━━━Capítulo siete.

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Esa noche las cosas habían salido mal, Wangguk se quedó realmente preocupado en la sala mientras ella se bañaba y curaba algunas heridas en el baño. La vió salir sin darle una mirada y entró a la habitación ¿244 la habrá amenazado, le habrá hecho daño? No era posible, ella fuera peleado, no es débil en ningún sentido.

Él llamó a Gyeoul solo para asegurarse de que ella estaba bien, la pelirosa regresaría mañana temprano. Cocinó algo de ramen arrepentido de haberle hablado así apenas la vió entrar a casa, notó que algo le preocupaba pero pensó que era referente a su pelea, nunca se imaginó que se había encontrado con 244.

Ese malcriado y narcisista newtuber solo usaba su fachada de buena persona para salirse con la suya. Por él no había tenido un buen descanso en el trabajo, estaba preocupado por lo que le tenía planeado a Yeo Rumi, y quería decirle a Hobin, pero 244 le había amenazado con hacerle daño a Gyeoul y Mi-suk, y aunque Rumi le atraía, esas dos mujeres con las que convivía eran más importantes, no podía arriesgarse a que las lastimaran. 244 había cruzado el límite, ahora Wangguk se encontraba en la cuerda floja y su paciencia se agotaba.

Sirvió la comida para ambos y tocó con suavidad la puerta antes de entrar.

Mi-suk ya estaba recostada, no se había ni secado el cabello, estaba demasiado cansada y le dolían los ojos por llorar. Sus miradas se encontraron por unos segundos y Wangguk por fin se percató de la inflamación de aquellas perlas negras que le gustaba ver al despertar, se sintió decaído, él le había hecho llorar ¿acaso era cómo su padre?

Cuando propuso la pelea no esperó que fuera así, no tenía intención de hacer daño a Mi-suk, jamás quería ser así; los golpes no fueron a propósito, pero sí reconocía en silencio que la lucha estaba llena de rencor y dolor, aunque él había perdido.

Ella se giró hacia el otro costado de la cama escuchando los movimientos de él, Wangguk tomó un paño y se acercó a Mi-suk por detrás. Cuando ella sintió una mano sobre su hombro, saltó de forma repentina, el toque de Wangguk la hacía sentir débil.

Pero él no lo tomó así.

—¿Me tienes miedo? —la voz salió tan dolida que Mi-suk le miró. Se quiso golpear a si misma porque entendió que Wangguk tenía una lucha interna, y seguro los recuerdos de sus padres le hacían pensar cosas que no debía.

—Han Wangguk —ella se sentó y le tomó el rostro, él se mordía el labio aguantando las ganas de llorar, parecía un tipo rudo, pero era sensible—. Confío en ti, jamás te tendré miedo. Fue una pelea estúpida, las emociones nos ganaron, pero no somos dos debiluchos, somos peleadores profesionales. No pasó nada que no me fuera pasado peleando con otro boxeador.

Wangguk hizo un sonido extraño, como de un sollozo suave y débil.

—Nunca te volveré a golpear, lo prometo.

Ella se sentó igual que él y le tomó los cachetes con suavidad, se veía tan atractivo con esos parches de heridas. Tenía que hablar seriamente con un psicólogo a ver si es que había desarrollado algún un fetiche.

—No lo prometas, práctica conmigo, pelea contra mí y lucha junto a mí —pronunció acariciando el suave rostro de él.

Wangguk negó con la cabeza y tocó la curita de su mejilla. Mi-suk cerró los ojos, ya no estaba enfadada, se sentía feliz. El hombre que le gusta le está acariciando el rostro.

—No quiero volver a dañar a alguien tan hermosa.

El corazón de ella se aceleró, pero bajó la cabeza con tristeza, él la consideraba hermosa, pero no tanto como Yeo Rumi.

—Lo siento Wangguk, soy inmadura con respecto a las emociones y sentimientos, debí haberlo hablado antes de actuar así como estos dos últimos días —sintió un nudo en la garganta, pero no quiso arriesgarse a perderlo como su amigo y compañero por su enamoramiento—. Me es imposible no compararme con Yeo Rumi, me gustaría ser ella.

PÉTALOS CAÍDOS | ❛hit viral❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora