ᵈⁱᵉᶻ: 𝑪𝒂𝒏 𝒖 𝒌𝒊𝒔𝒔 𝒎𝒆 𝒎𝒐𝒓𝒆?

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A la mañana siguiente, Eijirou despertó algo sudado. Esa mañana era calurosa para ser un día primaveral.

Vio que el chico rubio estaba hasta al otro lado de la cama, solamente con una pierna tapada por la manta.

El azabache sonrió, levantándose de la cama. El rostro del rubio se veía tranquilo. Eijirou le miró con ternura, se veía como un ángel a los ojos del chico.

Se levantó de la cama con cuidado, caminando despacio para no hacer ruido. Salió de la habitación, la puerta se quedó entreabierta, pues si la cerraba haría un escándalo que sin duda despertaría al rubio.

Abrió el refrigerador para poder tomar la jarra con agua fría que había dentro de él. Se sirvió en un vaso y tomó de él.

El agua por las mañanas es, literalmente, vital para cada día. Se preparaba el cuerpo y la sangre para recibir el resto de alimentos; además de que limpiaba los restos de aquello que se había guardado en el día anterior.

Eijirou recargó sus brazos en la barra de la cocina mientras tomaba agua, aún pensando en lo sucedido anoche.

Sonrió, recordar todas las emociones combinadas que sintió en ese momento le dio una extraña sensación en el abdomen, ¿esas eran las famosas mariposas en el estómago?

Más allá de los besos y esa cercanía que en su momento tuvieron, las palabras de Katsuki seguín viajando a través de los oídos de Eijirou.

"Eres mi igual".

—Carajo...— susurró agachando la mirada, sintiendo su rostro calentarse. Se estaba sonrojando.

Eijirou conocía, de cierta forma, a Katsuki. Era un chico con un ego grande. A su vista, todos eran como pequeñas hormigas comparados con él.

Decirle que lo veía como alguien que no estaba debajo ni arriba de él, sino a su lado, dejaba a Eijirou con ganas de conocer más acerca de la mente que Katsuki tenía.

Hace unas semanas, Eijirou se encontraba soñando con el día en el que Katsuki simplemente se diera cuenta. 

Eso no pasó, entonces Eijirou recurrió al plan B: hacerse ver.

Tenía tan solo 16 años, no tenía prisa de nada. Solamente se había cansado de querer guardarse sus sentimientos.

Sentía una extraña necesidad de decir lo que sentía mientras aún lo sintiera.

Ahora parecía que estaba sintiendo aún más fuerte de lo que su cerebro le había dejado en claro unos días atrás.

La noche anterior invadía la cabeza de Eijirou. Aún tenía pegada con cinta adhesiva el recuerdo de la viva imagen de Katsuki mirándolo con esos ojos rasgados y esas cejas rubias enojonas que lo habían dejado fascinado desde el día uno.

Cerraba los ojos y suspiraba, sintiendo la mano de Katsuki aferrarse a su pecho. Cerraba los ojos y recordaba, sus dedos estaban fríos y sus labios cálidos. Cerraba los ojos aún con la sensación de sentirlo tan cerca que podía sentir el latido de su corazón.

Era increíble como su cerebro revivía la sensación de un momento que no duró más de diez minutos.

Eijirou levantó la mirada para ver el reloj marcar las diez de la mañana. Los sábados eran sus días favoritos para no hacer nada. Analizando mejor la situación, ese día debería de preparar el desayuno.

En otro lugar de la misma casa, Katsuki apenas estaba despertando.

Abrió los ojos y se removió de la cama, buscando más comodidad de la que tenía y volviendo a cerrarlos. Quería seguir durmiendo, sin embargo, los rayos calurosos del sol estaban comenzando a darle directamente en la cara, obligándolo a despertar.

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⏰ Last updated: Feb 06, 2023 ⏰

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Entre Hilos Y ExplosionesWhere stories live. Discover now