11.- ¿Aprobación?

1.4K 185 32
                                    

—Te damos la bienvenida a nuestro hogar, ya que serás cónyuge de mi hijo mayor y con ello tu apariencia nos ayudará a continuar con el legado Zoldyck. —Levantó su copa de vino desde el asiento principal, a modo de bendición.

—Nunca le dije que sí... —pensaste sin dejar de mostrar una leve sonrisa, tratando de ignorar a los dos perros gigantes dormidos detrás del señor Silva que en vez de roncar, rugían.

—Ya hablamos de eso, —interrumpió Illumi, sentado a tu lado— si no quiere tomar el puesto que Kill rechazó, tendremos bebés hasta que nazca el próximo heredero.

—Pero yo no deseo tener hijos... por eso adopté un perro. —continuabas quejándote en tu mente hasta que llegó la cena y el hambre compró tu silencio.

>>Hace tiempo estaba en casa, alejándome de la sociedad y pasando como un ente desapercibido entre multitudes para evitar que alguien me notara, lo cuál es imposible con mi apariencia.

>>Y ahora, me encuentro en una mansión enorme en la cima de una montaña, cenando con una familia donde todos son asesinos profesionales que podrían acabar con mi vida en un instante. Incluso ese niño de ahí. —dedicaste una mirada a un pequeño igual de andrógino que tú, vestido con un kimono.

—Su nombre es Kalluto, es el menor de mis hermanos. —presentó Illumi al notar tu curiosidad.

—Hola. —dijo Kalluto agitando levemente su cuchara.

—Hey, qué adorable, no parece un asesino. —pensaste sonriendo.

—Él es Milluki, nació después de mí. —señaló después a un chico obeso que comía rápidamente grandes cantidades de carne, posteriormente, realizó una pausa para verte.

—No importa quien sea, nunca podrá reemplazar a Killua. —repudió para volver a comer.

—Retráctate. —ordenó Illumi, rompiendo el juego de cubiertos con la mano.

—Por favor, niños, estamos cenando, —pidió Kikyo preocupada por sus endemoniados hijos— mátense después.

—Sabes que sólo haces esto porque nuestro hermano decidió abandonar su lugar como asesino, no porque realmente quieras casarte, ni siquiera sabes lo que eso significa. —Milluki dió directamente en el clavo y por mucha o poca razón que tuviera, su imprudencia hizo enojar al mayor.

Una pesada aura rodeó el cuerpo de Illumi. No comprendías lo que era pero su cabello comenzaba a levitar mientras sus orbes parecían oscurecerse por completo.

—Te mataré. —amenazó partiendo parte de la mesa con las manos.

—Haz lo que quieras, pero tu pareja no logrará ni en un millón de años asemejar el talento que se requiere para encabezar esta familia.

Todo aquello que estaba sobre la mesa salió disparado al aire gracias a la fuerza descomunal que irradiaba la sed de sangre del mayor.

Sentiste mucho miedo al ver a toda la familia observando tranquilamente mientras dos hijos casi se enfrentaban.

—¡Illumi! ¡basta! —gritaste tomando su mano, recibiendo una sensación ardiente como si se te quemara la mano, soltándolo de inmediato.  —¡¡Aaahh!!

—¿Estás bien? —Illumi se calmó al ver que caíste al suelo tratando de aguantar el dolor.

—¡Quiero irme a casa! —temblaste sosteniendo tu brazo aún paralizado, regresando a la normalidad en unos segundos.

—Pero aún no pruebas el postre. —dijo Illumi sin prestar atención a tus muecas de enojo.

—Perdón... tu hermano tiene razón... —aceptaste tratando de ser sutil— yo no soy el reemplazo de nadie y tú no me has demostrado ninguna clase de afecto.

—¿Afecto? ¡ah! ¿te refieres al sexo? podemos hacerlo después de cenar.

—¡¡Illumi!! —se alteró la madre sonrojándose al escuchar a su hijo dar tan explícita sentencia.

Te pareció el colmo, no te escuchaba, siempre hacía lo que quería sin preguntar tu aprobación y ni siquiera parecía importarle haberte hecho daño. Lloraste de impotencia al saber que no tenía caso molestarse con alguien como él.

—¿Estás llorando? —Illumi se quedó atrapado en las lágrimas que rodaban por tus mejillas y trató de acercarse a tí.

—Ya es suficiente. —reprendió Zeno Zoldyck, cansado de cenar así cada vez que había visitas— Acompañale a su casa.

—Bueno. —obedeció cargándote fuera del comedor mientras te cruzabas de brazos y ocultabas la mirada dirigiendola al suelo.

—Koko, ven aquí. —llamaste a tu mascota antes de salir, y este, aunque muy contento entre los brazos de Canari y Amane, salió corriendo para lanzarse sobre ti.

—Es el perrito más adorable del mundo, espero que lo traigas más seguido. —elogió Amane al verte.

—Gracias, pero creo que eso no pasará. Fué un gusto conocerlas. —te despediste volviendo a bajar la vista, abrazando al cachorro.

—Igualmente. —dijeron ambas con desconcierto.

Por suerte, el camino de regreso fué rápido, Illumi se apresuró a dejarte en la puerta de tu casa, pero se quedó infiltrado en tus ojos tristes.

—¿Porqué lloras? —indagó ladeando la cabeza.

—Como si no supieras, seguro has hecho llorar a tantas víctimas y todavía te atreves a preguntarme.

—He visto llorar a muchas personas, supongo que es la primera vez que me interesa preguntar la razón. Es decir, casi todos lloran porque no quieren morir, sin embargo, no es tu situación.

—Me harta que todas las personas que se fijan en mi sólo lo hacen por mi apariencia, no por quien soy, a nadie le importa conocerme, incluso tú pretendes que sea parte de tu familia cuando ni siquiera me has demostrado una mínima fracción de cariño. Lloro porque me gustas y creí que también te gustaba, pero tal como lo pensé, eres un asesino y no tienes sentimientos.

Illumi lo pensó un par de segundos y no encontró una respuesta que dar.

—¿Qué debo hacer?

Así que tenías que ser tú quien tomara la decisión.

—Duerme en el jardín de otra casa.

¿Quién duerme en mi patio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora