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- Es inaudito que aún la par de fugitivas no estén tras la rejas, señorita Cabello - protestó su jefe tras levantarse enojado de su silla.

- Señor, nosotras -

- Sí, sí, señorita Cabello. Hacen lo que pueden - interrumpió a Camila de forma arrogante.

Camila estuvo cabizbaja y al instante Lauren fulminó con la mirada a su jefe.

- No es nuestra culpa que ellas sean más astutas que nuestros refuerzos, señor - dijo Lauren, devolviéndole la arrogancia a su jefe mientras miraba hacia Camila.

La castaña instantáneamente fulminó con la mirada a su compañera de trabajo para evitar que siga provocando ser despedidas.

- Está llamando inútiles al resto de mi personal, señorita Jauregui? - preguntó ofendido el viejo jefe de policía.

- Si al menos así podrían llegar a llamarse - susurró Lauren para sí misma.

Camila apretó los labios para ahogar su risa al escuchar aquello.

- Idiotas - añadió antes de tomar un sorbo de su café caliente.

El hombre reflejó intolerancia ante la actitud de la ojiverde, pero fue interrumpido por Camila.

- Qué han hecho ahora? - preguntó justo a tiempo la castaña.

Su jefe aclaró la garganta mientras observaba a Lauren.

- Lo mismo de siempre - respondió con un notorio cansancio.

- Exacto, nada tan grave - intervino la pelinegra.

- Disculpe? - dijo incrédulo aquel hombre - Señorita Jauregui, si para usted hacer vandalismo en sitios importantes no es tan grave, no sé lo que esté pensan -

- No roban, no asesinan - lo interrumpió nuevamente Lauren - Ellos no -

- Realmente no entiendo su devoción al defenderlos  - ahora el jefe de policía fue quien interrumpió.

Ambos mostraron confrontación al mirarse por la sospecha de aquel hombre hacia Lauren.

- Señor, escuche - se interpuso Camila finalmente.

El viejo hombre dedicó su atención hacia ella después de desconectar sus ojos de la ahora su sospechosa.

- Sí, señorita Cabello? -

- Señor, está vez le prometo que las atraparemos - Camila miró con esperanza hacia su jefe al desear una aprobación.

Pasaron algunos segundos de angustia hasta que finalmente asintió el hombre.

- Gracias, señor - dijo la castaña antes de salir de aquella oficina junto a Lauren.

Ambas policías de veinticuatro años habían estado nerviosas durante esa sofocante junta de trabajo.

IRÉ CONTIGO (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora