Doce

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Todo estaba listo

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Todo estaba listo.
Mi equipaje para la visita de dos días «a Emily» estaba preparado, y la bolsa me esperaba en el asiento del copiloto de mi coche.
Billy le había pedido prestado el bote al Viejo Quil Ateara, y había invitado a Charlie a pescar en mar abierto antes de que empezara el partido de la tarde al día siguiente. Collin y Brady, los dos licántropos más jóvenes, se quedarían para proteger La Push, aunque eran tan sólo unos niños de trece años. Aun así, Charlie estaría más seguro que ninguno de los que se iban a quedar en Forks.

Yo había hecho cuanto estaba en mi mano. Traté de convencerme de ello, y también de apartar de mi cabeza la gran cantidad de factores que quedaban fuera de mi control. De un modo u otro, en cuarenta y ocho horas todo habría acabado. Era un pensamiento casi reconfortante.

En los últimos días los lobos y los vampiros habían estado preparándose para la venida de los neofitos. Gracias a una de mis "teorías", ahora consideraban que Victoria podría estar detrás de todo ésto. Aún así, me sentía medianamente inútil, no podía hacer algo que ayudará realmente.

—¿Podemos olvidarnos de todo por una noche? —Me había suplicado Jacob, desatando sobre mí todo el poder de su mirada—. Parece que nunca tenemos tiempo para nosotros.

No era una solicitud difícil de aceptar, aunque una cosa era asegurar que iba a olvidar mis temores y otra hacerlo de verdad. Pero ahora tenía otras cosas en que pensar, sabiendo que disponíamos de esta noche para nosotros dos solos, lo cual me ayudaba. Algunas cosas habían cambiado, por ejemplo, ya estaba preparada. Preparada para unirme a su familia, porque eso era la manada, y a su mundo. Así me lo revelaban el miedo, la culpa y la angustia que experimentaba en ese momento. Tenía miedo que les hicieran daño, tenía miedo que lastimaran a la manada, a Charlie, pero sobretodo, tenía miedo que lastimaran a Jacob.

Mi madre solía decir que en los momentos difíciles era donde los sentimientos se mostraban más esclarecedores. Ahora estoy segura que tenía razón. En éstos momentos, estando tan cerca de una batalla, los sentimientos que tengo por Jacob me golpean de forma contundente. Cómo una repentina voz dentro de mí, cómo si todo el tiempo que pasé intentando negarlo solo la hubiera fortalecido y pasó de ser un susurro a un grito «sigo aquí, estúpida»

Teniendo en cuenta la decisión que había tomado, no me extrañó descubrir lo nerviosa que estaba mientras conducía el largo trecho hasta su casa. No sabía cómo hacer lo que quería hacer, y estaba muerta de miedo. ¿Cómo mierda se hacía una declaración amorosa? Debí haber visto más películas románticas, pero no, la niña prefería ver John Wick.

Al ver lo despacio que conducía, Jacob, que iba en el asiento del copiloto, trataba de contener una sonrisa. Me sorprendió que no insistiera en tomar el volante, pero esa noche mi velocidad de tortuga no parecía molestarle.
Ya había oscurecido cuando llegamos a su casa. A pesar de ello, el lugar se veía iluminado por la luz que brillaba en todas las ventanas.
Bajamos de la camioneta y entramos a su casa.

—¿Y Billy? — pregunté cuando no ví rastro de él.

—No está, fue a ver al consejo — me explicó Jacob con rapidez mientras iba a su habitación.

Ser Bella SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora