La Propuesta

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Mansión Graham en Londres, Inglaterra.

= Narra Elliot Graham =

Había llegado tarde esa noche a la mansión y no por negocios. Los negocios familiares de su sobrino los había resuelto desde hacía unos días y por estos días tenía poco trabajo.

La razón por la que había llegado tarde era por estar rompiendo con su última amante que parecía resistirse a aceptar que ya no quería nada con ella. Lo había estado amenazando con suicidarse, pero no funcionó ya que no tenía una esposa con la cual hacerle una amenaza mucho más fuerte.

Está vez había sido más difícil el rompimiento que las anteriores así que respiro con tranquilidad una vez finalizado el romance y además de todo eso estaba cansado.

A lo largo de esos últimos días se había dado cuenta cómo Lord Graves trataba de cortejar a Amelie algo que le causaba mucha molestia. Durante las fiestas siempre la invitaba a bailar y a él sólo le tocaba aguantar su furia lo mejor posible.

Elliot sabía que la razón de que estuviera tan interesado en ella era por la fortuna de la que disponía y no porque la encontrará encantadora. Lo más probable era que le pidiera matrimonio al estar necesitado de fondos y una boda solucionaría su problema.

Él la conocía bien y sabía que si tenía una oferta de matrimonio la contemplaría y quizá aceptaría casarse esperando tener algo diferente que su lamentable matrimonio anterior con su fallecido hermano.

Pero él sabía que no sería así por eso sí Amelie le hablaba sobre un matrimonio con ese hombre trataría de convencerla de rechazar la propuesta matrimonial.

En el momento en el que entró a su hogar Amelie lo estaba esperando sentada en uno de los sillones de la familia. Espero que estuviera cerca de ella y mandó a pedir té algo que una de las empleadas habían traído en una de las teteras que había hecho anteriormente y casualmente su favorita. Eso quería decir que iba a hacer un anuncio importante.

- Bueno Elliot... La verdad es que no sé cómo decir esto. - Habló ella algo apenada.

- Podrías iniciar desde el principio. - Le dijo para romper el hielo.

- Pues cómo te has dado cuenta Lord Graves ha estado muy amable conmigo últimamente... Y desea encontrar una nueva esposa por lo que me ha propuesto matrimonio y yo he decidido que... - Empezó a decir ella.

Elliot no la dejó terminar. No necesitaba que le dijera que había decidido porque lo sabía.

- NO...NO TE VAS A CASAR CON LORD GRAVES. - Su voz no fue un grito, pero fue lo bastante autoritaria cómo para hacerle ver que no cambiaría de opinión.

- ¿Crees que no merezco casarme y que debo terminar mis días cómo una viuda respetable?. - Le habló con el tono de voz de una persona que no esperaba esa respuesta.

- Por supuesto que no... Simplemente no pensaba que quisieras volver a casarte.- Dijo lo primero que se le ocurrió.

- Me han hecho una propuesta matrimonial y planeo aceptarla no veo porque te afecta que sea con Lord Graves. - Replicó molesta.

- Él desea casarse contigo porque con tu dinero podrá resolver su situación financiera que no es muy favorable en estos días... Quizá piensas que lo hace para tener otro hijo varón algo un poco cierto, pero el motivo principal es ese. Confia en mí... No te merece Amelie. - Buscó explicar lo más calmadamente posible.

Fue una suerte que se controlará porque detestaba que la vieran cómo una pieza de ajedrez en lugar de valorarla cómo se merecía.

- Sí eso es cierto podría ayudar a Lord Graves... Y si le doy un hijo podremos tener un matrimonio estable y armonioso. - Explicó tranquilamente.

Elliot la miraba sin poder creerlo. Sí antes pensaba que detestaba que Amelie fuera poco valorada ahora sabía que lo que detestaba aún más era el hecho de saber que ella se merecía algo mejor y se conformaba con tan poco.

- Te conformas con lo poco que él te puede ofrecer. - Se burló.

En ese momento vio a la rubia explotar de una manera que no le había visto nunca.

- POR FAVOR ELLIOT SÉ REALISTA... YA NO SOY UNA JOVENCITA VEINTEAÑERA POR LO QUÉ NO ME PUEDO PERMITIR SER TAN QUISQUILLOSA... QUIERO TENER MÁS HIJOS Y UN POCO DE ARMONÍA CONYUGAL... YO NO LA TUVE CON TÚ DIFUNTO HERMANO ASÍ QUÉ QUISIERA EXPERIMENTARLO AUNQUE SEA UN POCO... ACASO ¿PIENSAS QUE NO PUEDO HACERLO FELIZ?. - Le gritó ella.

Elliot solamente pudo ver cómo esos hermosos ojos verde esmeralda que tanto amaba se llenaban de lágrimas que luchaba inútilmente de controlar.
Su hermano siempre era el causante de esas lágrimas y todas esas veces él se imaginaba golpeandolo por hacerla sufrir... Y ahora él la hacía llorar, pero no se sintió culpable porque era por su bien.

- Amelie... Tú puedes hacer feliz a cualquier hombre. Eres la mujer más hermosa y buena que he conocido. No me explicó cómo has sobrevivido todos esos años en ese maldito matrimonio sin protestar una sola vez cuando te humillaba constantemente al mostrarse con su amante en público. Él no te va a hacer feliz y a pesar de qué al principio estés feliz con lo poco que te da te consumirá lentamente esa tristeza incluso más que antes. - Habló con voz cansada.

Esperaba que la discusión terminará pronto.

- Entonces buscaré la forma de estar satisfecha con lo que me puede ofrecer. - Dijo decidida.

Buen Dios. Está mujer era bastante terca.

- No te puedes conformar con eso cuando te mereces tener un esposo que esté enamorado de ti, que quiera a Félix y busque una y mil formas de hacer feliz. - Habló seriamente.

No supo en qué momento se habían acercado, pero ambos se estaban mirando a los ojos en ese momento y sus rostros estaban bastante cerca cómo para facilitarle robarle un beso si quisiera.

- ¿Y quién podría ofrecerme todo eso que deseo? - Preguntó tristemente.

-Yo podría. - Soltó sin pensar.

Elliot nunca había planeado confesar sus sentimientos a Amelie, pero lo había hecho y no planeaba detenerse ahora.

Ella lo miró sorprendida y no la culpaba.

- Sé mi esposa Amelie... Cásate conmigo y te prometo que te daré todo lo quieras... Haré todo lo posible por hacerte feliz. - Hizo su propuesta.

Quizá debería haberse arrodillado y decirle su devoción por ella. Era una lástima que en esos momentos fuera lo mejor que se le ocurrió.

Ella seguía sin contestar. Tenía la sensación de que estaba pensando todo lo que decía en estos momentos.

- Te haré la mujer más feliz del mundo solamente tienes que ser mía. - Volvió a decirle dulcemente.

Antes de que Amelie dijera una sola palabra atrapó su rostro y la besó con toda la intensidad y el anhelo que había estado guardando durante todos esos años.

Amores Verdaderos. Miraculous Ladybug. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora