Dieciocho 🖤

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Gulf tomó un sorbo del chocolate del desayuno y se estiró con indolencia bajo la bata de seda que llevaba puesta.

¡Dios, qué agujetas tenía! Se sonrojó al pensar en qué las había causado.

Su querido Mew lo había amado apasionadamente. Y había amado también a su esposo.

Después le había dolido el corazón casi tanto como le dolía el cuerpo, al verlo acurrucado a su lado, angustiado al pensar que los había traicionado a ambos. Y había deseado revelarle su identidad para aliviar su sufrimiento. Pero una parte de su ser le había advertido que debía guardar silencio. Y a medida que pensaba en ello, había crecido su convencimiento de que era lo mejor. A fin de cuentas, no era Mew el único que sufría por sus actos. Él había sufrido casi desde que lo conocía. Y el dolor de Mew podía durar un día más. Al menos, hasta que su arrepentimiento diera fruto y pidiera perdón al hombre al que había jurado respetar en el altar.

Llamaron a la puerta y su sirviente le informó de que el señor Kim estaba esperando en el salón.

Gulf se miró fugazmente al espejo para asegurarse de que la bata que llevaba era lo bastante decente para recibir visitas, se ciñó el cinturón por la cintura y salió al encuentro del secretario de su marido.

Hyun Joong le tendió dos cartas selladas y dijo:

-Le ha escrito. En sus dos papeles. Hizo hincapié en que no confundiera las cartas y en que llevara inmediatamente la de su esposo. También dijo que, si no conocía la dirección de su amante, le enviara la carta con el coche que usted enviaría para buscarlo esta noche.

-Entiendo -así pues, Mew pensaba hablar primero con su esposo.

Sospesó las dos cartas, intentando adivinar su contenido sin abrirlas e hizo un gesto distraído a Hyun Joong para que esperara respuesta.

¿De veras importaba cuál abriera primero? Porque, si interpretaba correctamente la situación, serían las dos caras de la misma moneda.

Debía confiar en que no estuvieran llenas de mentiras. Rompió el sello de la que no llevaba nombre y la leyó.

«Querido mío:

Me cuesta escribirte estas palabras. Mucho más de lo que me costaría incluso en circunstancias normales, claro está».

Así que se tomaba la libertad de bromear con él. Debían de ser pésimas noticias.

«Pero parece que ciertas cosas hay que escribirlas, pues es imposible eludir la que sin duda es una cuestión desagradable. He hecho caso de tu consejo y he escrito a Gulf con la esperanza de resolver nuestras diferencias. Después de lo que sucedió anoche, está claro que no puedo permitir que su fantasma siga entre nosotros. Y sé que lo entenderás si te digo que no tengo deseo alguno de lastimarte, como hice con mi pobre esposo».

Obviamente. Gulf recorrió apresuradamente los renglones torcidos de la hoja.

«Quiero que sepas que no habría tenido valor para afrontar esta situación de no ser por el tiempo que he pasado en tus brazos. Tú me has hecho cambiar. Cambiar a mejor».

Gulf sonrió, pensando en lo amable que era por decir eso.

«Esta noche, si mi esposo lo desea, volveré a casa para afrontar mi futuro y no volverás a verme. Te ruego, querido mío, que entiendas que, si tuviera elección, no te dejaría. Porque los momentos que hemos pasado juntos han sido de los más felices de mi vida. Estos últimos días han sido más perfectos de lo que merecería cualquier hombre. Y temo, por tanto, que no puedan durar. No acogí de buen grado tus palabras de amor. Y aunque desearía poder decir lo contrario, respeto demasiado mi honor para corresponder a ellas. Mi obligación está con el hombre con el que me casé, y no puedo seguir cumpliendo con mi deber conyugal desde lejos, del mismo modo que no puede hacerlo tu marido».

Engaño placentero 🖤. (MewGulf) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora