Berlín, Alemania
Una semana después
Hotel The RitzEsmee se encontraba furiosa con Gabriel Agreste... Y sinceramente no sabía la razón.
Habían pasado ambos una semana increíble. Tanto que habían olvidado que eran jefe y empleada. Incluso ella podía reconocerse a sí misma que estaba disfrutando mucho de ser su centro de atención y no ninguna otra cosa.
Hasta Esmee tenía que admitirse con vergüenza que había olvidado mandarle mensajes a su hermana y al modelo para saber cómo se encontraban. Lo más probable es que estuvieran disfrutando de su libertad tanto cómo ella disfrutaba de la compañía del Agreste mayor.
Ambos se habían levantado temprano para desayunar en el hotel y luego de un momento de charla sin sentido habían empezado a explorar verdaderamente la ciudad.
Habían ido al Castillo de Charlottesburg, al museo Bode, al memorial del holocausto, a la puerta de Brandeburg que le recordaba al Arco del Triunfo en París, al Palacio Cecilienhof y al Edificio del Reichstag en cuanto a lugares turísticos. No podía olvidar que también que la había llevado de compras para tener vestidos mucho más elegantes para cenar.
No cabía duda de que a vista de todo el mundo ellos parecían un matrimonio pasando sus vacaciones en suelo alemán. A ella le había entusiasmado poder emplear su conocimiento del idioma alemán verdaderamente. Durante toda esa semana ambos habían llegado a la conclusión de que estaban algo oxidados con el idioma alemán al no utilizarlo seguido.
Una noche habían acudido a la ópera para ver un ballet y al final de la función ambos se dieron cuenta de que tenían las manos entrelazadas algo que no le molestó a ninguno de ellos.
Y luego de ese momento parecía cómo si se hubiera formado un vínculo invisible entre ellos. Ya tenían un vínculo desde el descubrimiento de su identidad, pero ahora el vínculo era mucho más fuerte.
Después de eso la había llevado a los pocos lugares que visitaba cada vez que tenía que volver a Berlín. Una vez la llevó a un parque con un estanque en dónde le dijo que jugaba a tirar piedras en el río, le había comentado que había intentado la pesca, pero se desesperaba de no atrapar nada que al final terminó por no seguir esa actividad así que solamente se dedicaba a tirar piedras y alimentar a los patos o cisnes que estaban en el lago.
También le había comentado que disfrutaba volver a comer comida alemana de verdad algo que no hacía en muchos años por lo que se había dado cuenta que una parte de él extrañaba su lugar de origen.
Ella entendía eso porque a pesar de su apellido no era francesa sino canadiense. Sus padres eran canadienses y se habían mudado a Francia cuando ella tenía doce años cuando sus abuelos ya se habían establecido. Así que estaba segura de que sí regresaba a Montreal encontraría cosas que echaba de menos.
Al parecer nadie puede negar sus raíces.
Hasta que llegó el momento definitivo en que podría decirse que eran más que jefe y empleada.
Habían vuelto al lado esta vez para alimentar a los cisnes que se encontraban cerca. Durante un momento se tropezó por lo que Gabriel la había tomado en sus brazos y la tomó con fuerza para que no se cayera al lago. En un momento ambos tenían sus rostros muy juntos y en otro momento se estaban comenzando a besar. El beso al principio fue de sorpresa y luego con pasión contenida.
Cuando terminaron de besarse ambos estaban tan sorprendidos que no se dijeron nada al respecto. Solamente volvieron a la habitación del hotel y cenaron en silencio cómo si ambos quisieran procesar lo que había pasado. Esmee no sabía sus sentimientos a futuro, pero los conocía en el presente por lo que antes de irse a su habitación volvió a besarlo esperando ser rechazada siendo una sorpresa muy grande el que le correspondiera.
Las siguientes veces que había besado al diseñador había sido correspondida con tanta pasión y necesidad que se preguntaba a sí misma cuando serían capaces de dar el siguiente pasó porque si se contenía por ella no tenía porque hacerlo.
Estaba a punto de decirle eso en la cena de esta noche hasta que apareció una mujer realmente guapa con su cabello pelirrojo y sus ojos verdes que la hicieron sentir bastante opaca con su pelo rubio platinado y ojos grises.
Ese era uno de esos momentos dónde se preguntaba porque su madre le habría puesto Esmee si no tenía los ojos verde esmeralda cómo Adrien y su difunta madre.
Bueno, el punto era que esa mujer al parecer segunda esposa de su hermano Rodolphe Agreste lo había reconocido gracias a las revistas y a que era fanática de su trabajo. La mujer se había sentado en su mesa y había comido con ambos cómo si fueran amigos de toda la vida y no tres extraños compartiendo cosas en común.
Le había quitado el momento en el que le iba a preguntar al diseñador hasta dónde iba a llegar con ella. Luego de eso al estar la mujer bastante alcoholizada y empezar a decir cosas horribles sobre su marido e hijastros tuvo que llamar a un taxi y llevarla hasta su hermano. Así que el momento en el que esperaba conocer las intenciones de su jefe sobre ella fue el momento en el que se encontraría con su hermano.
Así que la había dejado sola en el hotel por lo que no estaba nada contenta con eso y al ser las dos de la madrugada quería decir que se la estaba pasando muy bien... Sin ella.
Sintió horrible de sólo pensar en que hubiera encontrado a otra con la cual pasar el rato.
Esmee seguía en la habitación de Gabriel en un camisón solamente hasta que esté llegó a su habitación. Al encender la luz se asombró de verla en su habitación esperándolo cómo si fuera su esposa.
- ¿Qué haces despierta tan tarde?. Deberías estar en la cama. - Preguntó curioso.
- Sólo quería disculparme por estar despierta hasta tarde... No debería estar preocupada por sus asuntos familiares ni lo que haga mientras no esté conmigo ya que solamente soy su empleada. - Dijo sombríamente.
Se sentía miserable y usada a pesar de que ni siquiera se habían acostado juntos. Gabriel solamente suspiró y se puso frente a ella tomándola de la cintura.
- No estuve con una mujer hasta tarde si es lo que piensas... Me lleve a Henrietta a la casa de mi hermano en dónde me lo encontré y mañana espera que vayamos a verlo a su casa para poder hablar con tranquilidad... Así que cómo ves no te he traicionado de ninguna manera. - Le explicó tranquilamente.
Alto... Le estaba dando explicaciones cómo si fuera su novia. Y había dicho que ambos iban a ir a ver a su familia cómo si tuvieran una relación sentimental... Lo cierto es que hasta cierto punto lo era, sólo faltaba que fueran claros entre ellos.
- ¿Qué soy para ti?. - Sé atrevió a preguntar la rubia.
El diseñador solamente suspiró y pareció empezar a escoger las palabras con cuidado antes de hablarle.
- Eres muchas cosas para mí. Mí psicóloga, mi amiga, mi aliada, mi consciencia y... - No pudo terminar de hablar.
Esmee lo había besado y al igual que las otras veces le había correspondido mientras acariciaba su cuerpo con sus manos haciéndola gemir de placer.
- Y tú amante... - Terminó de decir la rubia antes de volver a besarlo.
El simplemente suspiró cómo si estuviera luchando con sus impulsos y el decoró.
- No debería seguir así contigo... Sé que no tienes ningún compromiso con otro hombre en estos momentos, pero yo no quiero dañar tú reputación y en estos momentos soy un caos. - Le explicó con ternura.
Beso su frente y luego sus labios por lo que parecía una última vez.
- No te tengo miedo... Y no eres el único que desea hacerlo porque yo también lo necesito.-Terminó de convencerlo.
El diseñador empezó a besar su cuello y desabrocharle el camisón mientras se metían a la cama. Antes de que abriera el camisón para tenerla desnuda le habló por última vez.
- Ya sabes lo que opina todo el mundo en París sobre nosotros. - Dijo antes de volver a besarle si cuello.
Ella lo miró por última vez y dijo.
- En París empezó el rumor y en Berlín se hará realidad. - Murmuró.
Fueron las últimas palabras durante esa noche. Porque de ahí se dedicaron a disfrutar el momento y lo que sentían sin pensar mucho en las consecuencias.
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Amores Verdaderos. Miraculous Ladybug.
RomanceEsta es la segunda y última parte de Amor en París Miraculous Ladybug en donde los personajes se preparan para irse a la universidad, enamorarse y hacer su propia vida. Los personajes son propiedad de Thomas Actruc excepto los de mi invención. Para...