21. La primera borrachera

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Pov Elenna

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Pov Elenna

—Ok, el último —lo miré a los ojos. Asintió y dimos el último trago—. Uff... ¿Cuántas llevamos ya?

—Tú como 8 y yo 3 —respondió—. Creo que ya fue mucho. Pediremos un taxi.

Nico me ayudó a bajar del taburete. Debían ser las 11 o algo así. Salimos del bar y yo estaba terriblemente ebria pero infinitamente feliz.

—Llevan horas esperándonos en el Olimpo. Lo sabes, ¿verdad? —me advirtió.

—Vamos a hacernos un tatuaje y ya, lo prometo.

—Elenna...

—Si me amas, tatúate mi nombre -colgué los brazos en su cuello.

—No, algo diferente.

—Tengo una idea —sonreí—. Pero confía en mí.

—Elenna, me he emborrachado por primera vez. Me arrepentiré mañana de todas maneras.

—Te amo, rey.

Para mí sorpresa, Mike seguía en pie. No dudó en aceptar el trabajo cuando le mostré la idea del diseño. Nos tatuamos lo mismo en el mismo sitio: encima de la cadera, casi junto al ombligo. Eran dos manos haciendo una promesa de meñique y una de la manos era de huesos.

Salimos de allí cuando eran las 2 de la mañana y pedimos un taxi hasta el Empire State Building. Tenía el dinero justo. Porque sí, señores, estaba ebria pero consciente.

Nico seguía mirándose el tatuaje y tocando el protector con la mano. Estaba claro que no íbamos a ser bien recibidos así que lo del tatuaje iba a ser otro de nuestros pequeños secretos. Pondríamos cara de póker y negaríamos la palabra Whisky a toda costa.

Yo podía, pero el pobre Rey de los fantasmas era nuevo y se caía a los lados. No lo vuelvo a sacar del campamento.

—¡¿EN DÓNDE HABÉIS ESTADO TODO EL DÍA?! ¡NICO SE FUE A LAS 3 DE LA TARDE Y SON LA 2:15 DE LA MAÑANA! —gritó Hestia.

—¿Dónde habéis estado? —bramó Ares.

—En el cine.

—En el bar.

Miré a Nico con cara de besugo.

—En el cine —se corrigió.

Puso los ojos en blanco, mareado y se agarró a mí para no caerse.

—Claro. En el cine —Hazel se cruzó de brazos.

—El... vestido... —jadeó Afrodita viendo las mangas arrancadas y la falda con los bajos sucios y a la altura de mis tobillos. Además estaba descalza.

—Ya... Murddock me dejó un cuchillo.

—¿¡Cuchillo!? —exclamó ella horrorizada.

—Bueno, creo que me voy a la cama... —cogí a Nico del brazo y ambos empezamos a caminar hacia atrás.

La hija de Hera || Nico di Angelo|| ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora