Capitulo 1: Suspension rota

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De todos los días en los que el coche de Amity podía empezar a joder, tenía que ser ahora.

Dejó escapar un grito de frustración cuando sintió que la suspensión se rompía. No fue demasiado severo, el tráfico de Huesosburgo no era particularmente demasiado, y podía ir conduciendo a paso de tortuga hasta llegar a un mecánico, pero todo esto fue la cereza de un pastel rancio que ni siquiera había pedido.

Miró su teléfono, tirado al azar en el asiento del pasajero. Solo unas horas antes, había recibido el texto en el que se encontraban las calificaciones semestrales de sus materias. 

¿La mayoría de ellas? Ella había destacado, por supuesto. Ella no fracaso. Sin embargo, Derecho comercial... esa clase era una espina clavada tan profundamente en su costado que la había perdido entre las costillas. Ninguna excavación podría sacarla. Simplemente tenía que sonreír y soportarlo, y hacer lo mejor que pudiera. Por que sabe que no podía permitirse el lujo de que la vieran contratando a un tutor.

¿Un Blight que necesita pedir ayuda? Borra ese pensamiento.

Ella no había fallado, si estabas siendo pedante al respecto. Simplemente había obtenido una B+. Sin embargo, a los ojos de sus padres, eso no era mejor que quitar un montón de mierda de perro del pavimento y enviarla para una calificación final. Amity simplemente rezó para que no se enteraran.

Ella rezaba mucho por eso.

Ellos siempre se enteraban.

Golpeó una mano contra el volante de Hecate, dejando escapar un segundo grito de frustración.

"¡Mierda!"

Hecate era un pequeño coche decente. Ella misma lo había comprado en el momento en que se mudó a Huesosburgo, con la guia de sus hermanos. Lo había comprado con su propio dinero, sin permiso de sus padres, como un pequeño acto de rebelión. Sabía que no desaprobarían tal compra, pero aun así los pequeños pasos hacia la libertad, vivir su vida sin mirar por encima del hombro en busca de su aprobación, se sintieron bien.

Era un coche pequeño, de un bonito tono lavanda, y lo quería más que a nada. Lo mantenia impecable, se aseguró de tener una reserva de aromatizantes en la guantera y siempre le dio una palmadita en el techo después de estacionar. Era su bebé.

En este momento, sin embargo, su bebé estaba teniendo una gran rabieta.

La suspensión estaba completamente rota, por lo que se puede sentir. Disminuyó la velocidad de su conducción aún más, y cada movimiento, cada empujón y cada pequeño bache en el camino, la envió balanceándose hacia arriba y hacia abajo donde estaba sentada.

"Joder", gruño ella. Miró por el espejo retrovisor para asegurarse de que no había nadie detrás de ella y se detuvo. Agarro su teléfono, abrió Google y comprobó dónde estaba el taller mecánico más cercano.

El marcador mostraba el lugar mas cercano a solo unas pocas calles de distancia de su complejo de apartamentos, era un local llamado "La isla hirviente".

"Lindo", murmuró en voz baja, arrancando el coche de nuevo. "Está bien, intentemos esto de nuevo".

Fue un viaje lleno de baches, estresante y dolorosamente lento hasta el mecánico. 

En el momento en que llegó al edificio destartalado y deforme, ella ya tenía los nudillos blancos por la fuerza con la que apretaba el volante y el sudor le corría por la frente.

Se limpio la cara con la manga y miró por la ventana. La tienda tenía... un aspecto único, por decir lo menos. Parecía estar compuesta por una oficina y un gran garaje interior, con un estacionamiento al frente. El nombre de la tienda estaba pintado en un cartel colgado en el frente, claramente pintado a mano. Fue algo poco llamativo y sin detalles, si Amity tuviera que ser honesta, pero encantador a su manera.

Todo lo que tengo es mi corazón (y mi orgullo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora