-Lamentamos el estado en el que está su caja fuerte, pero confiamos en que dentro siguen a salvo todas sus pertenencias.
-Son ustedes muy amables, oficiales -la mujer mayor que los recibió en su casa les había preparado té, así que estaban los dos sentados demasiado juntos en un pequeño sofá ya que lo compartían con tres gatos obesos que no estaban dispuestos a ceder su sitio- esta caja tiene mis mayores tesoros, los recuerdos de toda la vida junto a mi difunto esposo.
-Nos hace feliz que estén de vuelta con usted -Dakota le sonreía con una incómoda amabilidad, le había entregado el anillo que le había dejado la diminuta cicatriz en la mejilla y ahora observaban la caja golpeada que estaba sobre la mesa- pero aún necesitamos que revise su contenido, para asegurar que siga todo ahí.
-Oh claro, siempre me encanta revisar lo que hay en ella.
Con manos temblorosas, la mujer comenzó a mover los círculos con los números, cuando colocó los cuatro en "0" la puerta abollada soltó un suave "click" abriéndose sin ningún problema, lo que hizo a Jamie y Dakota intercambiar una mirada mientras reprimían una risa incómoda, esa combinación era como regalarle a los ladrones lo que había en aquella caja, pero ya que ellos no habían conseguido abrirla...
-Podría golpearme la cabeza contra la pared -le susurró a Jamie.
Él se rió en voz baja mientras no le quitaban la vista de encima a aquella mujer que, tras una pausa de emoción, sacó de aquella pequeña caja fuerte un álbum de fotografías.
-Conocí a Henry de toda mi vida -comenzó a decir pasando las páginas- su familia vivía en el mismo vecindario que el mío, íbamos a la escuela juntos...
Y comenzó a relatar la historia de su vida, mostrando fotos, un pañuelo bordado que le había regalado el día de su boda, algunas flores secas, unas entradas de cine antiquísimas... esas eran las cosas de valor que había dentro de la caja. No joyas, oro o dinero, eran los recuerdos de una vida.
Un tesoro invaluable.
Después de dos horas de historias y varias tazas de té, se despidieron de aquella mujer que no paró de darles las gracias hasta que arrancaron el vehículo, fue un viaje silencioso hasta que pararon en la estación, con un suspiro Jamie apagó el auto.
-Antes de que te vayas -por el juicio y la entrega de las pertenencias robadas, tenían ese día libre, no tenían turno hasta la noche siguiente- tengo algo para ti.
Abriendo la guantera de la patrulla, le entregó una tarjeta con el dibujo de un dinosaurio: la invitación a la fiesta de cumpleaños de Theo.
-Será el próximo sábado, le hará mucha ilusión si tu y Dulcie pueden ir.
-Claro, ahí estaremos.
-Genial -no la miraba- bueno, supongo que ya me enteraré qué decisión tomaste respecto al cambio de turno... nos vemos después, Dakota.
Abrió la puerta y salió sin mirar atrás, lo cual ella agradeció, estaba pensando demasiado en muchas cosas, la cabeza comenzaba a dolerle por la falta de sueño, así que tomando el lugar del piloto se puso en marcha de vuelta a casa.
Al final, había aceptado el cambio de turno.
Pero lo odiaba.
El crimen parecía descansar cuando el sol estaba sobre su cabeza, todo era más tranquilo, su cuerpo no se acostumbraba a dormir por las noches, daba vueltas en la cama y, según Dulcie, estaba más irritante de lo normal.
-Creo que te iba mejor la vida de vampiro -le decía mientras caminaban hasta el edificio donde vivía Jamie- ya sabes, quizá te afecta el exceso de vitamina D por el sol.
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Colegas | Relato | Damie
FanfictionLe han asignado un nuevo compañero. Hace un mes. Ahora está herido. Tendrá que ayudar a cuidarlo hasta que se recupere, pero descubre algunos secretos que lo acompañan mientras siguen trabajando en la misión más importante de su vida. Basada en los...