Elenna Erevarld es hija de Hera, Diosa del Matrimonio, la Familia y las Mujeres casadas.
¿Cómo es eso?¿Cuándo fue que Hera engañó al mismísimo Zeus?
El Dios del Cielo no titubea en atacarla, pero no todos los Dioses están del lado del rey.
Ella es...
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Pov Percy
—Vosotros tres debéis ir a por la hija de Hera.
Feliz martes a ti también.
—Pero... está muerta —recordé, esperando que me corroborara y nos dijera que sólo teníamos que traer un cadáver.
—No, Percy. La señorita Erevarld está viva. De hecho, está en el Hotel Casino Loto. Creo que sabéis dónde está.
Claro que sí.
Esto tenía que ser una broma de mal gusto. Si me dieran un dólar por las veces que Hera ha intentado matarme, sería rico. ¿Qué me aseguraba que su hijita no tendría una idea diferente?
Llevar a Thalia iba a ser peligroso. Era hija de Zeus y serían claramente rivales.
—Ella está en peligro —afirmó Quirón—. El señor de los Cielos la necesita con vida. Pero habéis de tener mucho cuidado.
—Lo de siempre, ¿eh? —elevé las cejas.
—Peor —afirmó el centauro—. Y vosotros dos —miró a Thalia y a Nico con un brillo furioso—, ocultarlo todo ha sido un grave error por vuestra parte. Y será el mismo Zeus quién hable.
Los miré incrédulo mientras la chica se veía tensa y Nico abrumado y algo enojado.
Qué novedad.
Salimos de la Casa Grande y los miré acusadoramente. En ese momento, Jason, Annabeth, Leo, Piper, Frank y Hazel subieron por la colina.
—¿Tenéis una misión? —habló mi novia algo indignada—. ¿Debéis ir a por algún mestizo?
—Sí.
—No.
—Algo así.
Jason me miró.
—Venga, decid —nos miramos pero nadie habló—. Thalia, hermanita...
—Vamos a salvar a la hija de Hera.
Silencio.
—¿Dónde está? —preguntó Annabeth con miedo.
—En el loto —respondí—. Tranquila, estaremos bien.
Ella se acercó a abrazarme preocupada.
—Os estaremos esperando, supongo —musitó Hazel.
—Todavía no nos vamos —dije, poniéndome algo serio—. Nico, Thalia. Quirón dijo que íbais a responder ante Zeus por haberlo ocultado. ¿Qué sabéis?
Nico rodó los ojos aún tenso y la hermana de Jason suspiró con pesadez.
—Vamos a tu cabaña y contamos todo.
Y allí estábamos todos. Esperando que Nico y Thalia desembucharan todo.
