Capítulo 21

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Me desperté con mareo. No sabía la hora que era ni mucho menos si era otro día diferente. Solo recordaba beber y los besos de James. Miré a mi alrededor viendo que no estaba en mi cuarto. Escuché la vibración de un móvil. Bufé y me levanté de la cama. La vibración era constante haciendo que me molestase. Fui directa al sonido encontrándome mi teléfono encendido y el nombre de mi madre en la pantalla. Acepté, a regañadientes, la llamada para ponerme el móvil en la oreja.


-Buenos días -Bostecé y me di cuenta de que tenía la voz ronca -.

-Serán buenas tardes -Replicó molesta -.


Me quité el teléfono de la oreja asustada. La pantalla se encendió y me fijé en la hora. Las cuatro de la tarde. Puse el altavoz.


-Sé que es tarde, pero me estoy arreglando aún para ir a casa -Mentí poniendo la voz más aguda y dañándome la garganta -.

-Antes de la cena te quiero aquí -Decretó severa para después escuchar un pitido -.


Suspiré y bloqueé el teléfono. Me fijé en el reflejo de mi rostro por la pantalla. Tenía la máscara de pestañas corrida por todos mis párpados y mi pintalabios era inexistente. Agaché la cabeza viendo que seguía con la misma ropa de la noche anterior. Me levanté el vestido para asegurarme que mi ropa interior seguía puesta. Me extrañó que estuviese vestida totalmente. No habíamos hecho nada. Puse mi ropa en orden y me dirigí a la puerta de la habitación para abrirla. 


-Soy muy viejo para ir de fiesta -Escuché la voz de Lucas quejándose -.


Me acerqué al salón viendo a James reír y a Lucas con la cabeza agachada y escondida en sus manos. Lucas se giró al sentir mi presencia. Pude percatarme de unas notables ojeras las cuales estaban medio-tapadas por maquillaje. Tenía una cruz invertida como eyeliner en su parpado inferior derecho. 


-Estamos en la mierda -Expresó, él, gimoteando -.


Me reí por sus palabras. Note a James comiéndome con la mirada haciendo que me sonrojara. 


-¿No tienes resaca? -Preguntó divertido con esa voz ronca que tanto me encantaba -.

-Que yo no he tenido resaca en la vida -Expliqué agotada -.

-¿Bebiste mucho? -Preguntó, Lucas, cotilleando -.


Negué con indiferencia y James, al verme, se rio. 


-Poco más y acaban con todo el alcohol de la discoteca -Se burló carcajeándose -.


Puse los ojos en blanco y saqué mi lengua. En menos de dos segundos, James estaba enfrente mía sonriendo. Se agachó bastante hasta que sus labios tocaron los míos. 


-Que monos -Comentó con ternura el chico de cabellos dorados -.


Los dos sonreímos con vergüenza. 


-Galatea... ¿fuiste emo? -Tartamudeó, un poco, Lucas -Es que como tienes tatuado, en la pierna, el pentagrama de... -.

-De los Black Veil Brides -Acabé su frase sonriendo mientras él asentía con la cabeza -¿Te gustan? -Pregunté ilusionada -.


Sabía que debía ir a casa pero hablar sobre mi grupo favorito de música, siendo adolescente, hacía que tuviera mil años, más, de vida. Lucas no es que fue emo, sino, también gótico. A diferencia de nuestra edad, él 29 y yo 17, habíamos tenido los mismos gustos respecto a la música. Mientras nos desmaquillábamos, hablamos de muchas más bandas; e incluso, llegó a recomendarme varios grupos que nunca había escuchado. Nunca pensé conocer a alguien con mis mismos gustos. Seguimos hablado durante un buen rato hasta que mi madre llamó a James. Debía ir a casa. 


-De verdad, quiero acompañarte -Seguía insistiendo James -.


Bufé poniendo los ojos en blanco. Ese día me apetecía ir a casa sola mientras escuchaba heavy metal.


-Cariño -Me acerqué a él llamando su atención -No me va a pasar nada -Sonreí intentando calmarlo -.

-He tenido un mal presentimiento y si llega a pasarte algo sin poderte ayudar -.


Negué con la cabeza. Él suspiró abatido. Se acercó a un cajón de la cómoda y sacó la cartera de allí. Me entregó su tarjeta del metro. Cogió mi móvil y empezó a compartir mi ubicación a tiempo real con él. Estaba paranoico. Le di varios besos para ver si se tranquilizaba un poco, pero fue en vano. Siguió comiéndome la oreja con que, al llegar a casa, le llamase. Cogí el pequeño bolso y me lo colgué al hombro. 

Esperé durante veinte minutos a que el metro pasase en aquella estación subterránea. Iba con la misma ropa que la noche anterior. Agradecí haber usado tacones con plataforma años atrás porque sino, en aquel momento, mis pies no hubieran aguantado ni un segundo más con aquel tipo de calzado. Por los auriculares fui escuchando algunas de las canciones que me recomendó Lucas momentos antes. Nada más llegó el metro, me adentré en él. No estaba muy concurrido cómo las anteriores veces que fui con James. Me senté en uno de los asientos y suspiré. Eran más de las ocho de la tarde y solo rezaba para llegar antes de las diez de la noche a casa. Sentí el vagón avanzar. Alcé la mirada viendo el panel dónde ponía la siguiente parada: "Mineros". Iba a ser un largo viaje acompañada de buena música. No sé el porqué, llamadlo estar en alerta, miedo, corazonada; cómo queráis, pero mi cabeza giró a la izquierda. Todo en ese mismo momento fue a cámara lenta. Los vi. Estaban ahí. Los mismos tatuajes. Los mismos peinados. Eran ellos. Sentí mi corazón dejar de latir en ese mismo instante. Estaban a unos pocos metros de mí. Lo vi. Vi como su rostro se giraba para mirarme. Su pelo rubio platino estaba revuelto y sus ojos color avellana me miraban con venganza. El vagón se paró y me levanté con rapidez esperando que no me hubiese reconocido. Abrí la puerta y salí de allí acelerando mi paso. Giré levemente mi cabeza para echar un vistazo hacia atrás. Me estaban siguiendo. Alan llevaba una sonrisa maliciosa en su rostro; la misma que llevaba aquel día. Subí por las escaleras mecánicas fingiendo normalidad. Era imposible que supiese que era yo. Habían pasado tres años. No podía reconocerme así por las buenas. Ya no era rubia. Mi cara había cambiado. Había crecido en edad. Mi piel se heló al ver como corrían por las otras escaleras. Pararon al subir al piso superior para esperarme allí. Intenté pasar de ellos caminando delante suya hasta que alguien me cogió del brazo con bastante fuerza que dolía. Tiró de mí haciendo que me girase hacia él. Cogió el cable de mis auriculares y me los quitó.


-Hola Galatea -Su asquerosa voz me nombró con una perversa sonrisa en su boca -.

-Alan, de verdad, déjame ir -Intenté que mi voz no mostrase nada de debilidad -.


Su risa y la de sus amigos resonaron por toda la estación. Estación dónde no había ni una puta alma que no fuéramos nosotros.


-Querida -Apretó más su agarre a mi brazo -He estado tres años sin ti -Espetó sonriendo -.


Mi cuerpo daba pequeños temblores a medida que él decía una palabra. 


-Ahora, nos vas a acompañar -Su voz se puso más seria -Por qué sino -Del bolsillo de su abrigo sacó una navaja y la puso en mi pecho -Mi amiga, no irá a tu estómago -Amenazó con burla -.


Miré con miedo el filo de aquella arma. No sé de dónde cojones saque el valor de asentir y mirarlo a los ojos. 
Salimos de la estación, ellos con rapidez mientras casi me llevan arrastrando. Caminamos por las amplias calles a paso ligero. Mis ganas de chillar no cesaron en ningún momento pero el miedo de quedarme sin vida iba creciendo a cada paso que daba. Me llevaron por callejones que ni conocía. Paramos de caminar al llegar a una nave. Estaba cerrada pero el candado con la cadena no estaban pasados, dándome a entender que había alguien allí. Rafael abrió, de par en par, aquellos portones. A empujones hicieron que entrase.


-¿Jezabel? -Pregunté atónita al verla -.


Me miró con desprecio de arriba a abajo mientras se acercaba a mí. 


-Me gustaría saber si a James le gustará ver a su zorra siendo follada, de nuevo, por ellos ocho -.

-Me lo imaginó en su despacho haciéndose una paja mientras te escucha gemir por mí -Comentó Alan riendo -.


Suspiré ocultando mis ganas de llorar. No podía creer que lo estuvieran diciendo en serio.


-Jezabel, de verdad, lo juro por mi hermano... lo siento por acostarme con tu novio -Supliqué en un hilo de voz -.

-¡¿QUE LO SIENTES?! ¡¿SABES LO QUE ES QUE GIMA TU PUTO NOMBRE MIENTRAS ME FOLLABA A MÍ?! -Gritó con dolor en sus palabras -¡NOCHE TRAS NOCHE ME PREGUNTÉ QUÉ FUE LO QUE HICE MAL COMO PARA QUE ME PUSIERAN LOS CUERNOS CONTIGO! -Estaba rabiosa por el dolor -.


Nunca vi la cara mala de aquello hasta que en ese instante me imaginé a James con otra persona que no fuera yo. Las lágrimas brotaron de mis ojos cuando vi el dolor en los suyos.


-Por eso voy a hacer que te vuelvan a violar -Aclaró con orgullo mientras limpiaba sus lágrimas -.


Miré con miedo a Jezabel. No podía ser cierto que esas palabras saliesen de ella. El sonido de una melodía hizo desconcertarnos a todos. Agaché mi cabeza para mirar mi bolso. Alan me lo arrebató y lo abrió para coger el teléfono. Sonrió con malicia al ver la pantalla.


-James Martin -Habló intimidante -.

-Alan, ¿verdad? -Escuché su voz bastante furiosa. Alan asintió con la cabeza. Estaban en videollamada -Vale -Un bufido sonó por su parte -Te doy cincuenta y la dejas en paz -.

-Alan, hazle caso -Imploré -Con eso podéis conseguir un gramo cada uno e ir a por una botella de licor -Expliqué con súplica -.


Escuché las risas de todos menos la de James. No entendía que les había hecho tanta gracia.


-Enana... cincuenta mil -Habló devastado -.

-No saques ningún préstamo por mí -Negué en un hilo de voz -.

-Galatea, tu novio tiene un hotel -Fardó Alan en tono de burla -.

-Es el cocinero, no tiene tanto... -.

-Soy el dueño -Aclaró James sin emoción alguna -.


Me quedé extrañada al escuchar sus palabras. Seguramente estaba mintiendo para poder sacarme de allí. 


-Está mintiendo -Comenté furiosa -James no puede pagaros tanta pasta, de verdad, solo quiere protegerme -Sollocé arrepentida -.

-Galatea, ¿sabes de verdad quién es tu novio? -Preguntó Jez burlándose -Ah, pues parece que no -Se rio -.

-En menos de un cuarto de hora, te quiero con el dinero en la nave abandonada, que hay al lado del descampado donde ponen la feria de muestras -Habló con seriedad -.


Tocó la pantalla y me lanzó el móvil. Lo cogí al vuelo y vi que había colgado. Sacó un paquete de tabaco y lo desenvolvió. Caminó hacia a mí y puso un cigarro en mi boca. Esteban lo encendió y calé de él. Necesitaba ese cigarro.


-Tienes una flor en el culo -Espetó con rabia Alan -.


Asentí con la cabeza mientras fumaba. No podía creer de verdad aquello sobre James.


-Puedes buscar en Internet sobre James; no solo es dueño del Santz Palaces, también viene de una buena familia inglesa con bastante pasta como para acabar con el hambre en el mundo tres veces -Explicó Jezabel con indiferencia -Cuándo su abuelo murió, James heredó el hotel. Ya había trabajado en él anteriormente -Siguió hablando -Y, en Internet, deberás buscarlo como: James Martin Tercero -.


Volví a asentir con la cabeza. En realidad, toda esa información, me estaba entrando por un oído y saliéndome por el otro. Lo único que necesitaba era poder salir de allí. Necesitaba ver a mi madre. Necesitaba un abrazo de ella en ese mismo instante. Necesitaba llorar en su hombro. Mientras todos me hablaban de James, mi mente estaba eclipsada en volver a casa y llorar en la cama hasta que me doliese la puta cabeza. Mi mirada estaba fija en la colilla que había tirado al acabar el cigarro. Unos golpes hicieron que mirase a mis espaldas. Rafael volvió a abrir las puertas. Me quedé mirando a James. Fue muy rápido todo. Él les entregó una bolsa de tela, ellos la abrieron viendo el dinero allí y me dieron un empujoncito para ponerme a caminar. Caminé pasando de todo, incluso de James. Lo dejé con una mirada desconcertante mientras seguía caminando. Salí del callejón. Mis pies iban andando por inercia. Sentí el agarre de mi brazo. Me giré y, al mismo tiempo que se agachó a mi altura, le di una bofetada. 


-Estás furiosa -Aclaró asustado -Pero te he comprado la cajita del menú que te gusta... sin nada de lactosa -.

-Color de la caja -Mis palabras iban apaciguándose mientras escondía una sonrisa -.


Vi como sonreía y me uní a él. Las lágrimas volvieron a salir haciendo que esa sonrisa se girara hacia abajo. James negó con la cabeza y me abrazó con fuerza. Grité llorando. Él seguía abrazándome mientras todo mi cuerpo temblaba. Le repetí, una y otra vez, que todo era mi culpa. Él lo negó todo. 



-Es una zorra insatisfecha, no le des más vueltas al coco -Aclaró James mientras comía su hamburguesa -.

-Pero... -.

-No hay peros, come -Ordenó irritado -.


Estábamos dentro de su coche cenando de aquella cajita. 


-¿Porqué no me contaste que tienes pasta? -Pregunté con miedo -.

-¿Cuántas crees que han estado conmigo solo por dinero? -Bromeó -.

-Eso no te lo crees ni tú -Suspiré y seguí comiendo de las patatas mientras, él, me miraba con una ceja levantada -.

-Menos la madre de mi hijo, todas -.


Fruncí el ceño mirándolo de arriba a abajo.


-Y tú -Aclaró riendo -.

-No sé si sentir orgullo, por que parezco la protagonista de una novela cliché dónde su novio es el empresario más rico de la ciudad; o miedo, por que parezco la protagonista de una novela cliché dónde su novio es el empresario más rico de la ciudad -Me quedé mirando a la nada -.


Escuché la risa de James.


-No soy el más rico -Explicó todavía riéndose -Guapa, sabes que son las dos de la madrugada, ¿no? -Estaba más serio -.

-Lo sé, me llevas a casa y seguiré despierta toda la noche, debo leer un libro -Contesté restando importancia al asunto -.


Suspiró y se acercó a mí para besarme. No sé de dónde saqué aquella osadía de ponerme a horcajadas encima suya mientras seguía aquel beso. Separó nuestros labios para mirarme con una sonrisa. 


-Ahora que sabes todo lo que pasó con ellos... -Empecé a hablar con miedo -.

-Ni se te ocurra pensar eso jamás -Amenazó con seriedad -El juez que llevó aquel caso fue un completo imbécil. Te violaron ocho malnacidos, y me suda la polla lo que dijo aquel subnormal del juez. Te golpearon la cabeza, estabas ida, ¿cómo pretende que gritaras más de lo que lo hiciste? Por favor -Rogó -No pienses en eso -.


Asentí con la cabeza. Todo de él hacía que me tranquilizase. Apoyé mi cabeza en su hombro notando mis párpados pesar. Esa era la tranquilidad que necesitaba. Cerré los ojos sintiendo sus caricias en mi espalda. 

Sí, eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora