Diecinueve 🖤

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Esa noche, Gulf retorcía con nerviosismo un pañuelo entre las manos cuando entraron en la residencia de su marido.

Hyun Joong lo miró y miró al lacayo, indicándole con una seña que no era necesario que los anunciara. Luego se sentó en un banco, junto a la puerta de la calle, como si sospechara que tendría que retirarse a toda prisa, y señaló hacia la puerta del salón.

-Estará ahí, esperándolo -dijo con voz amarga-. Yo me quedo aquí. Llámeme si me necesita.

Miró al lacayo con enojo, como desafiándolo a mirarlo con extrañeza, y dijo:

-Tráeme un coñac, Tul. Uno grande -luego fijó la mirada en la pared de enfrente, como si hubiera llegado solo y sin avisar a casa de unos extraños.

Gulf recorrió el pasillo y vaciló en el umbral de la habitación donde sabía que lo esperaba su marido.

Era absurdo detenerse, sin embargo. No podía dar media vuelta y marcharse sin que lo vieran. Mew había levantado la cabeza ansiosamente al oír el leve ruido de sus zapatos.

-¿Gulf? -prestó atención al reloj-. Llegas pronto -esperó a que se acercara, y a Gulf casi se le paró el corazón al ver la expresión de su cara y el modo en que tendía el brazo hacia la puerta para darle la bienvenida.

Llevaba una chaqueta azul oscura que caía suavemente sobre sus anchos hombros. Los pantalones negros cubrían sus piernas bien formadas sin una sola arruga. Llevaba la corbata rígidamente almidonada y sus botas relucían a la luz de las velas como si su ayuda de cámara se hubiera propuesto mostrarle como en un espejo su reingreso en la vida de su esposo.

Su aspecto contrastaba vivamente con el estilo desenfadado que le mostraba normalmente. Estaba claro que Mew había querido estar impecable cuando por fin se vieran.

Entonces pareció levantar la cara y olfatear el aire. Sus ojos reflejaban una alarma creciente. Lo había reconocido antes incluso de que hablara.

-¿Mew? -dijo en voz baja.

Mew dejó caer la mano y su sonrisa vaciló, convirtiéndose en una mueca de desaprobación.

-Lo siento, no esperaba...

-Puede que sí.

Se quedaron los dos callados, intentando decidir quién debía hablar primero. Gulf se acercó y posó las manos sobre su cara para tranquilizarlo. Mew cerró los dedos sobre los suyos y sintió el anillo que Gulf había sacado de su joyero para la ocasión.

-Tu anillo de boda -dijo.

-Perteneció a tu familia -le recordó Gulf-. Hacía algún tiempo que no me lo ponía. Pesa bastante. Y me resultaba... difícil verlo constantemente y acordarme... -pasó los dedos de Mew por su rostro para que no quedara duda de que lo reconocía-. Hay algo que debo explicarte.

-Eso espero -contestó con voz tan rígida y tensa como su corbata.

-Nuestro primer encuentro no fue casual. Fui a buscarte.

-Eso ya lo sabía -dijo Mew-. Pero no sabía que me habías encontrado - apartó la mano de su cara y se desasió de él.

-El señor Kim me advirtió que tal vez no me gustara lo que iba a encontrar.

-Hyun Joong... -Mew esbozó una fría sonrisa-. ¿Por qué será que no me extraña que esté involucrado en esto?

-Yo insistí en que me llevara contigo. No sabía lo horrible que era ese lugar, y cuando me rescataste...

-Fue una suerte para usted que lo hiciera, milord -dijo Mew-. Entrando allí demostró muy poco apego por su virtud, y hasta por su vida.

No le había parecido tan mal cuando lo creía casado con otro hombre. Pero tal vez se mereciera su reproche.

Engaño placentero 🖤. (MewGulf) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora