11.

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(Yoonseok AU. Omegaverse)

Yoongi envolvió dos patatas en papel de plata y las metió entre los carbones de la barbacoa

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Yoongi envolvió dos patatas en papel de plata y las metió entre los carbones de la barbacoa.

—Tardarán una hora en hacerse —dijo—. ¿Te apetece algo de beber?

Sin esperar la respuesta de Hoseok, fue a la casa y volvió al cabo de unos momentos con una botella de champán y dos copas. Tras llenarlas, le alcanzó una y brindó con el omega.

—Por nuestra mutua satisfacción —dijo, mirándolo seductoramente con aquellos ojos gatunos.

¡Se estaba comportando como un completo Donjuán!, pensó Hoseok. No le gustaba esa actitud, pero lo cierto era que no podía resistir el atractivo físico de Min Yoongi. Había algo en él que lo excitaba sin que para ello necesitara mover un solo dedo, y ahora, además, ya sabía que era un amante dulce y experto, lo cuál hacía que le resultara aún más difícil resistirse.

Terminó su copa de champán demasiado pronto. Tenía sed y debería haber bebido un vaso de agua antes. Pero antes de que pudiera levantarse a por uno, Yoongi volvió a llenarle la copa. Según lo bebía empezó a sentirse más y más adormecido.

—Déjame enseñarte como poner plana esa hamaca luego te daré un poco de crema bronceadora para que puedas relajarte mientras cocino.

Hoseok sonrió perezosamente.

—Bien... —fue todo lo que dijo.

El tono de la voz de Yoongi sugería que no pensaba dedicarse precisamente a cocinar mientras el omega se relajaba, pero no fue capaz de protestar, sobre todo después de la segunda copa.

Unos momentos después, cuando el alfa le dijo que se tumbara boca abajo en la hamaca, Hoseok obedeció dócilmente, dispuesto a aceptar lo que tuviera preparado para él.

Oyó como abría la tapa de la crema y enseguida percibió un intenso aroma a coco. Sintió que Yoongi le subía el dobladillo de la camiseta, dejando su espalda totalmente expuesta al sol. Unos momentos después, empezó a masajearlo.

Sus manos encontraron con facilidad los puntos de tensión del cuello de Hoseok, y trabajó con ellos, liberando la rigidez acumulada tras horas y horas frente al ordenador. El omega comprendió que, más que darle crema bronceadora, lo que estaba haciendo Yoongi era darle un auténtico masaje. De todas formas, suspiró agradecido, expresando su placer.

Poco a poco, el alfa fue deslizando sus expertas manos hacia la parte baja de la espalda de Hoseok, utilizando los pulgares para reblandecer la musculatura, enviando constantes mensajes a las terminaciones nerviosas y los sentidos del omega. El olor a aceite de coco, el calor del sol y las manos de Yoongi, la fuerza de sus dedos, que podía transformar en delicadas caricias, le hicieron perder toda capacidad de resistencia.

Con lenta seducción, deslizó las manos de nuevo hacia la parte alta de su espalda, para descender luego con ellas a los lados del cuerpo de Hoseok, rozando apenas la sensible piel de su pecho hasta alcanzar las caderas. De vez en cuando, el omega gemía apreciativamente, pero Yoongi no parecía necesitar ninguna respuesta y finalmente, Hoseok se entregó al puro lujo de aceptar placer sin la responsabilidad de la gratitud.

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