Capítulo OO5: Last class

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Chou estaba al pendiente de todos, Sana estaba bastante confundida por eso ya que parecía estar planeando algo, y para ser sinceros, le daba bastante miedo lo que pasaba por la gran mente maestra de la menor, instintivamente sus muslos se aprietan y siente como su corazón late con mucha fuerza, golpea tan fuerte su caja torácica que de seguro en cualquier momento saldrá disparado, subió la mano a su pecho y trató de relajarse un poco pero es que no podía, tenía demasiado curiosidad necesitaba saber que era lo que pasaba por la mente de la taiwanesa.

Mordió levemente su labio inferior al darse cuenta que faltaban menos de cinco minutos para enterarse, lo único que le importaba era que todos se fueran rápidamente para ella quedarse y actuar como que todo está bien, siempre hacia lo mismo para poder ver a Tzuyu y hoy no será la excepción solo que parece que ésta vez es un pensamiento que ambas comparten, acomodó su cabello un poco buscando la atención de la rubia, ésta la miró de reojo y sonrió un poco.

Sana era demasiado atractiva no lo podía negar sobre todo cuando se subía la falda de una manera en la que sólo Tzuyu lo sabía, la estaba provocando y lo hacía de la mejor manera posible, dejando a plena vista sus blancas y aterciopeladas piernas, desvió la mirada al reloj de pared y comenzó a mover el pie al ritmo de las agujas, ese tic tac la estaba llevando a la locura, aún con toda la desesperación que tenía no dejaba de tener la misma expresión neutra como si nada estuviera pasando porque así debía actuar antes de que todos se dieran cuenta que se están trayendo algo entre manos.

"La clase ha terminado, pueden retirarse". Poco a poco los estudiantes fueron saliendo, por último quedó la profesora, quién subió la mirada y se quedó viendo a las únicas dos chicas que quedaban. "Serán las encargadas de limpiar todo". Asintieron cabizbajas, entre más tristes parecieran mucho mejor, así nadie las molestaría.

La puerta se cerró, Tzuyu se acercó a este echó un vistazo y la trancó, nada podría salir mal con lo que tenía en mente, todo sería perfecto y sería un buen inicio de semana.

"Hola". Se acercó por detrás a Sana, ésta estaba limpiando el escritorio. "¿Cómo estás, preciosa?". Minatozaki sintió que sus bragas estaban tan mojadas que no podría ocultar lo caliente que estaba por tanto tiempo, se quedó mirando la pizarra y suspiró.

"Estoy muy bien". Contestó a secas, quería parecer que estaba enojada.

"¿Que tal si hacemos algo para que no estés así?". Sonrió y justo cuando estaba por darse la vuelta, sintió un fuerte golpe en su muslo que la dejó inmóvil, abrió los labios para hablar pero otro golpe, más fuerte que el anterior, aterrizó en el mismo lugar.

No sabía cómo había encontrado esa regla pero si que la sabía usar, se retorció en el cuarto golpe, estaba tan mojada que sentía como se deslizaba por el interior de sus muslos los cuales temblaban como gelatina, necesitaba los dedos de la menor enterrados en su coño hasta lo más profundo.

Que la hiciera venirse una y otra vez hasta que no pudiera más, que volviera a marcarla como lo hizo ese día.

Cada cosa que pensaba era una corriente por todo su cuerpo que la hacía jadear, deseaba y necesitaba atención de alguien que estaba haciendo que sus pálidos muslos tomarán un poco de color, los ojos de Tzuyu brillaban, estaba tan feliz que no podía aguantarse, un golpe tres veces más fuerte impacto muy cerca de su glúteo, tanto que la falda se movió dejando a la vista su humedad.

"Estás empapada". Estaba asombrada, se acercó y pasó dos dedos por encima de las bragas dándose cuenta que era más de lo que imaginaba. "¿Que debería hacer?". Apretó los labios y con un solo brazo la subió al escritorio. "Abre las piernas para mi". Se agachó y le quitó las bragas.

Subió un poco la mirada mientras le besaba el interior de los muslos, Sana estaba roja y jadeante, la necesitaba y no era tan mala para hacerla esperar por tanto tiempo, con la punta de su lengua presionó el clítoris, la mayor arqueó la espalda y gimió, aquel sonido hizo que Chou acercará lentamente los labios y lo chupara, cerró los ojos y se concentró en el dulce sabor de la mayor mientras tarareaba una canción.

Amaba sentir como se retorcía y escuchar como gemía su nombre era un deleite. "Sigue así". Metió la lengua en su interior y comenzó a moverla con rapidez, quería que acabará rápido pero tan intenso que no pudiera caminar.

Sana era un mar de gemidos, hace una semana que no hacían nada es que ni siquiera se tocaban, todo quedó en neutro ya que no estaban muy seguras de cómo debían actuar en la presencia de la otra, porque ya estaban metiéndose mucho en la piel de la contraria como para decir que eran solo amigas y no estaban enamoradas como para querer tener algo más de lo que ya tenían, así que eran casuales, ese fue el nombre que decidieron ponerle a lo que tenían.

Tzuyu le hacía lo que ella quisiera y de vez en cuando era al revés, nada podría salir si ambas partes estaban muy claras de lo que son, amigas que se divierten, sin confundir nada, siendo lindas pero no tanto, esa era la clase de relación que Sana necesitaba ya que no quería tener una atadura, otra vez, porque la última no fue la mejor de todas, fue una de las razones por las que estaba en Corea.

Y se lo agradecía ahora podía disfrutar de la lengua de una chica que es muy buena en lo que hace.

"Falta poco bebé". Avisó y le colocó la mano en la cabeza acercándola, entre más cerca mejor, sentir como la rubia succionaba, lamía y de vez en cuando daba leves mordidas la estaba dejando sin aliento, arqueó la espalda y apretó los muslos ahorcando a la contraria quién batallaba por no separarse. "¡Tzuyu!". Gimió tan alto que estaba muy segura que la escucharon pero le daba igual, le gustaría que sepan quién la acompañaba.

La nombrada se levantó y sonrió un poco, acercándose a los labios de la mayor para darle pequeño beso. "Te espero en la habitación". Sana frunció las cejas y miró, impresionada, como se alejaba.

"¡Chou Tzuyu vuelve acá!". No sentía las piernas y debía acomodar todo el salón, estaba en serios problemas.

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