Capítulo 4 | Un baile para recordar

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En su antigua vida, Marie odiaba salir de fiestas. Le parecía aburrido estar sentada, viendo a las personas bailando. No era porque no supiera seguir algunos pasos, pero el hecho de tener que exponerse demasiado ante una bola de gente, no le agradaba.

Y no solo eso, también le provocaba dolor de cabeza dedicar su tiempo a descifrar qué podía vestir en una fiesta para sentirse cómoda. Por eso se alegró cuando se presentó en la casa de los Andrew.

Marie se presentó luciendo un maravilloso vestido; en la parte central, era blanco y a su alrededor, como si quisiera cubrir la pureza del vestido, la tela azul la abrazaba con encanto, creando una magnífica pieza de arte. El moño ubicado en la pechera, le daba un toque de ternura, y las tiras cruzadas que iban desde el pecho hasta rodear su cuello, la hacían lucir una mezcla de elegancia y rebeldía.

La señora Elroy, conocida como la tía abuela, se emocionó al ver a sus invitados. La mujer saludó educadamente a sus padres y soltó varios halagos para ellos. Detrás de ella, Marie alcanzó a ver a un rubio de ojos azules, un castaño de cabello largo y un chico alto con anteojos, cada uno vistiendo con su Kilt; una prenda típica de Escocia e Irlanda.

Sin duda eran los tres nietos de la señora Elroy; Anthony, Archie y Stear.

Marie sabía que los tres eran unos chicos atractivos, pero no se imaginó que lo fueran al nivel que sus ojos los apreciaban.

«Un buen trío de buenmozos».

La castaña se inclinó de forma educada, saludando a los muchachos. Ellos imitaron la acción un poco impresionados de verla.

Marie se imaginó que la sorpresa de los muchachos se debía a sus escasas apariciones en público, o por su deslumbrante apariencia de ese día.

Ese no era el caso.

Los tres jóvenes no se detuvieron demasiado en apreciar su belleza o educación, su asombro no iba por esas superficialidades. En realidad, la sorpresa era para ocultar el desagrado que les generaba ver a la famosa e hipócrita Marie Bennett.

—Guau, Marie, te ves divina —halagó la señora Elroy—. Miren muchachos, así se ve una linda señorita. ¿Ese vestido es una pieza traída de Francia?

—No, señora. El diseño es mío y la confección fue hecha por una vieja conocida francesa —respondió Felicia, orgullosa de su trabajo.

—No tenía idea que diseñaras. Es una pieza asombrosa —felicitó la anciana.

—Felicia tiene una creatividad sorprendente. —Ian también estaba admirado por el gran trabajo de su mujer—. Lo mejor es seguir mostrando piezas como estas a Estados Unidos.

—Me parece lo mejor. Aunque tenemos un patrón usual en nuestras vestimentas, me gusta la frescura de su creatividad, señora Bennett.

—Oh, se lo agradezco. Estábamos pensando en lanzar un nuevo negocio basándose en mis diseños.

—¿Así? —La señora Elroy se mostró curiosa—. Los Andrew estarían muy interesados en saber sus planes. Muchachos, denle un recorrido a Marie, mientras hablo con sus padres... ¿Muchachos?

Los emblemáticos nietos de la señora Elroy, desaparecieron sin que ninguno se diera cuenta.

—Oh, mis nietos son unos traviesos.

—No se preocupe, señora. Marie puede recorrer el lugar sola —dijo Ian Bennett, tratando de ocultar su incomodidad.

Marie, en el poco tiempo que llevaba conociendo a sus nuevos padres, se dio cuenta de que Ian solía ocultar mucho su indignación y enfado ante los demás. Sobre todo, cuando se trataba de la falta de respeto de los "jóvenes malcriados'', como él solía decirlo.

La Bruja del Tiempo | Candy CandyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora