'¿Estás bien?'
La semana paso lento para el país mexicano, sentía cada día que pasaba como su último día, por alguna razón el mismo se había dado su sentencia de muerte para el lunes, un día más de junta y un día más en que tenía que ver al ruso de mechón blanco.
No de a huevo se tenía que sentar a su lado, tenía el plan de buscar el asiento más alejado posible para volverlo suyo. Ese lunes sus hermanos se quedaron dormidos y se fueron cada quien por su lado, teniendo que ir México también por su lado.
Pero dejar a México solo tratando de llegar a una ubicación era como contestar a la madre cuando nos regaña, peligroso y con sentencia de muerte, casi lo atropellan, se perdió por media hora y por poco y lo arrestan por insultar a una señora mayor —cabe aclarar que la señora lo golpeó con su bastón porque México le coqueteó a su nieta mayor— y de milagro llegó en una sola pieza y con cinco minutos antes para la junta.
Al llegar a la sala se puso unos lentes de sol negros, principalmente porque la noche anterior se la paso en tragos y tenía una resaca que le hacía ver hasta la más mínima luz como si el sol lo viera a los ojos directamente.
Echo a andar su plan, sin embargo vio como Alemania le hacía señales desde su lugar, estaban sus hermanos también con ella, y en el mismo orden que la última vez, incluyendo a Rusia y el único asiento disponible estando al lado de este. Sonrió de manera incómoda, no quería ser grosero pero tampoco quería morir, no le quedó remedio que ir y tomar asiento de nueva cuenta al lado del país de mechón blanco.
En la sala de las juntas habían hileras que actuaban como escritorios continuos, es decir, México compartía indirectamente escritorio con el ruso, usó su imaginación para trazar una línea imaginaria de espacio personal para evitar a toda costa tocar o interactuar de cualquier manera con su compañero.
Más tranquilo y a gusto con sus lentes negros empezó a sacar de su mochila una carpeta y una lapicera negra, sin embargo, como si el universo entero o sus dioses conspiraran en su contra, su lapicera decidió dar vueltas y parar hasta el otro lado de la línea imaginaria del mexicano, estaba lejos para el, demasiado cerca para Rusia.
México no lo pensó ni dos segundos y dió por muerta su lapicera, pero era su única lapicera, así que optó por pedir una prestada a su hermano Colombia, estaba por hablarle cuando una voz a su espalda lo interrumpió -disculpa, ¿esa no es tu lapicera?-
No quería ni voltear a ver, sentía el pánico en su cuerpo y sacó lo único que le quedaba, mentir descaradamente -nop, no es mia- Rusia notó que no lo quería ver, le molestaba eso de no verlo a los ojos -claro que es tuya, acabo de ver cómo se te fue para acá-
-¿entonces para que me preguntaste wey?- el euro-asiatico ya ni se desgastó, le dejo su lapicera cerca de su carpeta -¿por qué traes unos lentes de sol?-
-porque hace sol compa- seguía cabizbajo y rezando internamente para que no reconociera su voz -¿Sabes que están prohibidos en el edificio?-
-obvio, por eso me los puse ya cuando entre- el país de habla rusa estaba a nada de explotar, no le agradaba para nada las respuestas de ese latino insolente -quitatelo-
-primero muerto- con ese comentario México vio directamente al ruso, no sabía de dónde había sacado el valor pero ahora miraba esos ojos negros que de cierta forma sentía que miraba su alma, así se mantuvieron, observándose uno al otro, hasta que la paciencia de Rusia se agotó y en un movimiento rápido trató de quitarlos de golpe, pero el mexicano no era lento, se aferró a ellos como si fuera su vida.
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Del río
RomantikUna noche como cualquiera, una cara bonita y una bebida en juego ¡Un beso no se le niega a nadie! Hasta que de das cuenta que besaste a quien menos debías. [Rusmex]