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La noche siguiente Dakota ya estaba con el uniforme puesto y lista para el trabajo a eso de las diez treinta, Dulcie estaba acostada en la cama mirando cómo se ataba un pañuelo en su larga coleta castaña, el otro que era su favorito se había arruinado, pero había servido para detener la hemorragia de la pierna de su colega.

-Ten cuidado por favor, no quiero que ahora seas tú la que termine con una bala en la pierna.

Se giró a ver a la chica, parecía indiferente mirando su teléfono pero sabía que su preocupación era genuina, así que fue a sentarse al borde de su cama y le dio unas palmaditas sobre la pierna.

-Estaré perfectamente bien, al bobo que le dieron fue a él.

-Yo sé, pero no quiero ser responsable de dos adultos, ¿sabes lo mal que le hará a mi salud mental eso? Mi consejero escolar lo dice mucho.

-Ninguna niña se tiene que hacer cargo de nadie más, pero agradezco que le eches una mano a Jamie con el pequeño Theo, ¿es adorable, no crees?

-Es un niño muy listo, sabe escribir su nombre y los números del uno al diez.

Sin duda el pequeño se había ganado a las dos en cuestión de horas, aunque Dakota no dejaba de verlo como la versión en miniatura de su colega lo que la hacía imaginárselo así de pequeño: parlanchín e hiperactivo.

Y muy preguntón.

-Más inteligente que su padre sin duda -se levantó- voy a comer algo antes de irme, cualquier cosa no dudes en llamarme... y descuida, seré muy cuidadosa.

-Está bien, nos veremos en la mañana.

Le dio un rápido abrazo y un beso en la frente antes de salir, su turno comenzaba medianoche así que normalmente comía algo a eso de las once antes de partir a la estación, llegaba temprano para entrenar un poco y revisar si había algún papeleo pendiente, el turno terminaba a las seis de la mañana, solía ir a hacer la compra si era necesario a esa hora, luego volvía a casa para despedirse de Dulcie antes de que tomara el autobús escolar, volvía a comer algo mientras preparaba el almuerzo, ponía la colada y se echaba a dormir hasta las cuatro o cinco de la tarde, después de eso ella y Dul pasaban algún rato juntas: se iban a hacer las uñas, iban a comprar algún material para la escuela o por una bebida, la ayudaba con la tarea, la acompañaba mientras cenaba, llegaba la hora de la ducha y la llevaba a acostarse y luego de vuelta a la rutina.

Estaba tomando un bowl de cereal y yogurt antes de salir, así que pasó a la habitación de sus invitados y miró por la puerta entreabierta: Theo dormia profundamente abrazado a su dinosaurio de peluche mientras Jamie, en el sofá, hacía zapping en la televisión, al verla  quitó el volumen y le hizo una seña para que pasara.

-No quiero molestar -hablaba en susurros- supongo que la costumbre al turno de noche te tiene sin sueño.

-Está bien, es que no me quiero desacostumbrar, pero mi hijo se despierta si subo demasiado el volumen o si hay mucha luz.

-¿Por qué no vienes a la sala? Así al menos podrás entretenerte.

-Suena bien, ¿me echas una mano?

Lo ayudó a levantarse sin fijarse mucho en sus fuertes piernas, solo podía usar pantalones cortos por el enorme vendaje y al sujetarlo del brazo le invadió el aroma de su colonia para después del afeitado, lo había hecho ese día luego de ducharse -por suerte la regadera era removible y podía limpiarse por su cuenta- y se veía mucho más jóven... y guapo.

-Te conseguiremos unas muletas -dijo empujando la silla fuera de la habitación- así podrás moverte con más libertad.

-Ya te estoy dando demasiadas molestias.

-Deja de decir eso, no es verdad- cuando se sentó en el sofá de la sala, lo vio hacer una mueca- lo siento, ¿te duele mucho? puedo darte un analgésico...

-No, estoy bien, solo molesta un poco -soltó el aire entre los dientes- ¿te vas ya?

-Es unos diez minutos, estaba tomando un poco de yogurt, ya que no tendrás rosquillas nocturnas ¿quieres un poco?

-Claro, mañana podemos hacer la compra en linea para las comidas así puedo contribuir con mi parte y por favor no digas que no.

Como siempre puso los ojos en blanco mientras se levantaba, fue por su bowl olvidado antes de ir a la cocina y prepararle uno a él, cuando se lo llevó se acomodó a su lado presionando su pierna mala haciendo que de nuevo hiciera una mueca, así que se apartó de un salto.

-Ay, lo siento de nuevo.

-Estoy... bien.

-Perdón.

-No te... disculpes.

-Te debe doler mucho.

-Nada que no se quite... con...

-¿Con?

-Un beso.

Casi se indignó, pues claro, si cuando se estaba desangrando se lo pidió, ahora en su casa, casi a media noche tomando yogurt frente al televisor no lo iba a detener. ¿Y qué hizo? La dio una lección.

Dejando su cena a un lado, le tomó el rostro entre las manos y le dejó un firme y rápido beso en los labios. Y le gustó.

Al dar un paso atrás, mirando su rostro, supo que a él también le había gustado.

-La ca-casa tiene un sistema de seguridad que sonará si abres cualquier puerta o ventana al exterior -hablaba a toda prisa acercándose a la puerta principal- hay detectores de movimiento en el exterior y una alerta que se activa automáticamente, tendrás al jefe en la puerta si eso llega a pasar, así que ten cuidado con eso.

-Espera...

-Ten una buena noche, hasta mañana.

Colegas | Relato | DamieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora