ᵗʳᵉˢ: "𝑭𝒓𝒊𝒆𝒏𝒅𝒔𝒉𝒊𝒑" 𝒐𝒓 𝒔𝒍𝒕

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Lunes, martes, miércoles, jueves y viernes.

Esos días a veces se sentían como una piedra en el zapato. ¿Saben quién más era una piedra en el zapato? Kirishima Eijirou.

O así lo sentía Katsuki.

Tan molesto, tan ruidoso, tan pegajoso, tan, tan energético, tan... ¿Perfecto?

Dios, a los ojos de casi todas las chicas de grupos ajenos, Kirishima era el niño perfecto.

Era tierno, divertido, atento, amable. Inteligente... No tanto, Bakugou notaba sus dificultades en matemáticas y ciencias.

Hablando de eso, mientras Eijirou tenía problemas con algunas materias, Katsuki estaba triunfando. La mayoría de sus profesores se esperaba cada nota alta de él. Lo tomaban de ejemplo o para pasar al frente, ya fuera a leer o explicar con sus propias palabras lo entendido.

Y todas esas veces, sentía la mirada del chico tardío pegada a él.

Sí, Bakugou era inteligente, hasta nerd, responsable y claramente un buen estudiante, pero, ¿a qué costo? Sus padres nunca lo habían escuchado pedir permiso de salir de casa durante unas horas. Nunca lo habían visto llegar a casa con más gente o hablar de sus amigos.

Katsuki era un excelente estudiante y un buen hijo, a costo de no tener una vida fuera de la escuela ni de su casa.

Aún así, no todo era tan malo, después de todo, Katsuki lo había deseado así. También había aprendido a estar solo. Disfrutaba de la soledad.

Sin embargo, mientras más crecía, más se daba cuenta de que un chico normal no estaba encerrado en su casa incluso en los fines de semana.

Le gustaba mucho su soledad y el tiempo que tenía para si mismo, pero eso no significaba que no quisiera tener esa vida que sus padres tanto le decían.

—¡Bakugou!

El cenizo suspiró, regresando la mirada hacia la voz.

—¿Entendiste el problema de matemáticas?

—Claro que lo hice— respondió obvio.

—¿Podrías explicarme? No importa si es después de clases.

—Lo último que quiero después de clases es ver tu cara.

Kirishima hizo un puchero.

—Vamos, viejo, ¡te pagaré si es necesario! En serio necesito pasar esta materia.

—¿Qué? ¿Pensaste qué llegar tarde te daba puntos extras o cómo?

Kirishima frunció el ceño. Sus dientes filosos morideron su labio inferior y suspiró.

—Bien, puedo conseguir a alguien más— murmuró—. No eres el único cerebrito del salón...

Mierda, flechazo al ego.

¿Qué hacer? ¿Ayudar al idiota porque lastimó su ego o no ayudar y demostrar que sigue siendo el mejor? ¿Era posible hacer los dos?

Podía enseñarle y aún así ser el mejor, pero aún no comprendía ¿por qué fue primero con él?

Un poco antes de que Kirishima se acercase a otro compañero, Bakugou puso su mano en su hombro.

—Te ayudaré, idiota.

Al azabache se le iluminaron los ojos y una pequeña sonrisa salió de sus labios.

—Sólo los martes y jueves, después de clases y el lugar lo pongo yo.

—Sí, sí, aceptaré cualquier cosa.

—Y no necesitas pagarme ni estar ofreciendo putos favores, no te humilles tanto.

Entre Hilos Y ExplosionesWhere stories live. Discover now