Capitulo O9.

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Día 272.


No había podido dormir en toda la noche, estaba nervioso, ansioso, emocionado, sorprendido, asustado y muchas más sensaciones que no podía describir con palabras.

Eran las, quien sabe, seis de la mañana supongo yo, ya que el sol se comenzaba a hacer presente, y si no fuera porque había perdido el habito de morderme las uñas, ahora mismo no tendría ni nudillos.

Me encontraba tapado hasta el cuello, de costado y tenía los ojos cerrados, lo cual era tonto, porque no me iba dormir ahora, era imposible.

Sentí la puerta de la habitación de hotel abrirse, no me gire, ya que sabía quién era, ¿Quién más podría venir a levantarme hoy? Y comprobé mi duda, cuando sentí un cuerpo encima mío y por Dios... este no era un buen momento para que Frank apareciera, no... no lo era, ya que no era el "único" que se encontraba despierto en estos momentos.


- Gerard – me susurro Frank en el oído, y no... no seguía siendo una buena idea – levántate, hoy es el gran día – me dijo y juro que sabía que estaba sonriendo aunque no lo estuviera viendo.

- Frank... - susurre, mientras me tapaba el rostro con las mantas – ya voy... - susurre, nervioso, mientras me mordía el labio inferior.

- Vamos Gerard, ¿dónde está la emoción? – me dijo, quitándome la manta de un tirón y sentándose encima mío, y no... esto no era bueno... no.... Esto no tenía que pasar ¿Por qué me pasaban estas cosas a mí? – Gerard... - susurro, mientras decía las palabras con lentitud y su mirada bajaba a su pierna, la cual estaba apoyada contra mi nada disimulada erección, por lo que me sonrojo completamente – oh nene... es normal – me dijo, mientras se carcajeaba y me despeinaba los cabellos, pero yo no podía sentirme tranquilo, estaba avergonzado y sentir las manos de Frank en mío cabeza y su pierna apoyada contra mi miembro, no lograban que pudiera pensar en otra cosa.

- Y... yo... emmm... Frank... esto... mmm... incomodo... - trate de decir, pero estaba completamente avergonzado y mi rostro se encontraba mirando la pared blanca que estaba enfrente mío como si fuera lo más interesante del mundo.

- Per... perdón – dijo, moviéndose a un lado mío y ahora, bajándose de la cama, quedando a un lado de esta, parado, mirándome fijamente (ya que estaba enfrente de mi rostro), me mordí el labio inferior, completamente avergonzado – ey... que no te de vergüenza, a todos nos pasa – dijo, mientras se colocaba de cuclillas enfrente mío y me acariciaba la cabeza.

Asentí, y cuando levante un poco la vista, mis ojos se encontraron con lo de Frank, y tal vez pasaron segundos, tal vez minutos, quien sabe, pero nos encontrábamos ahí, mirándonos fijamente.

Frank comenzó a acercarse a mi lentamente, y yo no podía reaccionar, quería moverme, empujarlo, algo... pero mi cuerpo no me respondía, mi corazón solo latía como si quisiera salir de mi cuerpo y mis ojos se abrían a cada centímetro que Frank se acercaba a mi rostro, y wuouw, me beso.

Junto nuestros labios, sin hacer nada realmente, solo mantener el contacto, sentí el colchón hundirse y una mano de Frank en mi hombro, haciendo que quedara boca arriba, con él a un costado mío y sus labios aun sobre los míos.

Sus dedos acariciaban mis mejillas y descendían hasta mi cuello, y poco a poco, sentí como él separaba nuestros labios, para quedarme mirando fijamente.

Se sentó encima mío, con sus piernas a cada lado mío y su trasero sobre mi erección, y sin darme cuenta gemí, con solo sentir aquel roce, mientras una fuerte corriente eléctrica recorría mi cuerpo.

Vi a los ojos a Frank, y este me miraba con un brillo especial, sus pupilas dilatadas y cuando vi sus labios, pude ver como se los relamía con su lengua.

Comenzó a balancearse encima mío, lo que hizo que abriera mi boca para gemir, pero estos no lograron salir más haya de mis labios, ya que Frank había aprovechado el momento para besarme e introducir su lengua en mi boca.

Yo no sabía qué hacer, estaba como si fuera una piedra. Y es que realmente no sabía qué hacer, mis manos estaban a cada lado de mi cuerpo, recostadas, y solo las moví para apretar las sabanas.

Y pareciera que Frank me había leído la mente, ya que había agarrado una de mis manos y las coloco sobre sus piernas, moviéndolas sobre ellas y luego las soltó.

Abrí la boca de sobremanera, para juntar más aire, y escuche un suave gemido de parte de Frank, abrí mis ojos sorprendido, sin saber en qué momento los había cerrado, y me di cuenta que mi mano, la que él había agarrado con anterioridad, estaba sobre su trasero.

¿En qué momento la había movido hasta ahí? No tengo la menor idea, pero se sentía bien.

Sentí las frías manos de Frank, meterse adentro del pantalón de mi pijama, y agarrar mi miembro completamente duro y me puse completamente rojo de la vergüenza, más porque antes de hacer eso había tocado los colgajos de piel flácida que tenía en el abdomen por la pérdida de peso.

Y en ese momento reaccione, tratando de alejarlo de mí por la vergüenza.


- Gee... - me susurro contra el oído, con la voz completamente ronca por la excitación, lo que provoco que las lágrimas se hicieran presente.

Me daba vergüenza...


- Tranquilo nene... - me susurro y comenzó a besar mi cuello, dándome pequeños mordiscos, mientras con su mano libre me acariciaba las mejillas que estaban bañadas de mi sudor y mis lágrimas, y con su otra mano, apretaba mi miembro, subiendo y bajando, lo cual logro que un par de gemidos se escaparan de mis labios – sos hermoso... - me susurro en el oído, mientras pasaba su lengua por mi lóbulo y luego volvía a besar mi cuello.


Y no se en que momento Frank se encontraba sobre mi entrepierna, ni mucho menos, cuando bajo el pantalón de mi pijama, y le daba pequeños besos a mi miembro.


- No... Frank... para... estoy... su... cio... - trate de decir, pero a él no le importó y antes que pudiera decir algo más, había metido todo mi miembro en su boca y comenzaba a subir y bajar, mientras yo me tapaba la boca con mi mano para no gemir fuerte.


Sin darme cuenta, estaba moviendo mis caderas, tratando de sentir más la boca de Frank y su saliva en mi miembro y tras un par de embestidas me vine en la boca de él.

¿Estaba agitado, confundido, feliz, triste? No lo sé, era una mezcla de todo.

Cuando caí en cuenta de lo que había pasado, me senté de golpe en la cama y me quede mirando a Frank con los ojos abiertos, pero él solo me sonreía, se acercó a mí y me dio un pequeño beso en los labios, lo cual solo logro que me confundiera más.


- Vamos Gee... tenemos que ir a que te preparen para la operación – me dijo con su hermosa sonrisa, pero yo no esperaba que me dijera eso.

Tampoco sé que era lo que realmente quería que me dijera, pero solo asentí y me levante de la cama, saliendo corriendo hacia el baño, me encerré y comencé a llorar sin saber realmente porque. O tal vez si lo sabía.

Tal vez solo quería una explicación, o tal vez... solo tal vez, esperaba que Frank me dijera que me amaba...

Y aunque buscara otra razón en mi mente, yo sabía que solo estaba llorando, porque esperaba eso, una confesión de Frank.


*


Estaba recostado en una cama de hospital, antes de eso el medico había marcado con un marcador negro las partes de piel que me iban a quitar, y wuouw... era mucho.

Ahora me encontraba con mi madre y mi hermano, quienes habían venido desde New Jersey para estar conmigo antes de la operación, y debo admitir que me era muy divertido ver a mi madre y mi hermano más nerviosos, y hasta, mas ansiosos que yo.

Me despedí de ellos con una sonrisa y fui llevado a la sala de operación, y antes de llegar a la misma, pude ver a Frank, quien me miraba con una gran sonrisa en los labios.

- Nos veremos en 3 meses Gerard – fue lo que entendí, a pesar de que estaba anestesiado, por lo que solo lo quede mirando.

No... no le había preguntado qué había pasado, ¿Por qué había hecho eso?... porque si, era un miedoso, un cagón y me aterraba saber la respuesta.




Día 365.



- Hace un año me llego una carta de un chico que Dios, si la hubieran leído, más de uno hubiera llorado – Decía Frank, quien se encontraba esperándome en un pequeño escenario que habían hecho enfrente de mi casa, mientras yo estaba detrás de la puerta, esperando el momento indicado para salir – y ni les cuento si hubieran estado el tiempo que estuve con él entrenándolo, más de uno me hubiera golpeado... de eso estoy seguro – decía y su voz se escucha alegre – Cuando Gerard me vio, todavía recuerdo que no sabía si llorar o reír, por lo que hizo las dos cosas y es sorprende saber que ya ha pasado un año desde ese entonces... Cuando pese por primera vez a Gerard, él tenía un peso de 204 kilogramos...


Frank seguía hablando, introduciendo a todos los presentes en lo que había sido mi año, mientras yo veía por la ventana a todas las personas reunidas para ver mi cambio, era curioso ver a tantas personas, muchos hacía en coro "oh", otros solo tenían sus ojos y bocas abiertas y otros sonreían con dulzura.

Pero yo solo quería salir, y mostrarle cuanto había cambiado a Frank. La verdad es que no estaba flaco, aun tenia piel colgando de mis brazos, de mi abdomen y de mis piernas, pero según los médicos, solo en una segunda operación se iban a ir definitivamente.

Por lo que tenía que mantener mi peso, o hasta bajar, y yo tenía en mente bajar dos kilos más a lo sumo.

Y No... hacia tres meses que no veía a Frank, sé que muchos se preguntaran que paso después del día de mi operación... pues, no pasó nada.

Nunca me anime a preguntarle a Frank que había pasado, por más tonto que sonara.

- Pero bueno... yo sé que todos están acá, no para escucharme hablar a mí, sino para ver al nuevo Gerard, quien está detrás de esa puerta – dijo Frank emocionado – así que... Gerard, ¿podrías venir? – pregunto, así que junte mucho aire en mis pulmones, mire al frente, agarre una bolsa de plástico que estaba en el suelo, al lado de mi pie y abrí la puerta.


Y lo que sentí en ese momento, no se compara con nada que haya vivido antes.

Los aplausos, las ovaciones, los silbidos, las felicitaciones... no, nunca había vivido algo así en mi vida.

Trague con fuerza y comencé a caminar, con una estúpida sonrisa estampada en mi rostro, subí las escaleras hasta la tarima, donde me esperaba Frank con una hermosa sonrisa, y al quedar enfrente suyo, él me abrazo con fuerza.

Y si... se sintió hermoso saber que ahora Frank me podía rodear con sus brazos cuando me abrazaba, se sintió tan hermoso haber logrado uno de os cometidos que me había propuesto a mí mismo al principio de esto.

A la vez, fue divertido mostrar un viejo pantalón que usaba antes, en el cual, ahora entrabamos mi hermano y yo juntos, y si, fue hermoso pesarme y saber que ahora pesaba 79 kilos.

Y a la vez fue triste tener que despedirme de Frank.

Kilo a Kilo - FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora