━━━Capítulo dos.

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Una mancha rosada apareció desde alguna esquina y se lanzó contra Wangguk. Mi-suk cerró la puerta y no se movió pues ensuciaría más el piso, y sí que estaba sucio.

Asumió que aquella pequeña era la hermana mencionada, ella comenzó a apretar al mayor por el cuello con fuerza acusándolo de tardar en regresar. Todo eran golpes sin quejas hasta que aquellas pupilas rojizas brillantes se enfocaron en ella.

—¿Y tú quién eres? —preguntó con el entrecejo fruncido sin soltar a Wangguk.

Mi-suk soltó un balbuceo acongojada por su compañero de cigarrillos, él estaba realmente lastimado, pero no se quejaba ante el trato de su hermana, debía quererla mucho.

—Prestale algo de ropa Gyeoul, antes de que se resfríe.

El más alto se soltó en silencio y se sentó en un rincón recostando la cabeza de la pared. La nombrada, con un puchero, caminó fuera de la sala a buscar su encomienda. Mi-suk se quedó estática, a pesar del basurero interno, no había mal olor y el calor comenzaba a calar sus huesos con suavidad.

Wangguk y ella intercambiaron miradas densas y extrañas, ninguno apartaba la vista, no les gustaba perder. Los pasos de Gyeoul volvieron con un short y una sudadera, Wangguk se enfocó en su hermana asumiendo la derrota y la miró confundido, la pelirosa le sacó la lengua.

—No le prestaré mis camisas a una extraña, así que usarás algo de mi hermano, el short es uno que nunca usé.

Y decía la verdad, pues la etiqueta sobresalía en una esquina. Mi-suk bajó la caja y comenzó a bajarse el mono frente a los presentes, aquella hermosa chica no sufría de pudor; al ser luchadora, en varias ocasiones había compartido el baño con más personas desnudas, el pudor no era algo elemental.

Gyeoul le saltó encima con irritación.

—¡¿Qué crees que haces?!

Mi-suk la miró confundida.

—Voy a cambiarme la ropa, si me muevo, haré más desastre en el piso.

Gyeoul negó con la cabeza casi que histérica, la jaló del brazo hacia el baño, que estaba sorprendentemente muy limpio.

—Eso no importa, limpiaremos luego, solo métete al baño.

Mi-suk no tuvo chance de agradecer, pues le cerró la puerta en la cara. Se le escapó una risa, esa pequeña era malhumorada pero por alguna razón le cayó bien.

—¡Báñate con el agua caliente, intrusa! —gritó Gyeoul desde algún lugar.

Mi-suk fue obediente y de verdad se dió un baño, pensó que no sabría que sería eso de bañarse por un tiempo. Lavó con un poco de jabón la ropa y las tendió en unos ganchos, tuvo que usar lo prestado sin sus prendas íntimas, e internamente agradeció que la sudadera fuera negra. Salió con el cabello húmedo y la recibió una toalla en la cara con olor a rosas.

—Está limpia, seca tu espantoso cabello —Gyeoul no tenía tacto para decir lo que de verdad pensaba.

Mi-suk se rió para sorpresa de ambos hermanos.

—Eres realmente divertida, gracias por todo, te debo una... —cruzó miradas de nuevo con Wangguk—, les debo una.

La pelirosa se sonrojó y caminó fingiendo molestia hacia la habitación final. Mi-suk se secó el cabello bajo la atenta mirada del rapado, el cansancio le estaba pegando, pero aún había cosas que atender. Colocó el paño con cuidado sobre una silla y se acercó al alto.

—¿Te llevo al baño? —preguntó con suavidad—. Se nota que estás sufriendo, pero debes lavarte esa sangre.

Wangguk la miró inexpresivo.

PÉTALOS CAÍDOS | ❛hit viral❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora