Capítulo 10

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-¡GALATEA! -Gritó mi madre mientras golpeaba a mi puerta -.

Puse cara de mala leche mientras veía la puerta cerrada. Me levanté, desnuda, de la cama para dirigirme al escritorio y coger el móvil.

-¡Las diez y viente! -Exclamé con molestia -.

Seguí mirando la hora en la pantalla poco iluminada. "Será mejor que me vista." Abrí uno de los cajones y saqué un pantalón largo, ancho y azul el cual me venía un poco grande por culpa de mis cortas piernas. Al ponérmelo empecé a buscar una camisa un poco suelta pero mis esperanzas fueron en vano. "Pues nada, me pongo un top deportivo." Abrí otro dichoso cajón de la cómoda y empecé a remover todas las cosas de su lugar hasta que vi el maldito top morado. Mi cerebro en aquel momento dio aplausos como retrasado mental. Empecé a ponerme aquella prenda y noté que estaba un poco apretada. No me equivocaba. Al mirarme al espejo vi algo que, poco a poco, me iba haciendo gracia. Parecía un embutido. Estaba totalmente apretada por la parte de los pechos y por la parte de abajo del top se me salía la carne aparte de mis gruesos brazos que parecía que no encajaba con esa figura. Y ya no hablemos de mis tres cicatrices en la tripa. Rodé los ojos mientras intentaba no reírme y me quité corriendo la prenda para tirarla al suelo. Pude respirar con normalidad. Me miré al espejo y me fijé en mis pequeños pechos, había mucho pezón para tan poco pecho así que mi respuesta para esa misma situación fue bufar. Toqué aquellas cicatrices con la punta de mis dedos. Alan vino a mi mente como una estrella fugaz. No podía seguir así. No me quedaba más opción que ponerme una camisa de pijama. Y encima una que seguramente no me gustaría.

-¡Galatea! -Gritó mi madre desde el comedor -.

-¡Me estoy vistiendo! -Respondí ya harta de las prisas -.

Bufé y saqué de otro cajón una camisa azul con un dibujo horrendo de una jirafa bizca. "Dios." Puse los ojos en blanco y, a mala gana, me la puse. Cogí el móvil y salí del cuarto poco iluminado, por culpa del mal tiempo, para dirigirme al salón.

-Mamá sabes que odio despertarme antes de las dos de la tarde cuando es sábado -Caminé hasta entras del todo al salón -.

Para mi sorpresa vi a alguien, de espaldas, hablando con mi padre. Al notar mi presencia, ese alguien, se giró mirándome con una sonrisa y pude jurar que lo conocía de algún lugar. El hombre, que en aquel entonces no sabía su nombre, me miró con sus ojos color café. "Como los de James". El hombre se acercó a mí mientras yo alzaba un poco la cabeza para mirarlo. Odiaba esas situaciones en las cuales yo tenía que levantar la cabeza solo por mi pequeña estatura.

-No sé si te acordarás de mí -Arqueó la caja derecha mientras sonreía -Pero soy Ángel -.

No sabía ni quién cojones era ni de lo que me conocía pero, yo, como buenos modales que tenía le di la mano.

-No te acuerdas de mí, ¿verdad? -Soltó una pequeña risa -.

-Si te digo la verdad... Pues no -Reí nerviosamente -.

-Hija -Habló mi padre -Fue el policía que te sacó del baño cuando eras pequeña -Suspiró -.

Abrí los ojos sorprendida y miré más detenidamente a Ángel mientras recordaba aquel día.

-Lo sé, es algo raro pero tu padre y yo antes de que tú nacieras ya éramos amigos -.

El día fue algo distinto a los demás. Ángel estuvo haciéndome preguntas sobre mis estudios, cosa que me agradó.

-Angel... emm... ¿Te puedo hacer una pregunta? -Dije un poco tímida -.

-Claro mujer -Sonrió -Dispara-.

-Vale... -Bufé -¿Tienes... hijos? -Sonreí un tanto nerviosa -.

Soltó una carcajada.

-¿Tanta timidez para esa pregunta? Sí, tengo dos hijos y una hija -Suspiró -Seguramente conocerás a mis dos hijos -Se puso serio -.

Miré a mi padre intentando descifrar lo que reflejaba su aspecto. Tenía dos respuestas. Una que fuera que alguno de sus dos hijos fuera alguien de los que me juntaba meses atrás y la otra respuesta... Pues que alguno de ellos fuera conmigo a clase. Pero descarté la segunda ya que en mi clase todos conocíamos a los padres de todos. Miré con algo de miedo los rostros de los dos hombres del salón.

-Es el padre de James... -Soltó, por fin, mi padre -.

Abrí los ojos sorprendida... "Claro que me sonaba... Es el hombre que acompañaba a Alex el primer día de clase." Recé para que no me sacara el tema del fetiche sexual de su hijo mayor... O mejor aún que no me dijera que James estuvo hablando de mí.

-Galatea... ¿Te molestaría si él viniera a hablar contigo? -Tragó, duramente, saliva -.

"¿Más de lo que hemos hablado estas semanas? Ángel si supieras que hablamos todas las noches te desmayarías. Es más, anoche, me dijo buenas noches.".

-No, tranquilo -Sonreí para que no se preocupara -.

Lo que me daba miedo era mi padre... Sabía muy bien como iba a reaccionar ante él. Y lo peor de todo es que encima me sentiría fatal, ya que seguramente James acabaría en urgencias con un brazo y/o pierna rotos...
Empezó a sonar el timbre del telefonillo. "Seguramente sea James para que le abra la puerta de la portería."

Sí, eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora