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La misma enfermera entró a la habitación junto a una vieja silla de ruedas para acomodar en la misma a su paciente.

- Veremos a su psicóloga, señorita Camila - aclaró, acariciando el cabello de la chica.

Mientras era empujada sobre la pesada silla de metal por el pasillo, ella sólo miraba al suelo que parecía darle vueltas a su cabeza.

Pronto, estuvo frente a una puerta de habitación y la amable enfermera de traje púrpura llevó a la mareada Camila frente a un escritorio de madera.

- Aquí está - dijo con una sonrisa aquella enfermera.

La aparente psicóloga se encontraba de espaldas, sentada en su gran silla de cuero color marrón.

- Sí, muchas gracias. Eres muy amable - respondió gratamente, siguiendo de espaldas.

La enfermera salió instantáneamente de la habitación, dejando a la psicóloga y su paciente a solas.

Hubo un aterrador silencio en la amplia habitación para Camila. Sólo se notaba el sonido de las hojas pasar, provocado por la psicóloga buscando su expediente aún a sus espaldas.

Ante eso, la castaña apretó sus ojos para calmar el fuerte mareo por el tedioso sonido.

- Hey - y justo en ese momento apareció la suave voz de su psicóloga.

Camila permaneció cabizbaja con sus ojos cerrados mientras su psicóloga ya había girado.

Ella escribió el nombre de su paciente en su expediente antes de ponerse de pie e ir frente a ella para observarlo detenidamente, notando su obvio mareo.

IRÉ CONTIGO (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora