━━━Capítulo trece.

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La desorientación es la gran bienvenida luego de un golpe en la cabeza. La terrible punzada y la típica pregunta silenciosa que te consume desde el interior ¿qué pasó? Es lo que te hace temblar ligeramente al recibir los recuerdos uno tras otro de los sucesos.

La luz se filtraba entre los ojos de Mi-suk. Daba pequeños pinchazos que le hacían recordar que estaba viva, y jodida. Respiró corto antes de tragar en seco y darle una mirada dolorida a Ha-neul, quién le observaba con alivio. Sus ojos se movieron buscando a Wangguk, y se le escapó una pequeña sonrisa al verle de pie al final de la habitación.

—Dios, quita esa estúpida expresión —le regañó su amiga con burla.

—Lo siento.

No pudieron evitar que a los tres se les escapara una risa corta. La tensión existía, era palpable. Pero también estaba el alivio y la esperanza de que todo mejoraría. Con ayuda de Ha-neul, Mi-suk se sentó tocando su cabeza. Sintió la venda que surcada parte de su frente y soltó un leve quejido al comenzar a sentir cada parte de su cuerpo.

—Debemos irnos.

El murmullo de Wangguk recordando la advertencia les hizo espabilar. Tenía razón, el anciano salvavidas anhelaba con ansias ir a dormir. El silencio se extendió de nuevo hasta que el celular de Ha-neul vibró en su bolsillo. Lo sacó con fastidio y leyó atenta. Miró a Wangguk antes de abrir la boca.

—Ese grupito, el de la tal Rumi y los demás. Tu hermana está ellos, han intentado hacer una declaración de persona desaparecida por ti.

Mi-suk levantó la vista con asombro. Hobin y su equipo estaban tratando de hacer algún avance al no saber nada de ella, no iban a quedarse de brazos cruzados, pero podrían estar en peligro por eso. Se levantó de la cama con debilidad.

—Debemos ir con ellos, yo confié a Gyeoul allí, fueron mi única salida. No quería involucrar a Moonsung —se frotó las manos preocupada. Ahora que ya estaba con Wangguk, la realidad de haber dejado atrás a Gyeoul le golpeaba.

Con pasos rápidos Wangguk se aproximó a ella y frotó su brazo.

—Estoy muy agradecido, gracias Hope.

Aquellas palabras calaron hondo en Mi-suk, se sentía más débil por Wangguk que por sus heridas corporales. Sus miradas conectaban y transmitían demasiado, más de lo que alguna vez podrían decir.

Un chasquido intentó romper la magia.

—Joder, denme un respiro. Esto no es un k-drama, no podemos perder media hora cada que se miran a la cara. Vámonos, tengo unos cuantos informantes, acabo de pedir más contexto respecto a esos chicos —comenzó a caminar a la salida dándoles unos segundos más a aquel romance—. Al estar en el centro de la ciudad, seguro tendré la dirección.

Salió por la puerta mientras los otros dos suspiraban para recuperar la calma. Mi-suk sonrió, aquella peleadora era muy especial para ella. Alargó la mano hacia el brazo de Wangguk, no tuvo valentía de entrelazar sus dedos, pero le tomó de la muñeca y comenzó a guiarle tras los pasos de Ha-neul.

Un sol incandescente les recibió a la salida, sus párpados bajaron intentando acostumbrarse a la luz abusiva. La puerta fue cerrada con pestillo al estar los tres afuera, ni siquiera pudieron dar las gracias con educación. Ha-neul hizo un gesto de fastidio antes de caminar hacia su moto.

—No seré mochilera de nuevo, vas a manejar Mi-suk. —sacó las llaves y las puso sobre el asiento.

La pelinegra negó divertida, tratando de no pensar en cada parte de su cuerpo que gritaba por más calmantes. Se dirigieron al centro con Wangguk en el medio y Ha-neul aferrada a la parrillera de la moto, estaba harta de ese tipo. No le iba a dar el visto bueno hasta que él no estuviera agonizando de rodillas por amor hacia Mi-suk.

PÉTALOS CAÍDOS | ❛hit viral❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora