19.- El famoso Killua

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Con un corazón humano latiendo dentro de tu mochila, continuaste el paseo por el centro comercial, esta vez junto a quien oficialmente podías llamar novio y sentir que tenían una especie de cita no planificada.

—Tengo hambre, ¿qué se te antoja comer? Podemos ir al área de hamburguesas. —Sugeriste señalando una zona de restaurantes de comida rápida. Koko dió saltitos que parecían de gusto en ese instante. —Tu perrhijo también está hambriento , ¿qué dices?

—Puedo pasar varios días sin alimento. Tú decide y yo lo pagaré.

—Uy, andamos generosos. —Te alegraste al saber que el asesino no era ningún tacaño, pero de todas maneras planeabas regresarle el favor más tarde.

De pronto viste a un hombre que bebía un refresco asustarse al ver a Illumi, resbalando y llenándose la cara de la bebida fría. No pudiste evitar soltar una risa burlona, dejando de sujetar la correa de Koko sin darte cuenta.

Illumi no parecía entender lo que pasó y observó tu forma de reír con mucha atención.

—Ay, lo siento, pobre hombre, no lo pude evitar. A veces te puedes reír de la desgracia humana, ¿sabes?

—Reír de la desgracia humana. —Repitió el asesino, buscando una situación similar. A continuación se ríe a carcajadas, señalando a una mujer que lloraba afuera de un velorio.

—No, ¡no seas idiota!

Tenías que trabajar arduamente para enseñarle a entender la vida humana.

—Oye, ¿dónde está Koko? Mierda, lo dejé ir. —corriste a buscarlo, chiflándole y llamándolo desesperadamente. No querías que alguien se lo fuera a robar, creo. —Salió cara la visita al veterinario como para que se pierda ese pulgoso.

Le pediste a Illumi que te ayudara y él fué por el lado contrario. Comenzó a lanzar agujas a otros humanos para ordenarles que buscaran al perrito blanco.

—¡Ahí estás, hijo de tu perra madre! —expresaste de forma literal, agarrándolo del pelo blanco que sobresalía del otro lado de una jardinera. La sangre se te fué a los talones cuando escuchaste el quejido y te diste cuenta que le habías jalado el cabello a alguien.

—¡Auch! Suéltame, ¡pedazo de imbécil!

—Perdóname, ¡creí que eras mi perro!

—¿Y tu dónde me viste las orejas?

—Ya pregunté. No tienen bebidas de chocolate —Un moreno peliverde puso su mano sobre tu hombro y te hablaba con suma confianza. —sólo hay de limón y... —hasta que te vió a la cara y después vió a su amigo. — ¡Aah! ¡Nunca me dijiste que tenías más hermanos!

—No es mi hermano. —Aseguró el chico, recorriéndote de pies a cabeza con una gota en la frente. —Un momento, ¿eres hombre o mujer?

—Quedate con la duda. —Sonreíste cruzándote de brazos.

—Encontré a Koko. —Avisó Illumi cargando al perrito de la correa.

—¡Lo vas a matar, baboso! —Se lo quitaste para que el pobre respirara.

—¡Un cachorrito! Es tan lindo. —Elogió el peliverde. —¿No te parece, Killua?

—¿Killua? —dudaste volviendo la vista al chico, sorprendiéndote al notar que su guardia estaba alerta y fija hacia Illumi. —¿Killua Zoldyck?

—Her... mano... —titubeó el chico dando un paso atrás.

—Kill. —Respondió el mayor, dejando el ambiente tenso bajo la posibilidad de una disputa que podría terminar mal.

—Este es... —pensaste con cierta desconfianza ante su presencia— El famoso Killua Zoldyck...

¿Quién duerme en mi patio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora