Capítulo 34

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Marshall había sido golpeado innumerables veces en su vida por una infinidad de objetos y formas, pero nada de eso se comparaba con el golpe emocional que suponía tener a Ava Storm dentro de él. Su energía temblaba con un poder tan grande como incontenible, un grito emocional que enviaba ecos hacia él. No sabía cómo se mantenía cuerda pero ahora entendía lo que ella tantas veces le había dicho sobre ese algo que vivía en su mente.

Lo que no entendía era ese intenso miedo que irradiaba a través del vínculo y tapaba el resto de sus emociones, tampoco entendía la naturaleza de esta unión inesperada o por qué no podía acercarse a ese lazo dolorosamente hermoso a través de la espesa bruma dorada que estaba bloqueandolo. El león tardó en recomponerse del golpe y comenzó a gruñir con furia animal, tratando de irrumpir en la bruma porque sabía que del otro lado estaba su tigresa.

Si esto era un error, no pensaba dejarla ir. Se sentía muy egoísta ahora.

-¿Por qué? -Ava murmuró, su voz tan queda y débil pateó cosas en su interior, cosas que avivaron su instinto protector-. ¿Por qué así, por qué ahora?

Ella todavía tenía su cuerpo pegado al suyo, tan cerca que sus pechos rozaban el suyo con cada respiración, y su femenino aroma le llenaba los pulmones. Santo Dios, ahora llevaba su olor bajo la piel, era la marca más notable y evidente y cada cambiante allí afuera lo sabría. Quería rugir al cielo sólo por eso.

-Los vínculos no son algo que podamos controlar -logró responder, acariciando su espalda con una mano con movimientos largos y lentos.

Tenía la lengua pesada, su visión desenfocada. Con una larga inspiración expandió sus sentidos y se obligó a recuperar el control de cada parte de su cuerpo. Control..., era una habilidad difícil.

Sentía la urgente necesidad de meter los dedos por debajo de la camiseta roja, la suavidad de su piel, el calor de su cuerpo, eran una seductora invitación que amenazaba con volverlo loco. El lado humano sabía que ella no podría sobrellevar ese nivel de contacto, todavía no salía de la confusión y el miedo que sentía en el vínculo era una emoción desgarradora.

El lado animal quería tomarlo, destrozarlo, acabar con él.

-No puede ser... -Ava tomó una respiración entrecortada-. Cortalo.

A pesar del tono quebradizo en su voz, Marshall dejó salir un gruñido tan crudo y animal que lo sorprendió a sí mismo. Era la voz del león, la que rara vez aparecía.

-Cortalo -la súplica de Ava amenazó con doblarlo en dos y el olor de sus lágrimas lo puso furioso.

Marshall apretó los dientes.

-No.

-Entonces lo haré yo.

Fue entonces que se apartó de ella unos cuantos centímetros para tomar su rostro con las manos y obligarla a mirarlo a los ojos. Esta pequeña mujer, tan fuerte y frágil a la vez, tenía el poder de destruirlo con un solo y preciso golpe, y aún así él no sentía miedo en absoluto.

-¿En serio lo harás? -Le preguntó con serenidad.

El ámbar de sus ojos se hizo brillante mientras las silenciosas dudas se asomaban a través de ellos.

-No habrá nada bueno en esta conexión -musitó, sus palabras salieron entre temblores-. Marshall, lo que hay en mí... ¿Puedes sentirlo?

Marshall vio la desesperación que amenazaba con convertirse en pánico dentro de ella.

-Algo..., pero son ecos emocionales. El vínculo no está bien hecho, al menos no de mi lado. O lo estás bloqueando de manera inconsciente o le falta algo.

Ruge por mí (Serie Gold Pride 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora