Capítulo 11

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Ava saboreó la inestabilidad del aire cuando salió de la oficina de Patrick, todavía era temprano, la mañana aún no llegaba a la mitad pero las actividades tenían a todos atareados. Un día normal en la coalición.

Excepto por ella.

Ella se encargaba de las cosas que los demás preferían evitar, historias de monstruos insaciables que tomaban la vida de inocentes, una y otra vez, en un bucle sin fin. Este trabajo no era fácil, ver todo eso, la desesperación de las víctimas que lograban sobrevivir o el dolor de los familiares que denunciaban, era realmente agotador.

Había que tener una voluntad endurecida para sostenerlo en el tiempo, Ava llevaba solo dos años y medio, pero conocía otros veteranos que incluso tenían pesadillas.

La crueldad, despertaba una emoción agria, aquellos que la enfrentaban terminaban gruñendo o rompiendo lo que tuvieran adelante en un crudo estallido de impotencia.

Ella podía dejar las rondas de patrulla y entrenamientos para el resto. No todos eran capaces de ser devorados por los instintos y sobrevivir, a un pelo del estado salvaje.

Ava se alimentaba de eso, las emociones amargas, violentas, había aprendido desde niña a atesorarlas. Luego, cuando comenzó a pensar que era un pequeño monstruo perverso en sus años de adolescente, Nolan le repitió una y otra vez que ella podía nadar en esas emociones sin ahogarse y solo por eso debía seguir así.

-Tal vez tengas un poder especial -había dicho, en uno de esos breves encuentros en los que podían estar juntos como familia en las tierras de su dueño. Los cuatro tenían usos diferentes, mientras Nolan y Byron eran entrenados para las peleas clandestinas, Ava y Alice eran preparadas para procrear-. Algo que ningún otro cambiante puede hacer.

Esas palabras..., su genuina amabilidad y protección, la hicieron sentir especial. En ese entonces, Nolan era un joven delgado, golpeado y con un grito de dolor en los ojos oscuros, pero siempre tenía sonrisas y afecto para sus hermanas.

El dulce y triste recuerdo se rompió con el brusco sonido de una puerta abriéndose, del otro lado del pasillo, Trent salió de la enfermería, caminó con firmeza unos pasos y luego giró su mirada hacia la puerta. Sus ojos feroces, todo su cuerpo tenso cubierto por vaqueros viejos, botas y una bata de trabajo azul.

-La próxima vez -dijo el jaguar con severidad, su voz arrastraba una tensión animal-. Dile a Patrick que si va a jugar a ser un sanador todopoderoso, que empiece a buscar otro maldito cirujano.

Volvió a girar, pero una voz profunda con un rico borde irregular lo detuvo cuando le cuestionó:

-¿Por qué no se lo dices tú?

El pelaje de Ava se erizó, el sonido haciendo levantar hasta las partes más débiles, ella apretó los puños cuando la fuerza violenta se partió en dos en su interior.

-Porque soy un maldito jaguar -respondió Trent al inicio de las escaleras, su frustración en cada palabra-. Somos conscientes cuando hay depredadores más grandes.

Ava capturó su mirada a lo lejos, el eco de su gruñido lo acompañó junto al sonido del metal aplastado de los escalones bajo el peso de sus pisadas.

«Y luego soy yo la temperamental» pensó con ironía, pero un poco inquieta por la forma en que la había mirado, ¿se estaba refiriendo a estar rodeado por leones o él realmente pensaba que ella era un peligro mucho más grande que los demás? Negó internamente, estaba imaginando cosas, y el cirujano solo tenía una picazón que lo convertía de serio y sarcástico a apático y gruñón.

Y el causante de ese estallido en la personalidad concentrada de Trent, estaba de pie en la puerta de la enfermería. Ava apretó los dientes cuando se acercó, la fuerza empujó, los deseos eran dos emociones que tiraban en direcciones opuestas. Él ya no tenía la muleta, y aunque todavía estaba apoyando gran parte de su peso corporal en la pierna derecha, su equilibrio tenía una mejora sorprendente. También había recuperado ese brillo normal en sus ojos, esquirlas de verde desvanecidos en azul y ámbar pálido, vulgarmente conocido como una variante del color avellana, tenía ese ardor profundo, cálido como el resplandor de una vela.

Ruge por mí (Serie Gold Pride 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora