Capítulo 12: "No olvides que te amo"

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—Así que Andrew hace fiestas en tu departamento y tú te encierras en tu habitación— rio, repitiendo las anécdotas de nuestra convivencia con mi mejor amigo.

—Por lo general si. Me encierro en mi habitación y compro tapones para no tener que oír su música ruidosa— hice una mueca.

—Vaya...te has puesto aguafiestas con los años— burló.

—No te creas. Me gusta salir y beber, pero no siempre— me defendí. —Hay noches que estoy muy cansada por mi trabajo para salir, Andrew solo trabaja medio tiempo.

—Me gustaría conocerlo.

—Oh, no te lo recomiendo— advertí, bebiendo un trago de mi copa. —Está obsesionado contigo. Es un aficionado de la moda y sigue los trabajos de tu padre desde que era niño— el rubio a mi lado abrió sus ojos con sorpresa.

—¿De verdad?

—Oh, si. No tienes idea.

Ambos nos hallábamos recostados en la cama del hotel. La bandeja donde apoyábamos el vino y las copas marcaba nuestra distancia como una pared.
Y eso en parte lo agradecía.
Sus mejillas levemente rojas por el calor, su cabello rubio despeinado y su camisa apretada -más todo el alcohol que yo llevaba encima- hacían de Adrien la mayor tentación que había visto jamás.

—¿Has tenido novio?— rompió el silencio. Tuve que tragar con fuerza para no ahogarme con el vino.

El esperaba con paciencia y curiosidad mi respuesta.

—No— mentí rápidamente.

—Marinette...—puso cara de pocos amigos. —, ¿sabes que eres pésima mintiendo, verdad?

Cerré los ojos, evitando soltar una maldición.
Bueno, tal vez tenía razón. Era pésima mintiendo.

—Solo uno.

—¿Solo uno?— parecía sorprendido.

—Los demás no fueron nada serio— confesé, con un poco de vergüenza, escondiendo mi cara en la copa.

—Entonces se puede decir que has roto muchos corazones allá en Nueva York.

—Si lo quieres ver de ese modo...

Adrien sonrió. Tomó la copa de vino y se la llevó a la boca para darle un buen trago.
Relamió sus labios y yo me lo quedé observando como toda una adolescente hormonada.

Dios, vieja Marinette no vuelvas ahora por favor.

El me observó por unos segundos luego de dejar su copa, y cuando por fin creí que cambiaría de tema, volvió a preguntar.

—¿Quien era el?

—¿Importa eso?— me puse nerviosa.

—Solo quiero saber— parecía divertido.
—¿Cual es el problema?

—Ninguno, es sólo que...es un poco incomodo hablar de él.

—¿Tanto te ha roto el corazón?— frunció el ceño.
—Anda dime, ¿quien es?— inclinó la cabeza hacia delante.

—Austin Reed— solté de una vez, mirando hacia otra dirección para evitar ver su reacción.

Y como lo imagine, Adrien se reincorporó sentándose de un sopetón.

—¿El hijo de Stuart Reed?— sonreí, con un poco de vergüenza. —No te lo creo...

Bueno...esa era la reacción que tenían todos al oír el nombre de mi ex novio.
Y si ya llegaron hasta aquí, deberán saber que he estado evitando hablar de él.
Si, mi ex novio no era un simple modelo, era uno de los hijos del hombre más rico de todo Nueva York.
Su padre no sólo era un diseñador, sino también un empresario, dueño de miles de empresas de alta calidad en todo el mundo.

Después de soñar tantos añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora