción en el pecho, una corazonada de que algo no estaba bien.
-Oh si -se acomodó recobrando la sonrisa-, solo me calló jabón en los ojos mientras me tomaba una ducha.
-Mmm ya -fingí creerle.
Traté de eliminar mi lado dramático y no darle mucha importancia porque conocía a mi madre y eso sí, era bastante despistada y torpe. Terminé mi desayuno y le di un corto abrazo de despedida.
Ahora me tocaba caminar hasta la universidad. Me habían quitado la licencia de conducir temporalmente por excederme de velocidad con alcohol en mi organismo.
***
Ese día pasó más lento de lo normal, cada clase era más aburrida que la anterior menos mal que en unos días acababan las clases y con ello comenzaba el verano, el que por cierto ya lo tenía lleno de planes con fiestas y lugares al que ir.
-¿Vas a su casa?
Asentí.
Mi mejor amiga resopló.
-No sé ni para que pregunto, nos vemos mañana. Me voy con Nami.
-Vale, nos vemos mañana -me despedí.
Sin decir nada más fui camino a casa de mi novio. Amaba a ese engendro con todo mi corazón, llevábamos 6 meses de relación y desde el primer momento que nos vimos sabíamos que teníamos que estar juntos si o si. A pesar de que en ocasiones él era bastante frío y a veces se portaba distante, era muy lindo conmigo y teníamos una conexión profunda. Definitivamente estábamos hechos el uno para el otro. El camino se me hizo corto porque estuve pensando en él y en lo mucho que mi boca extrañaba la suya, sin importar que el día antes también nos habíamos visto.
Al darme cuenta ya estaba tocando el timbre de su apartamento. Me abrió la puerta al instante y mis ojos recorrieron su sexy cuerpo. Al parecer se había acabado de duchar porque su cabello estaba mojado y exhibía su torso desnudo con unos simples bóxers puestos.
-Hola -logré decir antes de lanzarme a besarlo desconsoladamente.
Sin apartar mis labios de los de él entré y él cerró la puerta deshaciendo el beso.
-También te extrañé, amor -me susurró al oído lo que hizo que se me pusieran los pelos de punta.
Seguidamente me besó y comenzamos a desvestirnos de camino a su habitación manteniendo el beso con desesperación, nuestros cuerpos se deseaban como nunca. Esa tarde, como todas las otras hicimos el amor hasta que caímos exhaustos el uno al lado del otro luego de tres orgasmos seguidos, con la respiración agitada y los latidos entrecortados.
Abrí los ojos.
Sin darme cuenta me había quedado dormida usando el brazo de Dereck como almohada. Revisé mi teléfono y ya era tarde. Sin casi moverme le di un beso en la mejilla a mi dormilón y susurré en su oído que ya debía irme, si supiera lo lindo que se veía dormido. El sólo soltó unos quejidos y balbuceos con que me quedara a dormir pero le expliqué que no podía hacer eso porque mañana tenía clases así que me vestí y me fui.
Solo quedaba una fina línea de luz del sol y eso era algo que amaba completamente de Canadá, los atardeceres y amaneceres los que eran inexplicablemente preciosos y no me cansaba de contemplar.
Me apresuré en llegar a casa para no perderme la cena, no estaba acostumbrada a comer sin mi familia, hacerlo sola me hacía sentir solitaria me quitaba el apetito. El sol se terminó de ocultar y yo llegué a tiempo, aún estaban a menos de la mitad de la cena así que suspiré de alivio.
Hasta que la vi.
Sentí un frío recorrer mi cuerpo, una corriente que me dejó llena de emociones y a la vez me dejó vacía, por unos segundos mi cerebro dejó de funcionar y me quedé inmóvil, con un especie de pánico que crecía en mi interior.
¿Confusión? ¿Impotencia? ¿Temor? ¿Qué era exactamente?
Ese inexplicable sentimiento comenzó a surgir a partir de ese momento.
A través del ventanal de cristal estaban todos reunidos en familia, cenando muy felizmente pero a diferencia de otros días.
Estaba ella.
Yo, otra yo.
Una doble de mi.
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Intersección [En Curso]
FantasyAtrapada en un plano paralelo inaccesible, ¿Podrá descifrar el enigma y regresar? Descubre un mundo donde la realidad se entrelaza con lo inimaginable. Un viaje sorprendente que desafía todo lo conocido. ¿Se resistirá a la tentación de lo desconoci...