Del río

🍂Capitulo 9🌼

'¿año nuevo con alguien nuevo?'

Rusia nunca había estado en la casa del mexicano, y lo peor para el, no traía ningún regalo, llegaron a un edificio con escaleras exteriores, iban en el tercer piso, faltaba poco para llegar, pensó con mucho fervor pero simplemente no tenía nada para darle por entrar y visitar su casa.

Por otra parte a México le carcomía todo, para empezar, no se acordaba si había recogido su casa antes de irse esa mañana, no es de tener un desastre pero recuerda que estuvo como media hora escogiendo que se iba a poner, no solo eso si no que estarían los dos solos, solos, de esos pensar en eso se ponía nervioso y su rubor aumentaba.

Aparte de su evidente gusto por el, le daba vergüenza por lo que acababa de pasar, para el fue un esfuerzo inhumano el no haber dicho nada ni peleado con su padre, pero con lo último que hizo y dijo, no se podía quedar callado y con la mirada baja. Sin embargo paso lo que no quería, verse como un salvaje ante Rusia.

Estaba pensando en que decirle, llegaron a la entrada de su departamento -esta es mi casa, tu casa- ese dicho no lo había entendido el ruso, el cual solo se quedó callado, estaba penoso por llegar a casa ajena sin regalo -¿puedo pasar?-

-ya te había dicho que mi casa es tu casa-

-si pero yo no... Traje regalo, te lo daré en cuanto te vea después- pasaron al lugar, para Rusia se veía muy limpio y acomodado -¿regalo?, ¿Para que?, Apoco llevaste uno a la casa de paraguas-

-si, se lo di a Chile para que se lo diera a Paraguay, o bueno "paraguas"- de nuevo silencio, llegaron a la sala principal parados al lado de los sofás, México sabía que tenía que al menos disculparse por su estúpido comportamiento al rebajarse al nivel de su progenitor -Rusia yo-

-no necesitas decirme nada de lo que pasó, no te preocupes por mi o Ale, los dos entendemos que es un tema ya muy personal para ustedes, y yo no te pido ni explicaciones ni nada- el mexicano miraba embobado esos ojos negros »entre más hablas más me apendejas«

Rusia notó de nuevo esos ojos miel con un toque especial en ellos, era algo que ya se estaba acostumbrado, pero el latino movió de un lado a otro su cabeza para sacarse de ese trance -¿quieres ver los fuegos artificiales?, Ya mero son las doces- el ruso miro su reloj -vaya... Claro, vamos-

El camino a la azotea de ese edificio de departamentos era en el mismo piso que México, tenía que subir unas escaleras y llegaba ahí, era una ventaja de ser él de el último piso, al salir por esa puerta de hierro notó que no había frío, y fue cuando vio que estaba en un invernadero, había plantas de todo tipo, incluso rosas -estas preciosas son mías, ¿Hermosas verdad?- dijo México acariciando un par de rosas amarillas -¿como pudiste tenerlas incluso en invierno?- preguntó con ilusión el euro-asiatico -no es tan difícil, bueno también tengo buena mano para las plantas-

-mis dioses, ¿algún día me puedes enseñar cómo?- se le veía la emoción a simple vista -oh si si, yo puedo enseñarte claro- habló nervioso pero trató de disimularlo con una sonrisa confiada -wow estás plantas son muy bonitas... Nunca pensé que vería este tipo de plantas aquí-

-casi todo se puede si sabes cómo hacerlo, te prometo que te enseñaré cómo cuidar las plantas de forma chingona, pero ahorita creo que lo mejor es que vayamos allá- apunto a la salida del invernadero, miro mejor Rusia dónde estaban, y era como una azotea con techo de tejas coloniales, pero todo cubierto por el invernadero, siguió a México el cual abrió un cierre grande para salir.

Salió detrás de él y cerró el cierre, la vista a la ciudad era buena, se podía ver las luces de toda esa helada capital, entonces dieron las doce, a los cielos empezaron a llegar luces de colores -que chulo se ve- México llegó al barandal mirando maravillado todo, sus ojos claros con toque de miel brillaban -si... Se ven muy lindos- dijo Rusia sin ver exactamente a la ciudad, creía que esas simple luces artificiales no eran para tanto cuando vio la ilusión en los ojos del mexicano.