10.

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(Yoonseok AU. Omegaverse)

Hoseok despertó de un dulce sueño, se estiró y sonrió sensualmente

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Hoseok despertó de un dulce sueño, se estiró y sonrió sensualmente. Así que aquello era la felicidad. Aquello era lo que había estado buscando, lo que sus padres tenían y había hecho posible que se mantuvieran unidos a lo largo de los momentos más duros de la vida.

Aquello era el amor. Amaba a Min Yoongi. Sonrió ante la maravillosa magia del sentimiento más puro, sintiendo cómo lo cambiaba a uno, cómo cambiaba todo lo que uno creía ser.

El otro lado de la cama estaba vacío. Giró hacia él y enterró el rostro en la almohada sobre la que había descansado la cabeza de Yoongi, tratando de aspirar su aroma. Suspiró y se estremeció debido a los recuerdos de la noche pasada.

—¿Yoongi? —llamó.

El reloj del alfa estaba en la mesilla de noche. Eran las nueve y el sol entraba a raudales por la ventana. Hoseok tomó el reloj y se lo colocó en la muñeca.

—¿Yoongi? —volvió a llamar, mirando hacia la puerta.

El amor lo cambiaba todo, le hacía ver lo que debería haber visto antes. Todo lo que tenía que hacer era decírselo. Sólo decírselo y explicarle la verdad. Yoongi lo amaba. La noche pasada había sentido que quería decírselo... quiso decirlo, pero también quiso esperar para saborear el momento. Pero ahora no podía esperar más.

Salió de la cama, desnudo, sintiendo que su cuerpo nunca había sido más bello que en ese momento, que no había sido bello hasta que Yoongi lo había tocado.

—¿Yoongi? —la puerta del baño estaba abierta y Hoseok se encaminó hacia el cuarto de estar y la cocina.

El apartamento estaba vacío. La cadena de la puerta estaba quitada. Yoongi se había ido.

Probablemente había salido a comprar el periódico de la mañana y algunos bollos para el desayuno. Se colocó una camiseta extra grande y preparó café , puso la mesa en el balcón de la cocina de Jimin.

Luego se sentó y bebió una taza mientras leía el periódico del día anterior. El café se enfrió y Yoongi aún no había vuelto. Por enésima vez, Hoseok consultó su reloj. Las diez menos veinte.

Se le ocurrió que tal vez le había dejado una nota, pero no encontró ninguna. Si hubiera tenido una cita, o algo que hacer relacionado con su trabajo, se le habría informado... ¿o no?

A las diez sonó el teléfono. Corrió a contestar.

—¿Hola? —saludó, esperanzado.

—¿Hoseok? —dijo la voz de Yoongi.

El omega se estremeció ante la peculiar transformación de su realidad. Yoongi tenía aquel número como perteneciente a Hoseok.

—¡Hola, Yoongi! —dijo—. ¿Qué sucede?

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