Catorce

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A pesar de que me hallaba dentro de la tienda, había mucha luminosidad cuando me desperté por la mañana y la luz del sol me hirió en los ojos

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A pesar de que me hallaba dentro de la tienda, había mucha luminosidad cuando me desperté por la mañana y la luz del sol me hirió en los ojos. Estaba sudando, tal y como había predicho Jacob, que roncaba suavemente junto a mi oreja y mantenía los brazos enlazados alrededor de mi cuerpo.
Aparté la cabeza de su pecho caliente, casi enfebrecido, y sentí el aguijonazo de la mañana fría en mi mejilla bañada en sudor. Él suspiró en sueños y apretó los brazos en torno a mí de forma inconsciente.

Levanté mi mirada y detalle cuidadosamente las facciones del chico dormido. Su rostro tenía una mueca relajada, sus pestañas parecían aún más largas con sus ojos cerrados, su boca se movía de vez en cuando murmurando algo entre sueños. Era lindo, muy lindo, pero aún más que eso era caliente. Y está vez no hablo desde mi mente turbia, no, está vez lo digo en una forma literal, el niño era como un cobertor con patas, ni la cobija de tigre que tenía en mí vida pasada calentaba tanto como él.

La noche anterior había sido realmente fría, por eso fue que Jacob terminó metiéndose dentro de mí saco para dormir.

—¿Disfrutas la vista? — preguntó repentinamente Jacob con voz ronca. No se había molestado siquiera en abrir los ojos.

—Algo — respondí con sinceridad.
Jacob soltó una pequeña risa gutural, se acurrucó y bostezó.
—¿Has pasado una buena noche?

—Posiblemente.
Jacob sonrió y entornó los párpados.

Un aullido interrumpió el silencio de afuera.
—Seth ha llegado — dijo Jacob en un susurro. —En tal caso, supongo que ya me echaré luego una siesta —Jacob puso mala cara—. De todos modos, debo hablar con Sam.

Se arrodilló y echó mano al deslizador de la cremallera del saco de dormir.
Un dolor repentino zigzagueó por mi columna vertebral y se alojó en mi vientre en cuanto me di cuenta de que quizá no volviera a verle. Regresaba con Sam para luchar contra una horda de vampiros neófitos sedientos de sangre.
—Jacob, espera.

Estiré el brazo para retenerle, mi mano se escurrió por su brazo, y terminó por aferrarse a la suya.

—No te preocupes por mí, Bella. Estaré bien, como siempre —soltó una risa forzada—. Además, ¿crees que voy a dejar que Seth ocupe mi lugar, se quede con toda la diversión y me robe la gloria? ¡Seguro! —bufó.

—Ten cuidado…
Supe que mi rostro denotaba pena porque él aspiró y una media sonrisa endulzó su expresión.

Me estaba mirando, maravillado con cada detalle.
—Tengo que irme —susurró.

—No quiero.
Sonrió, satisfecho por mi respuesta.

—No tardaré mucho —me prometió—, pero una cosa primero…
Se inclinó para besarme. Sus manos se deslizaron con suavidad por mi rostro y sus labios cálidos fueron suaves, inesperadamente indecisos. Duró poco, y fue dulce, muy dulce.
Sus brazos se cerraron a mi alrededor y me abrazó con seguridad mientras me murmuraba al oído.
—Volvere, te lo prometo Isa.
Salió de la tienda antes de que pudiera decir algo más.

Ser Bella SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora