¡LUZUU! #luckity

Nueve.

El sonido de las personas hablar y reír alegraban el ambiente, la gente se sentía feliz, ya que muy pocas veces se realizan estas actividades, por lo que cuando ocurrían, se llenaban los puestos y juegos.

— Así que vas a estar con Luzu en el descanso...— Su puesto de tacos tenia gran fila de personas, pero aún así  el albino hablaba y hablaba.

—Es como quinta vez que me preguntas lo mismo, pinche pendejo.– El pelinegro respondió, mientras se dedicaba a preparar cada porción.

— Me vas a dejar solo, cabrón.– Se quejo el de orejas de oso.

— ¿No vas a estar con Vegetta?— Pregunto extrañado. –¿No será que discutieron otra vez?

—Pfff, que dices, claro no.— rodó los ojos evitando la mirada del contrario.

El de gorra azul suspira.

— Bueno, cosas de novios, supongo.— Pensó en voz alta alzando sus hombros.

— Pero que dices bobo.— Se altero el alto.

— Uy, disculpa, se me salió.— Quackity abrió los ojos fingiendo sorpresa, claramente lo hizo apropósito.

— Es que eres tontito, las cosas que piensas son absurdas.— Rubius masajeó su cien.

— Ey, ¿porque tan alterado?— la presencia de staxx se hizo presente en su conversación.

—Nada, no pasa nada.— respondió el albino alejándose de ambos de a poco.

– Donde vas cabrón, ve a seguir atendiendo a los clientes, ya que no ayudas aquí en la cocina.– Quackity frunció el ceño.

Rubius bufo, igual no tenía ganas de discutir, por lo que se dirijo al mostrador.

—¿Que habrá pasado entre los dos otra vez?— pregunto frank.

—  Yo ya no se si se aman o se odian, igual tiene pinta de que va a una relación toxica.— Suspira, al mismo tiempo que se quejaba, sus manos eran rápidas, debido a que ya  llevaba diez tacos listos.

— Siempre han sido así esos dos.

— Así veo.—  Respondió el pelinegro concentrado en lo que está haciendo.

Frank ladea la cabeza.

— ¿Tan serio andas?— ¿Quackity serio?, desde cuando.

— Como no, si llevo repitiendo esto por una hora, me duelen los dedos.— Lloriqueo el menor.

— Vamo hombre, que te quedan dos horas más, animo.— Frank intento motivarlo,  pero hizo todo lo contrario, el pelinegro sintió como si le cayera un meteorito encima.

— Gracias frank, eso me ayudó muchísimo.— Quackity alzo el pulgar sarcástico.

— No hay de que hombre, aquí estoy para motivarte.— le sonríe cruzándose de brazos.

— Va.— bufa frustrado el de gorra.— ¿ y tu porqué no estás en el puesto que se te eligió?

— Se supone que estoy en el baño, cualquier cosa, si me preguntan porque tardé tanto les digo que me dio cagadera.– le responde restandole importancia al tema.

— Que asquerosa excusa,cabrón.

— Pero siempre funciona. 

– ¡Quackity, veinticinco pedidos de tacos simples!— Se escucho la voz fuerte de Rubius.— ¡Te voy a dejar los papeles aquí!— Elevó más la voz el albino ya que el sonido de los juegos y la multitud de personas les hacía difícil oírse.