Epílogo

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Tres años después.

-Buenos días.

-Odio los días.

-Buenas noches.

-Eso significa que tengo que ir a trabajar -se cubrió el rostro con la cobija.- Ven con el desayuno o márchate en pedazos.

-Son casi las dos, así que podría decirse que es el almuerzo tardío -sintió como dejaba un beso en su mejilla sobre la cobija- venga dormilona, tienes un horario de comida que cumplir.

-Ugh, pero es por tu culpa.

-Diría que es cierto, pero estuviste de acuerdo -le quitó la cobija de encima para besar ahora sí su piel directamente- creo que lo dejamos en cincuenta-cincuenta.

-Si claro, eso dices ahora, dentro de poco más te vale apoyar ese porcentaje.

Jamie se rió bajito y le besó el cuello haciéndole cosquillas antes de salir de la habitación, ella protestó un poco más pero terminó por salir de la cama y hacerle caso, el médico le había indicado que seguir el horario de comida no era opcional, así que se puso sus cómodas pantuflas y salió de la habitación andando despacio hasta el comedor, apenas terminó de sentarse un planto con fruta y un emparedado que olía delicioso estuvo frente a ella.

-¿Leche o jugo?

-¿Batido de fresa?

-Hecho.

-¡Pequeño tramposo ven aquí ahora mismo!

-¡Mamáááááá!

Dakota puso los ojos en blanco antes de buscar a Jamie con la mirada, estaba sacando el cartón de leche y se rió sacudiendo la cabeza con una mueca divertida.

-Apostemos, ¿zapatos o diario? 

-Voto por diario -respondió ella, llevándose un pedazo de banana a la boca.

Theo apareció corriendo a toda prisa descalzo sin dejar de reír, su cabello alborotado iba en todas direcciones y se metió bajo la mesa, cubriéndose lo más que pudo con el cuerpo de Dakota.

-Sabandija, sé que estás por aquí -Dulcie iba dando pisotones y apareció con unos shorts oscuros manchados de purpurina y la camiseta blanca que llevaba estaba casi igual de salpicada de brillos- ¡no traten de ocultarlo!

-¿Batido de fresa? -preguntó Jamie, señalando con sus ojos el sitio donde el pequeño se había ocultado.

-Alto ahí -Dakota alzó las manos cuando la chica llegó a su lado dispuesta a derribar la mesa.- Nada de peleas alrededor de la señora con un bebé a bordo.

Theo aprovechó el breve discurso para salir disparado por la puerta del jardín, Dulcie gruñó al verlo y se dispuso a seguirlo pero ella la detuvo colocándole una mano en el hombro.

-¿Qué fue esta vez, Dulcie? Y por favor sacúdete en el jardín para que no llenes la alfombra de esos brillos, nunca salen con facilidad.

-Estaba segura de que había hurgado en mi habitación buscando mi diario así que dejé una trampa de brillos para pillarlo y ¡mírame ahora!

-Puedo pasarte la aspiradora si quieres.

-No es divertido, iba a ir a la piscina con mis amigas.

-Vas a resaltar mucho más con eso -Jamie puso en marcha la licuadora ahogando las protestas de Dulcie y la risa de Dakota. 

Luego de limpiar el desastre en el jardín y de que Theo se disculpara por sus acciones prometiendo que limpiaría el desastre, los cuatro se acomodaron en la mesa para tener su comida en conjunto, los perros observaban atentos con la esperanza de que alguno dejara caer algo para ellos, agitaban sus colas entusiasmados, pero Dakota no dejaba ni una miga de nada; al final Jamie sacó dos tarros pequeños de helado que quedaban por la mitad de llenos para tener postre.

Colegas | Relato | DamieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora