🌼Capitulo 14🍂

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'¡Paciencia!'

-pinches putos...- susurro el mexicano medio dormido, Rusia había optado por cargarlos por los hombros, ya habían llegado a la puerta del departamento del latino -¿A quien maldices borracho?-

-pendejos....putos...cabrones... Vayanse a la mierda...- ya estaba delirando entre sueños, y lo más seguro es que estuviese soñando con su padre y hermanos que son "lame botas" con su padre.

Rusia dejo que fuera el mismo con ese dialecto tan grosero y que a duras penas le entendía, al ser de esos departamentos que cuentan con código y ya no llaves, le fue fácil entrar, principalmente porque México le dió su clave para "evitarse la hueva de levantarse a abrirle".

Paso y cerró la puerta como puedo, pues México no era muy pesado pero si se movía mucho incluso medio dormido, a pesar que ya era una costumbre para el pasar a veces los fines de semana en ese departamento, se le hacía nuevo el entrar al cuarto del mexicano.

Siempre le tenía respetado ese lugar, para Rusia el cuarto era algo muy personal y más para los representantes, pues ahí podía haber historia por medio de objetos, fotografías o retratos -разрешение...[permiso...]- dijo antes de entrar.

No era muy diferente a su dueño, a diferencia del resto del departamento, ese lugar estaba pintando de color amarillo canario, había una cama matrimonial pegado a una de las paredes, tenía colchas calientitas, a su lado había una mesa con una lámpara en forma de sol, en las paredes había fotografías de (al parecer) su familia.

Ignoró todo lo colorido y su enorme curiosidad por ver las fotos para dejar al latino en su cama, le quitó los zapatos dejándolos en el suelo, luego el suéter con extremo cuidado, lo bueno era que México es de tener sueño pesado.

Lo arropó, doblo el suéter -pinches duendes...- de nuevo peleando en sus sueños, le dió ternura dejando salir unas silenciosas risas. Estaba por dejar el suéter en la mesa de noche cuendo notó algo brillante.

Estaba en un cenicero negro, lo raro es que la lámpara no estaba encendida como para hacer brillar esa cosa, Por más que trato de ignóralo y salir de ahí, tenía una ligera corazonada de esa cosa.

Se acercó y sin más lo tomo, era un collar, pero esa forma de tortuga, esa piedra presiosa y ese brillo único, era el de esa noche y el de ese día en el bar, era aquel que busco por años y hace apenas unas décadas se dió por vencido, era él.

[...]

Salió del cuarto cerrando la puerta, se sentía confundido y trataba de procesar esa nueva información juntando todas sus sospechas.

Decidió sentarse en el sofá, apoyo su cabeza en sus manos que a la vez estaban apoyadas en sus rodillas, dió un suspiro al aire. No quería apresurar las conclusiones y menos cuando no podía hablar directamente con México en ese momento.

Trataba de tranquilizar ese impulso de irá, talvez y México no lo recuerda, capaz y ni siquiera sabe que es el al que beso esa noche, y con mucha más razón no recordaría aquel día, si.
Debía de ser eso.
O eso quería pensar, porque de otra manera, México le estaba viendo la cara de estúpido.

Se recostó en el sofá, quería dormir pero esa inquietud de no saber que paso le costaba el sueño. Y es que no tenía sentido, el no era tan difícil de dejar pasar, no lo decía por soberbia o narcisismo, si no que su pelo en si no es normal, y el día siguiente tenía esa herida en el labio, si o si eran cosas distintivas.

Sin embargo la idea de que México le ha estado mintiendo no le gustaba en ningún sentido, respiraba tratando de tranquilizar su enojo que al parecer pasaría a llanto en cuestión de segundos. No le gustaba eso de quién empezó a confiar después de tanto tiempo sin siquiera hablar con alguien más haya resultado ser así, mentiroso y astuto.

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