Las calles estaban vacías por el torrencial que había atacado la capital de forma tan repentina, el chapoteo de sus pisadas al correr solo eran audibles para ella, pues el ruido de las gotas sobre los techos acaparaba toda la atención. Mi-suk se consideraba una persona fuerte, capaz, prudente, pero en aquel momento donde la desesperación podía sentirla hasta la punta de los dedos, desconfiaba de si misma totalmente.
¿Qué podría hacer que Wangguk no regrese a casa si no es Yeo Rumi? Por un momento tuvo la esperanza de verlo en casa de Hobin, en los brazos de la exuberante castaña, pero a salvo. Quería llorar, pero no podía permitirse tal acto, tenía una promesa que cumplir; Gyeoul se había convertido en su consentida, ahora era consciente de que quería en demasía a los hermanos Han.
El cielo fusilaba pero ella agradecía que la lluvia pudiera reflejar su tristeza. Llegó a la esquina acordada frente a una tienda que parecía llevar años cerrada; Ha-neul se encontraba allí en su moto, tan hermosa bajo la lluvia como una bendición de la tormenta, con su cabello blanco y ojos rojizos hipnotizantes, estaba totalmente mojada pero quieta, como si eso fuera totalmente irrelevante.
—¿Qué pasa, quieres llorar? —pronunció con su típica actitud patea culos, pero Mi-suk le conocía, habían creado un vínculo después de todas las palizas que había recibido de su parte, era su forma de decir: estoy tan malditamente preocupada por ti que estoy aquí recibiendo la lluvia sin protestar.
—Te amo —dijo Mi-suk permitiéndose intentar aligerar su afán.
—Me gusta el pito, linda.
Aquella respuesta hizo reír a ambas y la pelinegra se terminó por subir a la moto, esta fue acelerada sin casco y aviso. Mi-suk se aferró a la parrillera, porque algo de lo que Ha-neul no era fan, era del contacto físico innecesario. La mayor no dijo absolutamente nada de dónde iban, pero Mi-suk confió en lo que ella hacía.
El panorama cambió a medida que la velocidad se hacía más fuerte, los barrios más pobres y las callejuelas adornaban la vía. Mi-suk se mordió el labio aún más preocupada por Wangguk, ¿como podía estar él allí? Fue justamente durante esa incógnita que la imagen de aquel alto pelinegro surcó su mente y gruñó. Ese maldito de 244, si eso era culpa de él, le mataría.
La moto se detuvo detrás de un pequeño edificio abandonado y ambas bajaron para verse a la cara, la menor esperaba algún tipo de explicación. Ha-neul suspiró y se puso bajo un techo para sacar un cigarro, se le mojó entre los dedos pero no le importó, dió una calada y luego le ofreció a la menor, Mi-suk negó.
—Lo estoy dejando —murmuró detallando alrededor.
La peliblanco sonrió.
—Moonsung estará contento con eso —dió otra larga calada y sacó el celular que le vibraba en el bolsillo, escuchó atenta y colgó sin decir adiós—. Mi-suk, sabes que nunca te he ocultado que me involucro en cosas turbias por dinero, así que no hagas preguntas. Tu chico está envuelto en un gran problema, y aquí estoy usando un favor importante que me debían. No lo conozco, pero si tú estás así por él, asumo que vale la pena.
Mi-suk metió las manos dentro de la chaqueta para no dejar ver el temblor de ellas y asintió atenta a las palabras de la contraria; comenzó a caminar detrás de ella, directo a un baldío de contenedores oxidados y asquerosos, parecía un cementerio de chatarra. No iba a mentir que le causaba mucha curiosidad saber con qué tipo de gente se juntaba Ha-neul, pero la mejor forma de agradecerlo era guardando silencio.
—¿Vamos a pelear?
La peliblanco asintió comenzando a sacar unas vendas de sus bolsillos y enrrollarlas en sus manos. Mi-suk se apretó la gorra hacia atrás y se quitó la chaqueta dejándola en su mano izquierda. El pantano se clavaba hasta sus tobillos y arruinaba su equilibrio; ambas comenzaron a estirarse y rodearon un contenedor que reposaba bajo una máquina.
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PÉTALOS CAÍDOS | ❛hit viral❜
Fanfiction🥀 𝕻𝖊𝖙𝖆𝖑𝖔𝖘 𝖈𝖆𝖎́𝖉𝖔𝖘. [♥︎] 𓂺Mi-suk se encuentra perdida entre la lluvia, busca un camino, un lugar al que pertenecer. Wangguk ha sido abandonado, pero por primera vez siente que puede tomar bue...