Volumen 4.5

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Pañuelitos [Click aquí]

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La sensación seca y rasposa en su espalda comenzó a hacerse más intensa gradualmente. Sus ojos estaban pesados, pero una fría brisa provocó un escalofrío en todo su cuerpo. Aun así, Taerim no era capaz de levantar sus párpados.

"Despierta".

Una voz familiar se fue haciendo más nítida con el paso del tiempo y Taerim sintió un cálido tacto sobre su mejilla. Ante la curiosidad de saber de quién era esa pequeña sensación que se transmitía en su cuerpo. Con mucho esfuerzo intentó levantar sus párpados. Después de hacer un movimiento repetitivo de abrir y cerrar sus ojos, su visión se aclaró un poco y pudo girar su rostro hacia el pequeño chico que estaba a su lado.

"¿Eres tú?"

"Sí, logré encontrarte finalmente".

Dijo el pequeño de ojos verdes, mientras alejaba su mano de la mejilla de Taerim, quien se encontraba aturdido y con una expresión de confusión al percatarse que, una vez más, estaba en un lugar desconocido.

"¿Me estabas buscando? ¿Por qué?"

"¿Aún no me recuerdas?"

"No lo sé, tus ojos... Los he visto antes, pero no logro recordar donde... A decir verdad, no sé cómo llegué a este lugar".

Taerim miró a su alrededor, el pastizal donde se encontraba parecía seco y los árboles tenían hojas doradas que lucían tan frágiles, que con un ligero soplar del viento serían arrastradas. Después de dar un ligero vistazo a su alrededor, notó que estaba acostado debajo de un árbol muy distinto a los demás. Se incorporó lentamente, con una sensación de mareo.

El árbol de gran tamaño que estaba frente a él lucía pálido y oscuro. Como si estuviera secándose. Aun así, había pocas hojas verdes en sus ramas todavía y dos de sus flores aún estaban aferrándose a la rama.

Los pequeños frutos colgando de la flor lucían de un color rosado hermoso.

"¿Melocotones?"

"Sí, son los frutos del árbol, pero el árbol está herido".

El niño, que estaba con una expresión seria, se acercó al árbol y miró las flores durante mucho tiempo. Taerim fue incapaz de comprender por completo las palabras del niño, pero en su mente esta sensación le parecía estar repitiéndose.

Las palabras, la expresión en el rostro de aquel pequeño, la imagen en su mente de ese mismo árbol. Él estaba seguro de que no era la primera vez que lo veía. Sin embargo, no sabía cómo había llegado allí.

"Tú lo olvidaste".

"No entiendo tus palabras... ¿Tus padres no están contigo?"

El niño se acercó a Taerim lentamente y extendió su mano hacia su rostro. Ante la diferencia de estatura, Taerim tuvo que inclinarse para que el niño pudiera acariciar su piel.

"Tu piel era tibia, muy cálida... pero ahora está fría".

"¿Mi piel?"

La sensación de calor que le fue transferida por la piel del pequeño era más caliente de lo usual, pero cuando su mano tocó su rostro, Taerim no sintió ninguna temperatura, no había sensación en su tacto.

Sintiéndose ansioso por las extrañas palabras del niño, Taerim pensó que lo mejor era encontrar a su familia de inmediato.

"Te llevaré con tu familia"

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