Leo me miró desconcertado al tiempo que se colocaba en pie frente a mi. El color rojo de sus ojos dejó de parecer reflejo del dolor para convertirse en furia viva. La forma en la que esa vena se dibujaba sobre su frente y sus labios se separaban en absoluto descrédito.
-Ese no es el nombre del sujeto que mató a Drake?- preguntó.
Miré al piso incapaz de hacer contacto visual con él, sintiendo las grandes de las vergüenzas por haberle puesto una vez más en esa clase de situación.
-Sam?- insistió.
-Si. Lo es- finalmente respondí.
Leo se llevó las manos a la cabeza caminando de lado a lado.
-¿Qué demonios hace ese tipo aquí Sam? ¿Por qué estaba anoche en el café? Por Dios!!- exclamó exaltado.
-Vino por unos negocios suyos, no me volverá a buscar...-
-Pero por qué te buscó en primer lugar? Hay que ir a la Policía, poner una orden de restricción o algo así-
-No exageres Leo. Klaus nunca me haría nada malo- dije.
-Qué? Cómo diablos lo sabes Sam? ¿Lo conoces acaso? Creí que habías dicho que era socio de Drake, a quien mató por cierto, y nada más- dijo Leo casi a los gritos.
-Shhh... Baja la voz. Andrew esta durmiendo-
-Es que esto me da ansiedad, parece que cada que hay una luz alguien tiene que venir a arruinarlo todo. Porqué diablos no me lo contaste antes Sam? Maldita sea estoy tan harto de todo esto!-
-¡Perdón si?! Perdón! Lo arruine otra vez. Debí decirte lo de Klaus, es solo que quería... Ni siquiera sé lo que quería-
Por espacio de una hora la casa se bañó con el silencio que solo pudo ser interrumpido por las travesuras de nuestro pequeño. Durante todo aquel día Leo evitó hablar conmigo o incluso mirarme escudándose en cada ocasión que coincidíamos detrás de Andrew lo que merecía por todo lo que le había hecho pasar y aún más por las cosas que no eran de su conocimiento.
-Qué haces?- le pregunté al caer la noche cuando le encontré tomando su pijama y unas sábanas del armario. No me respondió y solo bajó las escaleras, le seguí a distancia. Aquella fue la primera de cinco noches en las que Leo se quedó a dormir en el sofá. Que no me hablara era una cosa, pero que no quisiera ni compartir el mismo espacio conmigo era demasiado para mi corazón. Se iba al trabajo temprano y regresaba después de cenar, se daba un baño, tomaba una ducha y bajaba a su nueva cama.
-Si quieres que me vaya solo dilo. Estoy harta de esto- le dije desde la puerta mientras él terminaba de cepillarse los dientes. Me miró por escasos segundos, se tentó a responderme algo pero al final ni una vocal dejó sus labios.
Aquella noche Klaus me visitó en sueños rememorando la primera vez que estuvimos juntos, con el corazón a mil latidos por segundo, la adrenalina excitante que provocaba el estar bajo las narices de Drake.
Desperté agitada, no quería soñar con Klaus o Drake, quería que Leo continuará siendo el único dueño de mis pensamientos y mis fantasías más profundas, quería que fuese el padre de mi hija, de Andrew, que envejeceremos juntos. No deseaba seguir pensando en Klaus y sus besos, en la manera tan aterradoramente atrayente en la que sus ojos azules me veían, quería que Leo fuese mi todo y que yo fuese todo para él.
Me levanté de la cama y bajé al primer piso. Me senté en el suelo junto al sofá donde Leo descansaba tan pacífico. Se había dormido leyendo un libro por lo que con cuidado le quite las gafas y el libro y los coloque en la mesa.
-Yo no quiero que tu me odies... He hecho todo mal y aun hay...cosas que tú...-
Me acerqué a sus labios y le besé tímidamente entonces me di cuenta que si quería tener una minúscula oportunidad debía decirlo todo. Era momento de limpiar el alma, la mente y suplicar por su perdón.
Al aclarar el día, justo antes de que Leo y Andrew salieran de casa, le detuve en la puerta tomándolo por el brazo.
-Tenemos que hablar- dije.
-Okey. Tengo que llegar al colegio, reunión de maestros. ¿Almorzamos?- preguntó con una pequeña sonrisa dibujada en la esquina izquierda de su boca.
-Si- dije sin más.
Me despedí de Andrew con un abrazó y procedí a limpiar algo la casa para matar el tiempo, preparé pollo a la parmesana y ensalada para ambos ya que Drew almorzaba en el colegio.
Leo devoró todo su plato en silencio y preparó una taza de café para ambos, la cual disfrutamos yo sentada en un sillón mientras que Leo estaba frente a mi en el sofá de la sala.
-Todo estuvo delicioso- dijo Leo.
-Gracias-
Leo me miró fijamente a los ojos. Se puso de pie frente a mí y me ayudó a levantar tomándo me de las manos para luego sentarse en el sofá y hablar hasta caer sentada sobre sus piernas las cuales acomodo rápidamente a cada lado de sus caderas. Colocó su mano de frío tacto sobre mi cuello apartando el cabello. Acercó su rostro al mío, su boca con sentimientos deseosos por tocarme se lamió los labios.
-Leo...-
-Sentí tu beso anoche... Creí que estaba soñando pero tu perfume se quedó en el aire y entonces me pregunté, ¿qué diablos estás haciendo Leo Stewart?- susurró.
-Leo yo...-
-Saldremos de todo esto Sam. Quiero tener una gran familia contigo, con Andrew-
-Leo tengo que decirte algo...algo que hice...- dije.
Leo no pareció escuchar mis palabras y tomando mis labios con los suyos, me robó el aliento con uno de los mejores besos que él alguna vez me había dado entonces me invadió el recuerdo de el mejor beso que alguien jamás me había regalado, el beso de Klaus.
-Basta!- le grité alejándo me de él.
-Amor? ¿Hice algo malo? - preguntó.
-No. Yo soy la que hago todo mal. Leo yo... Yo me acosté con otro hombre mientras estaba en la casa de Drake-
Jamás había visto esa expresión en el rostro de Leo, una mirada indescifrable mientras permanecía en absoluto silencio.
-Leo?- dije en tímida voz esperando una respuesta no menor a maldiciones y gritos.
-Estoy seguro que tuviste que hacerlo...- dijo.
-Qué...?- pregunté al escucharle. Leo tomó mis manos en las suyas, me besó la frente y rodeándo me con sus brazos, me acercó a su cuerpo en un abrazó.
-El pasado no importa Sam. Lo que importa es que me lo has contado...-
-Pero es que...-
-Shhh... No. No quiero saberlo Sam. No digas nada más-
No tenía ni la menor de las ideas de como se suponía que debía sentirme luego de eso. "Seguro que tuviste que hacer lo"... Pero no tenía y aún así...
La reacción de Leo me daba miedo ya que hubiese preferido mil veces que me gritara y me llamara perra a que se comportara como si no le hubiera dicho que le fui infiel con otro hombre. Mi cargo de consciencia seguí allí al no poder contarle porque lo hice y con quien.Un par de días transcurrieron y para mi sorpresa o alivio las cosas parecían de una vez y por todas, estar tomando el camino en el que se habían quedado antes de que Drake apareciera de nuevo en mi vida.
Leo comenzó a invitar a sus amigos a cenar, e incluso salíamos todos a pasear o de picnic. Se suponía que debía estar feliz, Drake estaba muerto, Leo y Andrew estaban conmigo, pero me faltaba algo, algo a lo que no le podía poner nombre.
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Marcada: Aún soy propiedad de Drake Jacobs.
Genç KurguSam y Leo vienen una vida tranquila en Sedney junto Andrew quien Leo a acogido como su hijo. Todo en su vida parece perfecto, quizás demasiado perfecto. Es entonces cuando un fantasma del pasado regresa para reclamar lo que juró que siempre le perte...