'¿Una cámara?'
México abrió los ojos dándose cuenta que estaba en medio de un tipo de bosque el cual era opacado totalmente por neblina pesada, apenas y podía ver la luna menguante arriba de él.
Trató de ver de mejor manera a su alrededor pero era inútil, no podía ver nada más que la neblina y uno que otro árbol que parecían viejos y frescos en apariencia.Cuando se estaba por dar por vencido un aire fuerte azotó contra su rostro, haciendo que cerré sus ojos de golpe, pudo abrirlos después de que esa ráfaga se fuera, fue cuando se dió cuenta que no estaba solo, había alguien detrás de uno de esos imponentes árboles que estaban a nada de ser parota.
En cuanto más se acercaba, más podía distinguir quién era ese ser, tenía un pelo ondulado castaño claro con una particularidad que le hizo darse cuenta de inmediato de quién se trataba, el mechón blanco era imposible de confundir -¿Rus?-
Con solo decir su apodo esté le dirigió la mirada, esos ojos negros que tenían de su "pendejo" a México le hicieron poner sus nervios de punta, y otro de sus encantos se hizo presente al sonreírle de forma ligera, de forma inmediata caminó hacia el quedando frente el uno del otro, ese Rusia lo tomo con cuidado de sus manos, y con sus pulgares le empezó a hacer caricias en su dorso -oye Rus, ¿Rus eres tu wey?-
El ruso ignoró su pregunta, y tomó de la mano al mexicano para entrelazar con la suya, lo empezó a guiar en medio de la niebla y caminando a un lugar para nada conocido para el país latino -¿Rusia? Hablame wey que asustas- tomó en cuenta que Rusia lo ignoraría de nuevo así que se soltó del cálido agarré para obtener su atención.
En cuanto ese Rusia sintió que el mexicano le quitó su mano también se detuvo, se dió la vuelta para verlo a sus ojos amarillos, se acercó un poco más para poder tomar entre sus manos el rostro de México, sonriéndole. Toda esa combinación hizo que las mejillas del mexicano se pudieran coloradas de golpe, era demasiado dulce para su ser -te dije Rus que primero va un cafecito-
Con su pulgar Rusia le acariciaba los cachetes, el mexicano empezó a amar esas caricias, y si, estaba avergonzado pero le gustaba sentir esas caricias, ese tacto y más de parte de Rusia.
Lo siguiente que empezó a hacer el ruso de forma paulatina fue acercarse peligrosamente al rostro del latino, más en específico, se acercaba a sus labios, después de unos segundos México se dió cuenta de eso y en vez de poner resistencia o separarse por la pena, se dejó llevar, el euro-asiatico se agachó y concedió su cometido, besó de forma corta al mexicano.
México estaba volando de amor, y sonriendo como un 'pendejo' quería otro beso pero ese Rusia lo detuvo y por fin habló -¿Tanto me extrañas que estás soñando conmigo?-
-¿eh?-
{...}
-¡claro que no!- gritó al aire en cuanto se levantó, la forma en la que se despertó hizo que a los segundos sintiera la necesidad de dejarse caer otra vez a la cama, estaba por reflexionar su sueño o al menos recordarlo pero unos golpes en su puerta no lo dejaron.
No quería abrir la puerta, pero la insistencia fue tanta que no le quedó de otra, se levantó de mala gana, salió de su habitación quedando en un pasillo que daba a unas escaleras y que del otro lado iba a la sala, caminó a ese último, en la sala estaba una barra que dividía su cocina de la sala y en la sala estaba la puerta principal, tocaban como desesperados, México sabía que solo sus hermanos podían ser a esas horas de la mañana.
ESTÁS LEYENDO
Del río
RomanceUna noche como cualquiera, una cara bonita y una bebida en juego ¡Un beso no se le niega a nadie! Hasta que de das cuenta que besaste a quien menos debías. [Rusmex]